domingo, 29 de mayo de 2016

JESÚS DE NAZARET EL HIJO DEL HOMBRE




Enero de 1973

En un proyecto secreto, dos pilotos de la USAF (Fuerza Aérea Norteamericana) viajan en el tiempo al año 30 de nuestra era, concretamente, a la provincia romana de la Judea (actual Israel). Objetivo aparente: seguir los pasos de Jesús de Nazaret y comprobar, con el máximo rigor, mo fueron sus últimos días. ¿Por qué fue condenado a muerte? ¿Quién era aquel Hombre? ¿Se trataba de un Dios, como aseguran sus seguidores?


Jasón y Eliseo, responsables de la exploración, viven paso a paso las terroríficas horas de la llamada Pasión y Muerte del Galileo. 
Jasón, en su diario, es claro y rotundo: «Los evangelistas no contaron toda la verdad.» Los hechos, al parecer, fueron tergiversados, censurados y mutilados, obedeciendo a determinados intereses. Lo que hoy se cuenta sobre los postreros momentos del Maestro es una sombra de lo que sucedió en realidad.

Jasón se aventura en Nazaret y reconstruye la infancia y juventud de Jesús. Nada es como se ha contado.

Fascinados por la figura y el pensamiento de Jesús de Nazaret, los pilotos toman una decisión: acompañarán al Maestro durante su vida pública o de predicación, dejando constancia de cuanto vean y oigan. Para ello deben actuar al margen de lo establecido oficialmente por Caballo de Troya. Y aunque sus vidas se hallan hipotecadas por un mal irreversible —consecuencia del propio experimento—,  Jasón  y  Eliseo  se  arriesgan  en  un  tercer  «salto»  en  el tiempo, retrocediendo al mes de agosto del año 25 de nuestra era.



Te recomiendo que veas primero este vídeo, para que te enteres de los proyectos que EE.UU y otras potencias del mundo han llevado a cabo en secreto.   No es imposible que el proyecto Caballo de Troya haya sido realidad. La humanidad  vive muy engañada de los experimentos que se planean y ejecutan desde el interior del pentágono.






Para muchas personas el Diario del Mayor (Jasón) es solo una saga, una novela de ciencia ficción y se encargan de desprestigiar la valiente  misión de JJ Benítez, escogido por este científico para que lo publicase y lo diera a conocer al mundo, como un derecho que tenemos todos los seres humanos de conocer la verdad de este maravilloso Ser Jesús de Nazaret  "Mikael de Nebadon"; quien realiza su séptimo auto-otorgamiento en la materia; el nivel más denso de su creación.

Las enseñanzas de este Hombre-Dios Jesús de Nazaret no fueron dadas exclusivamente para ese tiempo y lugar; sino para todas las generaciones, hasta que logremos encarnar y vivir toda la filosofía que Él transmitió." El que tenga oídos, que oiga". 

En este blog iremos entregando poco a poco, los episodios más relevantes de la vida de Jesús, los diálogos que tuvo con Jasón tal cual los narró él en su diario.



Miércoles 5 de abril del año 30

Monte de las aceitunas, huerto de los olivos Gesemanit propiedad del viejo Simón el “leproso” lugar de la oración de Jesús.

El ambiente era tenso, los discípulos estaban muy preocupados por la gravísima resolución de Caifás y sus sacerdotes de arrestar al Maestro. 
En vista de que aquellas últimas horas no estaban resultando tan íntimas y familiares como deseaba el Maestro, éste tomando la palabra dijo:

“No debéis permitir que las grandes muchedumbres os engañen. Las que escucharon en el templo y que parecían creer nuestras enseñanzas, ésas, precisamente, escuchan la verdad superficialmente. Muy pocos permiten que la palabra de la verdad les golpee fuerte en su corazón, echando raíces de vida. Los que sólo conocen el evangelio con la mente y no lo experimentan en su corazón no pueden ser de confianza cuando llegan los malos momentos y los verdaderos problemas.

“Cuando los dirigentes de los judíos lleguen a un acuerdo para destruir al Hijo del Hombre, y cuando tomen una única consigna, entonces veréis a esas multitudes cómo escapan consternados o se apartan a un lado en silencio.
“Entonces, cuando la adversidad y la persecución desciendan sobre vosotros, llegaréis a ver cómo otros, que pensabais que aman la verdad, os abandonan y renuncian al evangelio.

 Habéis descansado hoy como preparación para estos tiempos que se avecinan… Vigilad, por tanto y rogad para que, por la mañana, podáis estar fortalecidos para lo que se avecina.
Id a dormir, hermanos míos y conservad la paz hasta que nos levantemos mañana…Un día más para hacer la voluntad de Padre y experimentar la alegría de saber que somos sus hijos.


DIÁLOGO DE JESÚS CON JASÓN


Jesús me sorprendió cuando alimentaba la hoguera. Sentado junto al fuego le miré con curiosidad y pregunté:



 -Maestro, ¿por qué un hombre como tú necesita de la oración?

-Dices bien Jasón. El hombre mientras padece su condición de mortal, busca y necesita respuestas. Y en verdad te digo que esa sed de verdad sólo puede aplacarla mi Padre. Ni el poder, ni la fama, ni siquiera la sabiduría, conducen al hombre al verdadero contacto con el reino del Espíritu. Es por la oración cómo el humano trata de acercarse al infinito. Mi espíritu empieza a estar afligido y yo también necesito del consuelo de mi Padre.

- ¿Es que la verdadera sabiduría está en el reino de tu Padre?

-No …Mi Padre es la Sabiduría.

-Entonces si yo rezo, ¿puedo saciar mi curiosidad e iluminar mi espíritu?

-Siempre que esa oración nazca realmente de tu espíritu. Ninguna súplica recibe respuesta, a no ser que preceda del espíritu. En verdad, en verdad te digo que el hombre se equivoca cuando intenta canalizar su oración y sus peticiones hacia el beneficio material propio o ajeno.  
Esa comunicación con el reino divino de los seres de mi Padre lo obtiene cumplida respuesta cuando obedece a un ansia de conocimiento o consuelo espirituales.  Lo demás -las necesidades materiales que tanto os preocupan- no son consecuencia de la oración, sino del amor de mi Padre.


¿Por eso has insistido tanto en aquello de buscar el reino de Dios y su justicia?
  
-Sí, Jan. El resto siempre se os da por añadidura...

- ¿Y mo debemos pedir?
-Como si ya se os hubiera concedido. Recuerda que la fe es el verdadero soporte de esa súplica espiritual.

-Dices que la oración -así formulada- siempre obtiene respuesta. Pero yo sé que eso no siempre es así...El Galileo sonrió con benevolencia.

-Cuando las oraciones provienen en verdad del espíritu humano, a veces son tan profundas que no pueden recibir contestación hasta que el alma no entra en el reino de mi Padre.

-No comprendo...

-Las respuestas, no lo olvides, siempre consisten en realidades espirituales. Si el hombre no ha alcanzado el grado espiritual necesario y aconsejable para asimilar ese conocimiento emanado del reino, deberá esperar -en este mundo o en otros- hasta que esa evolución le permita reconocer y comprender las respuestas que, aparentemente, no recibió en el momento de la petición.

- ¿Esto explicaría ese angustioso silencio que parece constituir en ocasiones la única respuesta a la oración?
-Sí. Pero no te confundas. El silencio no significa olvido. Como te he dicho, todas las súplicas que nacen del espíritu obtienen respuesta. Todas... jame que te lo explique con un ejemplo: El hijo está siempre en el derecho de preguntar a sus padres, pero éstos pueden demorar las respuestas, a la espera de que el  infante  adquiera  la  suficiente  madurez  como  para comprenderlas.
» La gran diferencia entre los padres humanos y nuestro Padre verdadero está en que aquellos olvidan a veces que están obligados a contestar, aunque sea al cabo de los os.

-Sen esto, cuando muramos, todos seremos sabios...
-Insisto que la única sabiduríalida en el reino de mi Padre es la que brota del amor. Después de gustar la muerte, nadie será sabio si no lo ha sido antes en vida...

-¿Debo pensar entonces que la demora en la respuesta a mis súplicas es señal de mi progresivo avance en el mundo del espíritu?
Jesús me miró con complacencia.
-Hay infinidad de respuestas indirectas, de acuerdo con la capacidad mental y espiritual del que pide. Pero, cuando una súplica queda temporalmente en blanco, es frecuente presagio de una contestación que llenará, en su día, a un espíritu enriquecido por la evolución.

-¿Por qué resulta todo tan complejo?
-No, querido amigo. El amor no es complicado. Es vuestra natural ignorancia la que os precipita a la oscuridad y la que os inclina a una permanente justificación de vuestros errores.
Levanté la vista hacia las estrellas y señalándole aquella maravilla, le dije:
-¿Qué sientes ante esta belleza?

El Galileo ele también sus ojos hacia el Firmamento y respondió con melancoa:
-Tristeza...

-¿Por qué?
-Si el hombre no es capaz de recibir en su alma la grandeza de esta obra, ¿cómo podrá captar la belleza de Aquél que la ha creado?

-¿Es Dios tan inmenso como dices?
-Más que pensar en la inmensidad de mi Padre, debes creer en la inmensidad de su promesa divina. Rebasa el espíritu del hombre y llega a producir vértigo en las legiones celestiales...
-Ya me lo explicaste, pero, ¿de verdad el acceso al reino de tu Padre está al alcance de todos los mortales?

-El reino de nuestro Padre -me corrigió Jesús- está en el corazón de todos y cada uno de los seres humanos. Sólo los que despiertan a la luz del evangelio lo descubren y penetran en él.

-Entonces, ¿todas las religiones, credos o creencias pueden llevarnos a la verdad?

-La verdad es una y nuestro Padre la reparte gratuitamente. Es posible que el gusto y la belleza puedan ser tan caros como la vulgaridad y la fealdad, pero no sucede lo mismo con la verdad: ésta sí es un don gratuito que duerme en casi todos los humanos, sean o no gentiles, sean o no poderosos, sean o no instruidos, sean o no malvados...

-¿A quién aborreces más?
-En el corazón de mi Padre no hay lugar para el odio... Deberías saberlo. Guárdate lo de los hipócritas, pero no viertas jamás en ellos el veneno de la venganza.
-¿Quién es hipócrita?
-Aquel que predica la vía del reino celestial y, en cambio, se instala en el mundo. En verdad te digo que los hipócritas engañan a los simples de corazón y no satisfacen más que a los mediocres.
-¿A quién estimas s: a un hombre espiritual o a un revolucionario?
El Maestro sonrió, un tanto sorprendido por mi pregunta. Y posando su mano izquierda sobre mi hombro, repuso con firmeza:
-Prefiero al hombre que aca con amor...

-Pero, ¿quién puede llegar a amar más?

-Pregunta mejor, ¿quién puede llegar a comprender más?

-¿Quién?
-Aquel que es capaz de amarlo todo. Pero, ¡ojo! Jasón, aquel que ama de verdad no coloca la palabra «amor» sobre su puerta, tratando de justificarse ante el mundo. Y el que da, tampoco escribe la palabra «caridad» para que todos le reconozcan. Cuando alguna vez veas esas palabras, desvergonzadamente ostentadas en el mundo, no dudes que tienen la única finalidad de enriquecer y ensalzar a cuantos las esgrimen y airean.
» EI reino de mi Padre es semejante a una mujer que llevaba un cántaro lleno de harina. Mientras marchaba por un camino apartado se le rompió el asa y la harina se derramó detrás de ella por el camino. La mujer no se dio cuenta y no supo su desgracia. Cuando lle a su casa depositó el ntaro en tierra y lo encontró vacío.

-¡Aquel que es capaz de amarlo todo!... -repetí con un ligero movimiento de cabeza-. ¡Qué difícil es eso...!

-Nada hay difícil para el que ha aprendido a ceder.

-Pero, ¿qué me dices de las injusticias? ¿También debemos aprender a amar a los que nos humillan o tiranizan?
-Cuando llegue el caso, pide explicaciones a tu hermano, pero nunca le odies. Sólo cuando miis a vuestros hermanos con caridad podis sentiros contentos.
-El mayor error de tu mundo -repuso Jesús- es su falta de generosidad. El que conoce y practica el amor no suele tener necesidad de perdonar: siempre está dispuesto a comprenderlo todo.

-Puede que estés en lo cierto, pero siempre pensé que el gran error de nuestro mundo era su «empacho» tecnológico...
El Nazareno me miró con una inagotable afabilidad.
-Debéis tener paciencia y confiar. La humanidad, a veces, se emborracha y embota con sus propios hallazgos y triunfos, olvidando que su auténtico estado natural reside en la serenidad de su espíritu. El día que despierte de tan pesado letargo volverá sus ojos al sendero del amor: el único que conduce a la verdadera sabiduría.

El cansancio empezaba a apoderarse de ambos y, de mutuo acuerdo, decidimos descansar las escasas horas que restaban ya para el alba.

 Sin proponérmelo, había empezado a amar a aquel hombre..




Jueves 6 de abril del año 30
Hacia las diez y media, el grupo integrado por unas cincuenta personas- comenzó a ascender por la ladera del Olivete. Al llegar a la cima del monte, el Nazareno rogó a sus amigos que tomaran asiento y que escucharan sus palabras:
-“Los reinos de este mundo -dijo entre otras cosas-, siendo como son materiales, pueden estimar a menudo que es necesario emplear la fuerza física para la ejecución y desarrollo de las leyes y del mantenimiento del orden.
En el reino de los cielos los creyentes no recurren al empleo de la fuerza física. El reino del cielo, siendo como es una hermandad espiritual entre los hijos de Dios, puede promulgarse únicamente por el poder del espíritu. Esta distinción de procedimiento no anula, sin embargo, el derecho de los grupos sociales de creyentes a mantener el orden en sus filas y administrar disciplina entre los miembros ingobernables e indignos.
No es incompatible ser hijo del reino espiritual y ciudadano del gobierno secular y civil. Es deber del creyente dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios...» No puede haber desacuerdo entre estos dos requisitos. A no ser -aclaró Jesús- que resulte que un César intenta usurpar las prerrogativas de Dios y pida homenaje espiritual y se le rinda culto supremo. En tal caso lo debéis adorar a Dios, mientras intentáis iluminar a esos dirigentes mal guiados. No debéis rendir culto espiritual a los gobernantes de la tierra. Ni tampoco debéis emplear la fuerza física de los gobiernos terrenales.
»Ser hijos del reino, desde el punto de vista de una civilización avanzada, debe convertiros en ciudadanos ideales en los reinos terrenales. La hermandad y el servicio -no lo olvidéis- son las piedras angulares del evangelio. La llamada del amor del reino espiritual debe probar que es efectiva a la hora de destruir el instinto del odio entre los ciudadanos no creyentes y guerreros del mundo terreno.
Pero estos hijos de las tinieblas, con mentalidad material, nunca sabrán de vuestra luz espiritual, a no ser que os acerquéis a ellos. Por ello debéis ser honorables y respetados entre los ciudadanos y entre los dirigentes de este mundo. Ese servicio social generoso lo es la consecuencia natural de un espíritu que vive en la luz.
»Como hombres mortales sois en verdad ciudadanos de los reinos terrenales y debéis ser buenos ciudadanos y mucho s cuando habéis vuelto a nacer en el espíritu. Tenéis, por tanto, una triple obligación: servir a Dios, servir al hombre y servir a la hermandad de creyentes en Dios.
»No adoréis a los jefes temporales ni emplis la fuerza para el fomento del reino espiritual. Pero manifestaros en un honrado ministerio de servicio amoroso, tanto a los creyentes como a los no creyentes. Es en el evangelio del reino donde reside el poderoso Espíritu de la Verdad. Yo verteré sobre vosotros ese Espíritu de Verdad y sus frutos serán poderosas palancas sociales que elevarán a las razas de las tinieblas. En verdad os digo que este Espíritu llegará a ser vuestro fulcro, con un poder multiplicador.
» Desplegad sabiduría y mostrad sagacidad en vuestros tratos con los dirigentes civiles no creyentes. Por medio de la discreción, mostraros expertos a la hora de allanar desacuerdos poco importantes y arreglar fútiles faltas de entendimiento. Buscad, por todos los  procedimientos leales, el vivir apaciblemente con todos los hombres. Sed siempre sabios como las serpientes y tan inofensivos como las palomas...»Seréis mejores ciudadanos si sabéis iluminar vuestro espíritu con la verdad del evangelio. Y los dirigentes en los asuntos civiles mejorarán corno resultado de esta creencia en el reino celestial.

»Mientras los jefes de los gobiernos terrenales busquen ejercitar la autoridad, como dictadores  religiosos,  vosotros  -los  que  creéis  en  este  evangelio-  lo  podéis  esperar problemas, persecuciones e, incluso, la muerte...Pero yo os digo que esa misma luz que llevéis al mundo, y hasta la forma en que padezcáis por ella, iluminará finalmente por sí misma a toda la humanidad y dará, como resultado, la separación gradual de la potica y la religión.
El Galileo volvió a fijar sus ojos en mi. Y continuó:

La persistente predicación de este evangelio del reino llevará aln día a las naciones a una nueva e increíble liberación, a una libertad intelectual y a la libertad religiosa.»Yo os anuncio ahora que, bajo las pximas persecuciones de los que odian este evangelio de la alegría y de la libertad, vosotros floreceréis y el reino de mi Padre prosperará. Pero no os engañéis. Correréis grave peligro  cuando,  en  los  tiempos  posteriores, la  mayoría  de  los hombres hablen bien de los creyentes en el reino y muchos, incluso, ocupando altos cargos, acepten la buena nueva.

 Aprended a ser leales al reino, incluso en tiempos de paz y prosperidad. No tentéis a los ángeles que os vigilan. No les tentéis a llevaros por caminos sembrados de dificultades, como amante disciplina, cuando os dejéis arrastrar por la molicie y la vanagloria. Recordad que esis encargados de predicar este mensaje,  el supremo deseo de hacer la voluntad del Padre, junto con la alegría suprema de la realización de la fe de ser hijos de Dios- y no debéis dejar que nada desvíe vuestra atención. Haced que toda la humanidad se beneficie del desbordamiento de vuestro amante ministerio espiritual, iluminando la comunión intelectual e inspirando el servicio social. Pero ninguna de estas humanitarias labores deben ocupar el verdadero objetivo de vuestros corazones: proclamar el evangelio.
»No debéis buscar la promulgación de la Verdad, ni establecer la honradez, por medio del poder de los gobiernos civiles ni tampoco por la promulgación de leyes seculares.
»Podéis trabajar para persuadir a las mentes humanas, pero nunca -nunca- debéis atreveros a imponeros. No olvidéis la gran ley de la justicia humana que os he enseñado: Lo que deseéis que otros os hagan, hadselo vosotros a ellos...
«Cuando un creyente sea llamado a servir al gobierno terrenal, dejad que rinda ese servicio como ciudadano temporal de dicho gobierno, aunque tenga que mostrar todos los rasgos y señales ordinarios en la ciudadanía. Éstos han sido realzados por la ilustración espiritual de la ennoblecedora asociación de la mente del hombre mortal con el espíritu divino que habita en él.
Si el no creyente llega a cualificarse como un sirviente civil superior, debéis preguntaros seriamente si las raíces de la Verdad de vuestro corazón no han muerto por falta de las aguas vivientes de la comunión espiritual con el servicio social. La conciencia de ser hijos de Dios debe acelerar toda la vida de servicio a vuestros semejantes.
«No debéis ser místicos pasivos o desvaídos ascetas. No debéis volveros soñadores o veletas, cayendo en el modo letargo de creer que una ficticia Providencia os va a proveer, incluso, de lo necesario para vivir.
"En verdad, debéis ser suaves en vuestros tratos con los mortales que se equivocan. Y pacientes  en  vuestras  conversaciones con  los  hombres ignorantes.  Y  contenidos  ante  la provocación... Pero también debéis ser valientes a la hora de defender la honradez y fuertes en la promulgación de la verdad y hasta audaces para predicar el reino. Y deberéis llegar hasta los confines del mundo...
»Esta noticia  es una Verdad viviente. Os he dicho que es como la levadura en el pan y como el grano de mostaza. Y ahora os declaro que es como la semilla del ser viviente que, de generación en generación, mientras siga siendo la misma semilla viviente, se despliega indefectiblemente en nuevas manifestaciones y crece de forma aceptable, adaptándose a las necesidades peculiares y condiciones de cada generación. La revelación que os he hecho es una revelación viva...

El Galileo recalcó estas dos últimas palabras con una fuerza indescriptible.
- Una revelación viva, y es mi deseo que lleve frutos apropiados a cada individuo y a cada generación, de acuerdo con las leyes del crecimiento espiritual. Es mi deseo que se incremente y que tenga un desarrollo.
 De generación en generación, esta buena nueva debe mostrar vitalidad creciente y mayor hondura de poder espiritual. No se debe permitir que llegue a ser un simple recuerdo sagrado, una mera tradición sobre mí o sobre los tiempos en los que ahora vivimos...

Aquella mirada profunda y afilada como un puñal se paseó por todos y cada uno de los oyentes. Y al llegar a mi, Jesús volvió a repetirlas:

- No se debe permitir que llegue a ser un simple recuerdo sagrado, una mera tradición sobre mi o sobre los tiempos en los que ahora vivimos.

Después, descendiendo a un tono s calmado, prosiguió:

-Y no olvidéis que no hemos dirigido un ataque personal a los individuos ni a la autoridad de los que se sientan en la silla de Moisés. Tan lo les hemos ofrecido la nueva luz, que ellos han rechazado con tanto vigor. Hemos arremetido contra ellos lo por su deslealtad espiritual para con las mismas verdades que confiesan enseñar y salvaguardar. Hemos chocado con estos establecidos dirigentes y reconocidos jefes lo cuando se han opuesto directamente a la predicación del reino. E incluso ahora no somos nosotros los que arremetemos contra ellos, sino ellos los que buscan nuestra destrucción. No estáis para atacar las antiguas formas.

Debéis poner diestramente la levadura de la nueva Verdad en medio de las viejas creencias. Y dejad que el Espíritu haga su propio trabajo. Dejad que venga la controversia, lo cuando aquellos que os desprecian os fuercen a ella. Pero, cuando los no creyentes os ataquen intencionadamente, no dudéis en manteneros en una vigorosa defensa de la Verdad que os ha salvado y santificado.

» Recordad siempre amaros el uno al otro. No luchéis con los hombres, ni siquiera con los no creyentes. Mostrad misericordia, incluso, con los que, despreciativamente, abusen de vosotros. Mostraros ciudadanos leales, honrados artesanos, vecinos merecedores de alabanza, parientes devotos, padres comprensivos y sinceros creyentes en la hermandad del reino del Espíritu. Y yo os aseguro que mi espíritu estará sobre vosotros ahora y siempre, hasta el final del mundo...


LA ÚLTIMA CENA

Eran casi las tres de la tarde de aquel jueves de abril. Los planes para apresar al Maestro esn casi ultimados. El capitán de la policía del Templo está furioso por la fuga de zaro y ha apremiado al Iscariote para que se consume el arresto.

David Zebedeo -cada vez más inquieto- se levantó y tiró prácticamente de Jesús, caminando con él en dirección a las tiendas. Trataba de persuadirle para que huyera, poniendo a su servicio más de un centenar de hombres armados que le escoltarían y guardarían hasta llegar a la Perea...Jesús añadió «No dudes de que la voluntad de Dios prevalecerá al final

Un emisario de Abner, quien daba protección a Lázaro en filadelfia, enterado del complot para matar al Maestro, envía un mensaje a Andrés Zebedeo jefe de los correos. Pedía instrucciones sí. «¿Debía movilizarse con toda su gente y dirigirse a Jerusalén?»
Jesús al conocer la nota le transmitió a David: “«Dile a Abner que siga adelante con su  labor.  Si marcho  de  vosotroen  carne  es  porque  puedo  volver  en  espíritu.  “No  os abandona. Estaré con vosotros hasta el final”.
Apenas se hubo retirado David de la presencia de Jesús cuando el jefe de la intendencia, Felipe, se aproximó al Maestro y le preguntó:
-Dado que se aproxima la hora de la Pascua, ¿dónde quieres que preparemos la cena? El Galileo le respondió:
-Vete a buscar a Pedro y a Juan y os daré las instrucciones para la cena que comeremos juntos esta noche. En cuanto a la Pascua, os hablaré de ello después de la cena...

Jesús de Nazaret estaba al corriente del complot que protagonizaba Judas, a como de sus manejos para facilitar su captura. Era lógico que, si el Galileo deseaba no ser molestado en el transcurso  de  aquella  cena,  adoptase  las  necesarias  medidas  de  precaución.  


La cena se realizaría en la casa de los Marcos; Eas y María Marcos.  Aquella familia  estaba emparentada con la de Jesús, comulgando plenamente con sus enseñanzas.

Los apóstoles no terminaban de entender por qué el Maestro había organizado aquella reducida e inusual cena, a la que lo podían asistir sus doce hombres de confianza. Intuían que aquella cena iba a ser un acto muy especial, previo a la inmediata y fulminante captura de su Maestro.

La fiesta de la Pascua judía -también llamada hag ha-massot o «fiesta de los ácimos»- se celebraba anualmente el 15 de Nisán, correspondiendo con el plenilunio o luna llena de la primavera. En aquel o 30, esta fecha -15 de Nisán- cayó en sábado, 8 de abril. El cordero pascual se sacrificaba la víspera (14 de Nisán) y se coa en familia, una vez oscurecido; es decir, en esta ocasión, el viernes, 7 de abril.
El Galileo celebró, por tanto, la «última cena» el 13 de Nisán o jueves, 6 de abril. El mes de Nisán era el primero del o judío, correspondiendo a nuestros marzo o abril.


De acuerdo con las costumbres judías, esta comida se sustentaba en un plato único -el cordero  o  cabrito-,  aderezado  y  acompañado  con  una  serie  de  verduras:  puerros, guisantes, pan ácimo y, como postre, nueces y almendras tostadas y una pasta -sin levadura- a base de higos secos.
Con el fin de aliviar el sabor de las obligadas yerbas amargas, la madre del pequeño Juan Marcos tenía dispuesta una deliciosa compota o mermelada -llamada «jarôset»- El vino (los comensales debían beber, como mínimo, cuatro copas previamente mezcladas con agua) procedía del Monte de Simn, de gran prestigio en Israel.

Los nervios y la alegría de la familia al recibir al Galileo y a sus hombres no tuvomites. Los discípulos -por consejo de Jesús- fueron ascendiendo las escaleras, camino de la estancia superior, donde se realizaría la cena; mientras tanto el rabí departía con la familia.
Su humor seguía siendo excelente. Nada parecía perturbarle. Hacia las  siete,  Jesús  se  reti,  dirigiéndose  hacia  el  cenáculo.  Su  semblante  seguía reflejando una gran jovialidad.

Al visitar la estancia los doce discípulos donde iba a celebrarse la cena pascual, repararon en los lavabos, jofainas y «toallas», dispuestos para las obligadas abluciones de pies y manos. La costumbre judía señalaba que, antes de sentarse a la mesa, los comensales debían ser aseados por los sirvientes o por los propios anfitriones. Esa, repito, era la tradición. Sin embargo, las órdenes del Maestro habían sido tajantes: no habría servidumbre en el piso superior.
Desde luego, ninguno estaba dispuesto a lavar los pies de los demás, ya que eso era misión de la servidumbre. Y todos en silencio se dedicaron a  disimular y evitar el asunto del aseo.
Judas se fue hacia el asiento colocado a la izquierda del que había sido reservado para el  rabí, manifestando su  intención de  acomodarse en  él,  «como invitado preferido». Juan, en uno de sus arranques, hizo otro tanto, apoderándose del puesto de la derecha.
Cuando el rabí apareció bajo el marco de la puerta, los doce al verle se hizo un brusco silencio. Jesús permaneció unos instantes en el umbral. Su rostro se había ido volviendo paulatinamente serio. Fueron uno minutos tensos. Sin embargo, Jesús fue recobrando su habitual y característica dulzura.   Su voz se propagó dulce y conciliadora.

“He deseado grandemente  comer esta cena de Pascua con vosotros…Quería hacerlo una vez más antes de sufrir…Mi hora ha llegado y en lo que concierne a mañana, todos estamos en las manos del Padre cuya voluntad he venido a cumplir. No volveré a comer con vosotros hasta que no os sentéis conmigo en el reino que mi Padre me entregará cuando haya terminado aquello para lo que me ha enviado a este mundo.”

» Tadeo procedió a servir la primera copa de vino, mientras el rabí escuchaba y observaba en silencio.
El Maestro tras dar las gracias exclamó con voz más severa que la anterior.

“-Tomad esta copa y divididla entre vosotros. Y cuando la hayáis compartido, pensad que ya no beberé con vosotros el fruto de la vid... Esta es nuestra última cena...”.. Cuando nos sentemos otra vez será en el reino que está por llegar.”

una vez apurada la primera copa, la tradición fija que los comensales deben levantarse procediendo al  formulismo de las abluciones. El Maestro no era muy amante de estos formulismos y todos aguardaron con expectación.

Jesús desvió entonces su mirada hacia los lavabos, comprobando que, en efecto, no habían sido utilizados; pero tampoco dijo nada.
Y ante la sorpresa general, el rabí se incorporó, caminando silenciosamente hacia las jarras de agua. Todos se miraron  extrañados cuando, sin más, se quitó la túnica, ciñéndose uno de los lienzos alrededor de la cintura. Después, cargando con una jofaina y el agua, dio la vuelta completa a la mesa, llegando hasta el puesto menos honorífico: el último el que ocupaba Pedro. Y arrodillándose con gran humildad y mansedumbre, se dispuso a lavar los pies de Pedro.
Al verle, los doce nos levantamos como un solo hombre. Y del estupor pasamos a la verenza. Jesús había cargado con el trabajo de un criado cualquiera, recriminándonos así nuestra mutua falta de consideración y caridad. Judas y Juan bajaron sus ojos, aparentemente s doloridos que el resto...

-Cuando Simón Pedro vio a Jesús arrodillado ante él, su corazón se encendió de nuevo y protestó enérgicamente y quiso disuadirle. Con una voz temblorosa e insegura, preguntó:
-Maestro, ¿realmente vas a lavar mis pies?.

“-Puede que no comprendáis lo que me dispongo a hacer...pero de ahora en adelante, conoceréis el sentido de todas estas cosas.
Un profundo suspiro escapó de la garganta de Simón Pedro.

-Maestro nunca me lavarás los pies! 

"-Pedro- replicó Jesús en un tono que no dejaba lugar a dudas-, en verdad te digo, que si no te limpio los pies, no tomarás parte conmigo en lo que estoy a punto de llevar a cabo.” 

-Entonces, Maestro, no me laves sólo los pies... También manos y la cabeza.
 “-Aquel que ya está limpio sólo necesita que se le lave los pies.  Vosotros, que os sentáis conmigo esta noche, estáis limpios... Aunque no todos.”

"-Deberíais haber lavado el polvo de vuestros pies antes de sentaros a tomar el alimento conmigo. Además, quiero hacer este servicio para ilustrar un nuevo mandamiento que voy a daros.”

Uno a uno, Jesús fue lavando nuestros pies. Después de las palabras de Pedro, ninguno se atrevió a protestar y en un silencio dramático, el Maestro fue rodeando la mesa, hasta llegar al último de los comensales. Después se vistió la túnica y retornó a su puesto.

 No hubo más comentarios durante el tiempo que el Galileo permaneció lavando los pies de sus íntimos, 36 minutos en total.

“ ¿Comprendéis lo que os he hecho?”

 “-Me llamáis "rabí” -añadió en un tono condescendiente- y decís bien, pues lo soy. Entonces, si el Maestro ha lavado vuestros pies, ¿por qué os negábais a lavaros los unos a los otros?... ¿Qué lección debéis aprender de esta parábola en la que el Maestro, tan gustosamente, ha hecho un servicio que vosotros os habéis negado mutuamente?. En verdad, en verdad os digo que un sirviente no es más grande que su amo. Ni tampoco es más grande el enviado que aquel que le envía.
 Habéis visto cuál ha sido la forma de mi servicio en vida. Bendito sea quien tenga la graciosa valentía de hacer otro tanto. Pero ¿por qué sois tan lentos en aprender que el secreto de la grandeza en el reino del espíritu nada tiene que ver con los métodos del mundo de lo material? Cuando llegué a esta habitación, no sólo rehusabais lavaros los pies unos a otros sino que, además, discutíais sobre quién debe ocupar los lugares de honor en torno a mi mesa.
 Esos honores los buscan los fariseos.., y los niños. Pero no será así entre los embajadores del reino celestial. ¿Es que no sabéis que no puede haber lugar de preferencia en mi mesa? ¿No comprendéis que os amo a cada uno de vosotros como al resto? El lugar más próximo a mí puede no significar nada en relación a vuestro puesto en el reino de los cielos. No ignoráis que los reyes de los gentiles tienen poder y señorío sobre sus súbditos y que, incluso, son llamados benefactores. En el reino de los cielos no será así.
 Si alguno de vosotros quiere tener la preferencia, que sepa renunciar al privilegio de la edad. Y si otro desea ser jefe, que se vuelva sirviente. ¿Quién es más grande: el que se sienta a comer o el que sirve? ¿No se considera al primero como al principal? Y, sin embargo, observad que yo estoy entre vosotros como el que sirve... “En verdad, en verdad os digo que si así actuáis, haciendo conmigo la voluntad de mi Padre, entonces sí tendréis un lugar, a mi lado, en el poder.”
“Ya os he dicho cuánto deseaba celebrar esta cena con vosotros Y sabiendo en qué forma las demoníacas fuerzas de las tinieblas han conspirado para llevar a la muerte al Hijo del Hombre, tomé la decisión de cenar con vosotros, en esta habitación secreta y un día antes de la Pascua...” ya que, mañana, a esta misma hora, no estaré con vosotros.”
“-... Os he dicho en repetidas ocasiones que debo  volver al Padre. Ahora ha llegado mi hora, aunque no era necesario que uno de vosotros me traicionase, poniéndome en manos de mis enemigos.”
Uno a uno los discípulos empezaban a tomar conciencia de la existencia de un renegado en el seno del grupo. Aquello fue tan grave e inesperado que necesitaron varios minutos para reaccionar. Al fin, uno tras otro, con temor, formularon la misma pregunta:.“-¿Soy yo?” -todos ellos sin respuesta por parte del Nazareno-

Tras el undécimo referido ¿soy yo? Jesús repitió de nuevo: “-Es necesario que vaya al Padre. Pero, para cumplir su voluntad, no era preciso que uno de vosotros se convirtiera en traidor. Esto es fruto de la maldad de uno que no ha conseguido amar la Verdad... ¡Qué engañoso es el orgullo que precede a la caída espiritual! Un viejo amigo, que incluso, ahora, come mi pan, está deseoso de traicionarme. Incluso ahora que hunde su mano conmigo en el plato.
 Los comentarios entre los discípulos se generalizaron y ésta, casi con toda seguridad, fue la razón de que ninguno de los once prestara atención a un inmediato y lacónico coloquio entre el Iscariote y Jesús.
 Judas -reclinado a la izquierda del Maestro- preguntó a su vez, aunque en un tono difícilmente perceptible para el resto: “-¿Soy yo?” el rabí hundió un trozo de pan en el plato de hierbas que tenía frente a él, ofreciéndoselo al traidor.
Jesús -también a media voz- respondió con su fatídico... “ Tú lo has dicho!”
Juan Zebedeo -tumbado a la derecha del Maestro le pregunta casi al oído. “-¿Quién es?... Debemos saber quién es infiel a su creencia.”

 Y el rabí -en un tono igualmente confidencial- respondió: “-Ya os lo he dicho: incluso, aquel a quien doy la sopa...” No hubo respuesta de Juan.

 En la sala proseguía la batalla dialéctica. Los cuchicheos y las peregrinas hipótesis de los apóstoles fueron zanjados de golpe por Jesús.

 “-Me apena -les manifestó- que este mal haya llegado a prosperar. Esperaba, incluso hasta esta hora, que el poder de la Verdad triunfase sobre las decepciones del mal. Pero estas victorias no se ganan sin la fe y un sincero amor por la Verdad. No os hubiera dicho esto en nuestra última cena, de no ser porque deseo advertiros y prepararos acerca lo que está ahora sobre nosotros...”
Os he hablado de esto porque deseo que recordéis, después que me haya ido, que sabía de todas estas malvadas conspiraciones y que os advertí de la traición.  Y lo hago sólo para que podáis ser más fuertes Frente a las tentaciones y juicios que tenemos justamente delante.”

Jesús se dirigió a Judas, y en tono imperativo y alto le dijo: “-Lo que has decidido hacer... hazlo pronto.”
 Pero  El Iscariote no abrió la boca. Se levantó de su asiento y se fue.
Todos dieron por hecho que el encargo del Maestro -”lo que has decidido hacer..., hazlo pronto”- guardaba relación con su cotidiano menester como pagador o “habilitado”. Y no concedieron demasiada importancia a la precipitada salida del Iscariote.

Acto seguido, El discípulo encargado de esta ceremonia sirvió la “tercera Copa” o “de la bendición”
 De acuerdo con la tradición y con su propia costumbre, Jesús bendijo la copa; su voz llenó de nuevo el silencio

“-Tomad esta copa y bebed todos de ella... Esta será la copa de mi recuerdo. Esta es la copa de la bendición de un nuevo designio divino de gracia y verdad. Este será el emblema de la otorgación y del ministerio del divino Espíritu de la Verdad.”

 De la solemnidad, el rabí pasó a la tristeza.
“-... Ya no beberé con vosotros hasta que no lo haga en una nueva forma, en el reino eterno de mi Padre.”

Después de dar las gracias, distribuyeron el pan entre todos.

“-Tomad este pan y comedlo -les anunció el Maestro-. Os he manifestado que soy el pan de la vida, que es la vida unificada del Padre y del Hijo en un solo don. La palabra del Padre, tal como fue revelada por el Hijo, es realmente el pan de la vida.”

 “-Cuando hagáis estas cosas, recordad la vida que he vivido en la Tierra y regocijaos porque continuaré viviendo con vosotros. No luchéis para averiguar quién es el más grande entre vosotros. Sed como hermanos. Y cuando el reino crezca hasta alcanzar numerosos grupos de creyentes, no luchéis tampoco por esa grandeza o por buscar el ascenso entre tales grupos. Y tan a menudo como hagáis esto, hacedlo en memoria mía. Y cuando me recordéis, primero mirad atrás: a mi vida en la carne. Y recordad que una vez estuve con vosotros. Entonces, por la fe, percibid que todos cenaréis alguna vez, conmigo, en el reino eterno del Padre. Esta es la nueva Pascua que os dejo: la palabra de la eterna verdad, mi amor por vosotros y el derramamiento del Espíritu sobre la carne...”
A una señal del Maestro, los once se levantaron y entonaron el Salmo 118: 
” La voz del Cristo, recia y sostenida se impuso desde el principio, eclipsando y conduciendo las de sus hombres. “...

Pero Jesús les indicó que se sentaran. “-Recordáis bien cuando os envié sin bolsa ni cartera e, incluso, os advertí que no lleváseis ropa de repuesto.
"Todos recordaréis que nada os faltó. Sin embargo, ahora los tiempos son difíciles. Ya no podéis depender de la buena voluntad de las multitudes. Por tanto, en adelante, aquel que tenga bolsa, que la lleve. Cuando salgáis al mundo a proclamar este evangelio, haced provisión para vuestro sustento, como mejor os parezca. He venido a traer la paz pero, por un tiempo, ésta no aparecerá.”
 "Ha llegado el tiempo en que el Hijo del Hombre será glorificado y el Padre, en Él...”
“Amigos míos: voy a estar con vosotros sólo un poco más. Pronto me buscaréis, pero no me hallaréis, pues voy a un lugar al que, esta vez, no podéis venir. Cuando hayáis terminado vuestro trabajo en la Tierra, al igual que yo he concluido el mío, entonces vendréis a mí en la misma forma en que yo me preparo ahora para ir al Padre “-En muy poco tiempo voy a dejaros... Ya no me veréis en la Tierra, pero todos me veréis en el tiempo venidero, cuando ascendáis al reino que me ha dado mí Padre.
”Herida por la tristeza, su voz se vino abajo. Y los once, aunque sin demasiada decisión, se enzarzaron en una nueva disputa, pujando por desvelar el misterioso significado de aquellas frases.
Jesús de Nazaret les dejó hablar y, al cabo de unos minutos, les dirigió unas palabras
“Cuando os referí una parábola, señalando cómo debéis estar deseosos de serviros los unos a los otros, os dije también que deseaba daros un nuevo mandamiento. Lo haré ahora ya que estoy a punto de dejaros. Conocéis perfectamente el mandamiento que ordena amaros recíprocamente y a vuestro prójimo como a vosotros mismos..."; Sin embargo, no estoy del todo satisfecho, incluso con esta sincera devoción por parte de mis hijos. Deseo que hagáis mayores actos de amor en el reino de la hermandad de los creyentes. Por eso, he aquí mi nuevo mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado."
“Si así lo hacéis, los hombres sabrán que sois mis discípulos “-... Con este nuevo mandamiento no cargo vuestras almas con un nuevo peso. Al contrario: os traigo nueva alegría y hago posible que experimentéis un nuevo placer, al conocer las delicias de la donación, por el amor, hacia vuestro prójimo.
Yo mismo estoy a punto de experimentar el supremo regocijo (aun cuando soporte una pena exterior), con la entrega de mi afecto por vosotros y por el resto de los mortales.” "Cuando os invito a amaros los unos a los otros, tal y como yo os he amado, os presento la suprema medida del verdadero afecto. Ningún hombre puede alcanzar un amor superior a éste: el de dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos y continuaréis siéndolo si tan sólo deseáis hacer lo que os he enseñado. Me habéis llamado Maestro, pero yo no os llamo sirvientes.
 Si os amáis los unos a los otros como yo os estoy amando, entonces seréis mis amigos y yo os hablaré alguna vez de aquello que mi Padre me ha revelado. No sois vosotros quienes me habéis elegido, sino yo. Y os he ordenado que salgáis al mundo para entregar el fruto del servicio amoroso a vuestros semejantes, de la misma forma que yo he vivido entre vosotros y os he revelado al Padre. Ambos trabajaremos con vosotros y experimentaréis la divina plenitud de la alegría si tan sólo obedecéis este nuevo mandamiento: amaros unos a otros como yo Os he amado.” 
“Si compartís el regocijo del Maestro, debéis compartir su amor. Y compartir su amor significa que habéis compartido su servicio. Tal experiencia de amor no os libra de las dificultades de este mundo. Pero, ciertamente, hace "nuevo" al viejo mundo...“
“-Recordad: es lealtad lo que yo pido. No sacrificio. La conciencia de sacrificio implica la ausencia de ese afecto incondicional, que hubiera hecho de dicho servicio amoroso una suprema alegría. La idea de deber u obligación significa que, mentalmente, os convertís en sirvientes, perdiendo así la poderosa sensación de practicar vuestro servicio como amigos y para los amigos. La amistad trasciende el significado del deber y el servicio de un amigo hacia otro jamás debe calificarse como sacrificio. El Maestro os ha enseñado que sois los hijos de Dios. Os ha llamado hermanos y ahora, antes de  partir, os llama sus amigos. “
Jesús  mientras caminaba de un extremo a otro del salón, les dirigió la siguiente parábola: 

“-Yo soy la verdadera cepa y mi Padre, el labrador. Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Mi Padre sólo pide que deis mucho fruto. La viña sólo se poda para aumentar la fertilidad de sus ramas. Todos los sarmientos que brotan de mí y que no dan fruto, mi Padre los arrancará. En cambio, aquellos que lleven fruto, el Padre los limpiará para que multipliquen su riqueza".
 Ya estáis limpios, a través de las palabras que os he dirigido, pero debéis continuar limpios. Debéis morar en mí y yo en vosotros. Si es separado de la cepa, el sarmiento morirá. Así como la rama no puede llevar fruto si no mora en la viña, así vosotros no podéis rendir los frutos del amor si no moráis en mi. Recordad: yo soy la verdadera cepa y vosotros los sarmientos vivientes. El que vive en mí, y yo en él, dará mucho fruto y experimentará la suprema alegría de la cosecha espiritual. Si mantenéis esta conexión viviente y espiritual conmigo, vuestros frutos serán abundantes. Si moráis en mí y mis palabras en vosotros, podréis comunicaros libremente conmigo. Entonces, mi espíritu viviente os infundirá de tal forma que podréis solicitar lo que queráis.
 El Padre garantizará nuestra petición. así es glorificado el Padre. Que la cepa tenga muchas ramas vivientes y que cada sarmiento proporcione mucho fruto. Cuando el mundo vea esas ramas vivas y cargadas de fruto (es decir, a mis amigos que se aman como yo les he amado), los hombres sabrán entonces que sois en verdad mis discípulos. Como mi Padre me ha amado, así os he amado. Vivid en mi amor, al igual que yo vivo en el del Padre. Si hacéis como os he enseñado, moraréis en mí y, tal y como he prometido, en su amor.”
 Los discípulos seguían sin comprender. El Maestro guardó un par de minutos de silencio, pero siguió paseando por la estancia, escuchando las dispares opiniones de sus hombres sobre el mensaje de la cepa y los sarmientos. Finalmente, deteniéndose frente a la puerta, solicitó silencio, insistiendo una vez más sobre su inminente partida: “-Cuando os haya dejado, no os desalentéis ante la enemistad del mundo. No decaigáis cuando creyentes de débil corazón se vuelvan, incluso, contra vosotros y unan sus manos a las de los enemigos del reino.

 Si el mundo os odia, recordad que me odió a mí antes que a vosotros. Si fueseis de este mundo, entonces el mundo amaría lo suyo propio. Pero, como no lo sois, el mundo se niega a amaros. Estáis en este mundo, pero vuestras vidas no deben ser de este mundo. Os he escogido de entre el mundo para representar el espíritu de otro mundo. Recordad siempre mis palabras: el sirviente no es más grande que su amo. Si se atreven a perseguirme, también os perseguirán a vosotros. Si mis palabras ofenden a los no creyentes, también las vuestras ofenderán a los sin Dios. Os harán todo esto porque no creen en mí ni en el que me envió. Por eso sufriréis muchas cosas en nombre de mi evangelio.
 Pero, cuando soportéis estas tribulaciones, recordad que yo también sufrí antes que vosotros en el nombre de este evangelio del reino celestial.” “Muchos de los que os asalten son ignorantes de la luz del cielo. Esto, en cambio, no es así para algunos que ahora nos persiguen. Si no les hubiésemos enseñado la Verdad podrían hacer cosas extrañas, sin caer en la condena. Pero ahora, puesto que han conocido la luz y se han atrevido a rechazarla, no tienen excusa para su actitud. El que me odia, odia a mi Padre. No puede ser de otro modo. Del mismo modo que la luz os salvará, si es aceptada, os condenará si, a sabiendas, resulta rechazada.” “¿Y qué he hecho yo para que estos hombres me odien con tanto ahínco? Nada, salvo ofrecerles la hermandad en la Tierra y la salvación en el cielo. ¿Es que no habéis leído en la Escritura.” Y me odiaron sin una causa.” “Pero no os dejaré solos en el mundo. Muy pronto, después que me haya ido, os enviaré un Espíritu ayudador.
 Tendréis entonces con vosotros a uno que tomará mi lugar. Uno que continuará enseñando el camino de la Verdad y que, incluso, os consolará.”
“No permitáis que se turben vuestros corazones. Creéis en Dios. Continuad creyendo también en mi. Aunque yo debo dejaros, no estaré lejos de vosotros. Ya os he dicho que en el universo de mi Padre hay muchos lugares donde quedarse. Si esto no fuera verdad, no os hubiese hablado repetidamente sobre ello. Voy a volver a esos mundos de luz: estaciones en el cielo del Padre, a las que alguna vez ascenderéis. Desde estos lugares vine a este mundo y ahora ha  llegado el momento en el que debo volver al trabajo de mí Padre en las esferas de lo alto.”
“Por tanto, si voy antes que vosotros al reino celestial del Padre, tened la seguridad de que enviaré  por vosotros para que podáis estar conmigo en los lugares que fueron preparados para los hijos mortales de Dios, antes de que existiese este mundo.
 “Aunque deba dejaros  seguiré presente en espíritu. Finalmente, estaréis conmigo, en persona, cuando hayáis ascendido hasta mí, en mi universo, así como yo estoy a punto de ascender a mi Padre, a su universo mayor. Y lo que os digo es eterno y verdadero, aunque ahora no lo comprendáis del todo. Yo voy al Padre y, aunque ahora no podáis seguirme, ciertamente lo haréis en épocas venideras.”

Maestro dijo Tomás, no sabemos a dónde vas. No conocemos el camino. Pero, si nos lo muestras, esta misma noche te seguiremos
 “-Tomás, yo soy el camino, la Verdad y la vida. Ningún hombre va al Padre si no es a través mío. Todos los que encuentran al Padre, primero me encuentran a mí. Si me conocéis, conocéis el camino hacia el Padre. Y vosotros me conocéis porque habéis vivido conmigo y ahora me veis.”

Felipe dirigiéndose al rabí, habló así:.“-Maestro, muéstranos al Padre y todo cuanto has dicho quedará claro." El Nazareno replicó en un tono de evidente decepción:  “-Felipe, ¿he estado tanto tiempo contigo y aún no me conoces? De nuevo os declaro: quien me haya visto a mi ha visto al Padre. ¿Cómo puedes decir entonces "muéstranos al Padre"? ¿No crees que yo estoy en el Padre y El en mi? ¿No os he enseñado que las palabras que yo hablo no son mías sino del Padre? Yo hablo por el Padre y no por mi mismo. Estoy en este mundo para hacer su voluntad y eso es lo que he hecho. Mi Padre mora en mi y actúa a través mío. Creedme cuando digo que el Padre está en mí y que yo estoy en El.  O, si no, creed al menos en nombre de la vida que he llevado y en nombre de mis obras.”
Cuando haya ido al Padre y después que Él acepte el trabajo que he hecho en la Tierra para vosotros y yo reciba la soberanía final de mi propio dominio, entonces diré a mi Padre: habiendo  dejado a mis hijos solos sobre la Tierra, de acuerdo con mi promesa, les envío otro enseñante. Y cuando el Padre lo apruebe, yo verteré el Espíritu de la Verdad sobre toda la carne.
El Espíritu de mi Padre está ya en vuestros corazones y, cuando llegue ese día, también me tendréis a mi con vosotros, así como ahora tenéis al Padre. Este nuevo don es el Espíritu de la Verdad viviente. Los no creyentes no escucharán sus enseñanzas, pero los hijos de la luz lo recibirán con agrado y con todo su corazón.
 Y conoceréis a este Espíritu cuando venga, de la misma forma que me habéis conocido a mí. Y recibiréis este don en vuestros corazones y Él morará en vosotros. ¿Os dais cuenta, por tanto, que no voy a dejaros sin ayuda y sin guía? No os dejaré en la desolación. Hoy sólo puedo estar con vosotros en persona. En los tiempos venideros estaré con vosotros y con el resto de los hombres que deseen mi presencia, donde quiera que estéis y con cada uno al mismo tiempo. ¿No os dais cuenta que es mejor para mí que me marche y que os deje en la carne para que pueda estar con vosotros en espíritu?”
“Dentro de unas pocas horas, el mundo no me verá más. Pero continuaréis conociéndome en vuestros corazones hasta que os envíe al nuevo enseñante: al Espíritu de la Verdad. así como he vivido con vosotros en persona, así viviré entonces en vosotros: seré uno con vuestras experiencias personales en el reino del espíritu. Y, cuando haya llegado el momento de que esto suceda, sabréis ciertamente que yo estoy en el Padre y que, mientras vuestra vida está oculta con el Padre en mí, yo también estaré con vosotros. He amado al Padre y mantenido su palabra. Me habéis amado y mantendréis mi palabra. así como mi Padre me ha dado de su espíritu, así os daré yo del mío.
Y este Espíritu de Verdad que yo otorgaré sobre vosotros os guiará y confortará y, finalmente, os conducirá a toda la Verdad.” “Os digo estas cosas para que podáis prepararos mejor y soportar las pruebas que están ahora frente a nosotros. Cuando ese nuevo día llegue, seréis habitados por el Hijo y por el Padre. Y estos dones del cielo trabajarán siempre el uno con el otro, al igual que el Padre y yo hemos forjado sobre la Tierra, y ante vuestros ojos, al Hijo del Hombre como a una sola persona.  Este Espíritu amigo os traerá a la memoria todo cuanto os he enseñado
 Judas de Alfeo- se atrevió a levantarse y a preguntar: “-Maestro... siempre has vivido entre nosotros como un amigo. ¿Cómo te conoceremos cuando ya no te manifiestes a nosotros, sino a través de ese espíritu? Si el mundo no te ve, ¿cómo estaremos seguros de ti? ¿Cómo te mostrarás a nosotros?”
 “-Hijitos míos yo me marcho; vuelvo al Padre. Dentro de muy poco ya no me veréis como lo hacéis ahora, como carne y sangre. Y en muy poco tiempo os enviaré a mi Espíritu, que es igual a mí, excepto por este cuerpo material. Este nuevo enseñante es el Espíritu de la Verdad, que vivirá con cada uno de vosotros, en vuestros corazones. Por tanto, todos los hijos de la luz serán uno. De esta forma, tanto mi Padre como yo podremos vivir en las almas de cada uno de vosotros y también en los corazones de los otros hombres que nos aman y que hacen realidad ese amor, amándose unos a otros como yo, ahora, os estoy amando.”
"-Os digo todo esto para que podáis estar preparados frente a lo que os aguarda y no caigáis en el error. Las autoridades no se contentarán con arrojaros fuera de las sinagogas. Os aviso: se acerca la hora en que aquellos que os maten crean que están haciendo un servicio a Dios. Os harán todo esto porque no conocen al Padre. Y han rehusado conocerle porque han rehusado recibirme. Y ellos rehúsan recibirme cuando os rechazan. Os  cuento estas cosas por adelantado para que, cuando os llegue la hora, como ha llegado ahora la mía, podáis reconfortaros al recordar que todo me era conocido y que mi Espíritu estará con vosotros en todos vuestros sufrimientos.
 Era con este fin por el que he estado hablando tan claramente desde el comienzo. Incluso os he advertido que los enemigos de un hombre pueden ser los de su propia casa. Aunque este evangelio del reino nunca deja de traer gran paz al alma del creyente, no traerá paz a la Tierra hasta que el hombre se muestre deseoso de creer en mi enseñanza con todo su corazón, estableciendo la práctica de hacer la voluntad del Padre como el propósito principal de toda vida mortal.” “Y ahora que os dejo, viendo que ha llegado la hora en que estoy a punto de ir al Padre, estoy sorprendido de que ninguno de vosotros me haya preguntado: "¿Por qué nos dejas?"” “De todas formas, sé que os hacéis estas preguntas en vuestros corazones. Os hablaré con claridad. Como un amigo a otro... “
 Es en verdad provechoso para vosotros que yo me marche. Si no me fuera, el nuevo enseñante no podría venir a vuestros corazones. Debo ser despojado de este cuerpo mortal y restituido a mi lugar, en lo alto, antes de que pueda enviar a ese espíritu enseñante. Y cuando mi Espíritu venga a morar en vosotros, El iluminará la diferencia entre el pecado y la rectitud y os hará capaces de juzgar sabiamente.
 “-Aún tengo mucho que deciros, aunque veo que ya no os tenéis en pie. Cuando el Espíritu venga, Él os conducirá finalmente a toda la Verdad, haciéndoos pasar por las muchas moradas del universo de mi Padre. Este Espíritu no hablará de sí mismo. Os mostrará lo que el Padre ha revelado al Hijo e, incluso, las cosas venideras. El me glorificará, así como yo lo he hecho con el Padre. Él viene después de mí y os revelará mi verdad. Todo lo que el Padre tiene en este dominio es ahora mío. Por tanto, este nuevo enseñante tomará de lo que es mío y os lo manifestará.” “Dentro de muy poco os dejaré, aunque por poco tiempo. Después, cuando volváis a verme, yo estaré ya camino de mi Padre. Entonces, incluso, no me veréis por mucho tiempo
¿En breve voy a dejaros y, cuando me veáis, será por poco tiempo, pues estaré camino del Padre? “-¿Os preguntáis qué quise decir cuando hablé de que dentro de muy poco no estaría ya con vosotros y que, cuando me viéseis otra vez, estaría de camino a mi Padre? Os he hablado claramente El Hijo del Hombre debe morir, pero se volverá a levantar. ¿Es que no podéis discernir el significado de mis palabras? Primero os apenaréis. más tarde, cuando estas cosas hayan sucedido, os regocijaréis con todos aquellos que lo comprendan.
 Una mujer está verdaderamente afligida a la hora del parto. Pero, una vez libre del hijo, olvida de inmediato su angustia ante la alegría de saber que ha traído un hombre al mundo. Y así estáis: a punto de afligiros ante mi partida. Pero pronto os volveré a ver y, entonces, vuestra tristeza se convertirá en regocijo. Y recibiréis una nueva revelación sobre la salvación de Dios. Una revelación que ningún hombre podrá arrebataros.
Y todos los mundos serán benditos en esta misma revelación de vida, al llevar a cabo el derrocamiento de la muerte. Hasta ahora habéis hecho todas vuestras peticiones en nombre de mi Padre. Después de que volváis a verme, también podréis pedir en mi nombre y yo os oiré.” “Aquí abajo os he enseñado en proverbios y os he hablado en parábolas. Lo  hice así porque sólo erais niños en el espíritu. Pero ha llegado el tiempo en que os hablaré claramente con respecto al Padre y a su reino. Y lo haré porque el mismo Padre os ama y desea ser plenamente revelado a vosotros. El hombre mortal no puede ver al Padre espíritu. Por eso he venido al mundo: para mostrároslo. Cuando el crecimiento del Espíritu os perfeccione, entonces veréis al mismo Padre.
Durante quince o veinte minutos, departieron amistosamente, rememorando algunas de las experiencias de su vida en común. Después, todos ocuparon sus respectivos puestos.
-El Maestro, en pie, les habló así: “-Mientras permanezco con vosotros, bajo la forma de carne, no puedo ser más que un individuo en medio del mundo. Pero, cuando haya sido liberado de esta investidura de naturaleza mortal, podré volver como Espíritu y morar en cada uno de vosotros y en los otros creyentes en este evangelio del reino. Así, el Hijo del Hombre se volverá una encarnación espiritual en las almas de todos los creyentes verdaderos.” "Cuando haya vuelto a vosotros en Espíritu podré guiaros mejor a través de esta vida y de las muchas moradas de la vida futura, en el cielo de los cielos. “La vida en la eterna creación del Padre no es un descanso, una ociosidad sin fin... o una egoísta comodidad, sino una incesante progresión en gracia, verdad y gloria.

 Cada una de las muchas moradas en la casa de mi Padre es un lugar de paso, una vida diseñada para que os sirva de preparación para la siguiente. Y así, los hijos de la luz seguirán de gloria en gloria hasta que alcancen el estado divino (en el que serán espiritualmente perfectos), al igual que el Padre es perfecto en todas las cosas."
 “-Si me seguís cuando os deje, poned vuestros más ardientes esfuerzos en vivir de acuerdo con el Espíritu de mis enseñanzas y con el ideal de mi vida: hacer la voluntad de mi Padre. Haced esto en lugar de intentar imitar mi natural vida en la carne...” “El Padre me envió a este mundo, pero sólo unos pocos han elegido recibirme en plenitud.
 Yo verteré mi Espíritu sobre toda carne, pero no todos los hombres elegirán recibir a este nuevo enseñante como guía y consuelo de su alma. Sin embargo, los que lo reciban se verán iluminados, limpios y  confortados. Y este Espíritu de la Verdad se transformará en ellos en un pozo de agua viva, manando a la vida eterna.” “Y ahora, puesto que estoy a punto de dejaros, quiero transmitiros palabras de consuelo. Os dejo la paz. Mi paz os doy. Y doy estos dones, no como los da el mundo, por medidas. Doy a cada uno de vosotros todo lo que seáis capaces de recibir. No permitáis que vuestro corazón se turbe, ni que se muestre temeroso. Yo he superado al mundo y en mí, todos triunfaréis por la fe. Os he advertido que el Hijo del Hombre será muerto, pero os aseguro que volveré antes de ir al Padre, aunque sólo sea por un poquito.
Y después que haya ascendido al Padre, con seguridad enviaré al nuevo enseñante para que habite en vuestros mismos corazones. Y cuando veáis que llega el momento en que todo esto ocurre, no os consternéis. Creed. Tanto más cuanto que lo sabíais con antelación. Os he amado con gran afecto y no os dejaría, pero es la voluntad del Padre. Mi hora ha llegado.” “No dudéis de estas verdades, aunque os halléis dispersos en el extranjero a causa de las persecuciones o abatidos por muchas penas. Cuando os sintáis solos en el mundo, yo sabré de vuestra soledad, de la misma forma que vosotros sabreis de la mía cuando dejéis al Hijo del Hombre en manos de sus enemigos. La diferencia es que yo nunca estoy solo. El Padre siempre está conmigo. Incluso en esos momentos rogaré por vosotros. Os he dicho todas estas cosas para que podáis tener paz y la tengáis abundantemente.
En este mundo tendréis tribulaciones, pero estad de buen humor. Yo he triunfado en el mundo y os he mostrado el camino hacia la eterna alegría y hacia el servicio eterno. No dejéis que se turbe vuestro corazón... ni le dejéis tener miedo.
El Maestro fue a situarse frente al diván ocupado por Juan Zebedeo. Éste se levantó al punto. Y el Galileo, en un cálido y entrañable tono, le dirigió las siguientes palabras de despedida: “-Tú, Juan, eres el más joven de mis hermanos. Has estado muy cerca de mí y, aunque os amo a todos con el mismo afecto que un padre tiene por sus hijos, fuiste designado por Andrés como uno de los tres que siempre debía estar cerca de mi.
Además de esto has actuado por mí mismo y debes continuar así, trabajando en favor de los asuntos relacionados con mi familia en la Tierra. Yo voy al Padre, Juan, teniendo plena confianza en que seguirás velando por aquellos que son míos en la carne. Cuida que su presente confusión, respecto a mi misión, de ninguna manera te impida darles toda la simpatía, consejo y ayuda que, lo sabes, yo les daría si debiese permanecer en la carne.” “Y ahora, mientras entro en las horas finales de mi carrera en la Tierra, permanece cerca, a mano, para que pueda dejar cualquier mensaje a mi familia.
 Por lo que respecta a mi obra, puesta en mis manos por el Padre, está terminada, con excepción de mi muerte en la carne. Y estoy preparado para beber esta última copa. “En cuanto a las responsabilidades dejadas por José, mi padre en la Tierra, así como yo las he atendido durante mi vida, ahora dependo de ti para que actúes en mi lugar, resolviendo estos asuntos. Y te he elegido para que hagas esto por mí, Juan, porque eres el más joven y, por tanto, es probable que sobrevivas a los otros apóstoles.”
“- Una vez te llamé a ti y a tu hermano hijos del trueno. Comenzaste con nosotros con una mente recia e intolerante. Pero has cambiado mucho desde que me rogaste que hiciera caer fuego del cielo contra los ignorantes e irreflexivos no creyentes. Y aún debes cambiar más. Tienes que llegar a ser el apóstol del nuevo mandamiento que os he dado esta noche. Dedica tu vida a enseñar a tus hermanos a amarse los unos a los otros como yo os he amado.”
 Cuando hubo terminado, un incontenible gimoteo empañó el silencio de los allí reunidos. Juan estaba llorando. Y con la voz entrecortada, respondió: “-Y así lo haré, Maestro. Pero ¿cómo puedo aprender a amar a mis hermanos?” “-Aprenderás a amar más a tus hermanos cuando aprendas a amar primero a su Padre del cielo y cuando llegues a estar verdaderamente interesado en el bienestar de todos ellos.., en el tiempo y en la eternidad.
 Y todo este interés humano se ve favorecido con el servicio generoso, con la comprensión, con la simpatía y con el perdón ilimitado. Ningún hombre despreciará tu juventud. Pero te exhorto a que concedas siempre la debida consideración al hecho de que la vejez representa, normalmente, experiencia. Y nada en los asuntos del hombre puede reemplazar a la auténtica experiencia. Esfuérzate en vivir apaciblemente con todos los hombres. En especial con tus amigos en la hermandad del reino celestial. Y recuerda siempre, Juan: no luches con las almas que podrías ganar para el reino.”

Jesús se dirigió al diván de Simón el Zelote; pero antes pasó por el Diván de Judas, permaneciendo allí unos segundos quieto, inmóvil  y en silencio. Fue un momento de suma  tristez para el Maestro.
-Tú eres un verdadero hijo de Abraham. ¡Pero cuánto tiempo he tratado de convertirte en un hijo del reino celestial!... Te quiero y también todos tus hermanos. Sé que me amas, Simón, y que amas también el reino, pero continúas intentando que este reino sea de acuerdo con tu gusto. Sé muy bien que, finalmente, comprenderás la naturaleza espiritual y el significado de mi evangelio y que realizarás un valiente trabajo en su proclamación. Pero estoy preocupado por lo que pueda ocurrirte cuando me vaya. Me alegraría saber que no dudarás. Sería feliz si pudiese saber que, después que vaya al Padre, no dejarás de ser mi apóstol y que te comportarás aceptablemente como embajador del reino celestial.”
 “-Maestro, no temas por mi lealtad. He vuelto la espalda a todo para poder dedicar mi vida al establecimiento de tu reino en la Tierra y no fallaré. Hasta ahora he sobrevivido a todas las decepciones y no te abandonaré.”
El Maestro replicó con cierta crudeza: “-Es realmente refrescante oírte hablar así en un momento como éste. Pero, mi buen amigo, todavía no sabes de lo que estás hablando. Ni por un momento dudaría de tu lealtad o devoción. Sé que no vacilarías en ir adelante en la lucha y en morir por mí, como lo harían éstos...”  Pero no se requerirá eso de vosotros. Os he dicho repetidamente que mi reino no es de este mundo y que mis discípulos no lucharán para llevar a cabo su establecimiento. Os lo he dicho muchas veces, Simón, pero no queréis  enfrentaros a la verdad. No estoy preocupado por vuestra lealtad hacia mí o hacia el reino. Pero ¿qué haréis cuando me marche y despertéis al fin y os deis cuenta que no habéis comprendido el significado de mi enseñanza y que tenéis que ajustar vuestros conceptos erróneos a otra realidad?”

“-Ninguno de mis apóstoles es más sincero y honesto de corazón que tú, pero ninguno estará tan abatido y perturbado como tú después que yo me vaya. Durante tu desaliento, mi espíritu morará en ti y éstos, tus hermanos, no te abandonarán. No olvides lo que te he enseñado sobre la relación entre los ciudadanos del mundo y la "ciudadanía" de los otros hijos: los del reino de mi Padre. Medita bien todo lo que te he dicho sobre dar al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios y a mí lo que es mío. Dedica tu vida, Simón, a mostrar cuán aceptablemente puede el hombre mortal cumplir mi precepto referente al reconocimiento simultáneo del deber temporal para con los poderes civiles y el servicio espiritual en la hermandad del reino.
Si eres enseñado por el Espíritu de la Verdad, nunca habrá conflicto entre las obligaciones que impone la ciudadanía de la Tierra y las de ser hijos del cielo.., a no ser que los dirigentes temporales pretendan de vosotros el homenaje y adoración que sólo pertenecen a Dios. Y ahora, Simón, cuando veas finalmente todo esto, te hayas sacudido la depresión y salgas adelante, proclamando con gran poder esta buena nueva, nunca olvides que yo estaba contigo, incluso en toda tu época de descorazonamiento y que continuaré contigo hasta el mismo fin.
Siempre serás mi apóstol y, cuando llegues a ver con el ojo del Espíritu y sometas plenamente tu voluntad a la del Padre del cielo, entonces volverás a trabajar como mi embajador. A pesar de tu lentitud en comprender las verdades que te he enseñado, nadie te quitará la autoridad que te he dado. Así, Simón, te aviso una vez más: los que luchan con la espada, mueren con la espada. Sin embargo, los que trabajan en el Espíritu consiguen la vida eterna en el reino y la paz y la alegría en la Tierra.
 Cuando la misión encomendada a tus manos haya sido terminada en el mundo, tú, Simón, te sentarás conmigo en mi reino. Y verás realmente el reino por el que has suspirado. Pero no será en esta vida. Continúa creyendo en mí y en lo que te he revelado y recibirás el regalo de la vida eterna.”

 A continuación, el Maestro se situó frente a Mateo Leví. “-Ya no te corresponderá cuidar de la caja del grupo apostólico. Pronto, muy pronto, todos os dispersaréis. No os será permitido disfrutar siquiera del reconfortante y continuo apoyo de uno solo de vuestros hermanos. Cuando vayáis predicando este evangelio del reino tendréis que buscar nuevos compañeros. Os he enviado de dos en dos durante el tiempo de entrenamiento, pero, ahora que os dejo, después que os hayáis recuperado del golpe, iréis solos y hasta los confines de la Tierra, proclamando esta buena noticia: que los mortales vivificados en la fe son los hijos de Dios.”
Pero, Maestro, ¿quién nos enviará y cómo sabremos a dónde ir? ¿Nos enseñará Andrés el camino?” “-No, Leví - Andrés ya no os dirigirá en la proclamación del evangelio. En verdad, continuará como vuestro amigo y consejero hasta el día en que llegue el nuevo maestro. Entonces, el Espíritu de la Verdad os guiará al extranjero para que trabajéis por la ampliación del reino.
Muchos cambios han sobrevenido sobre vosotros desde aquel día, en la casa de aduanas, cuando, por primera vez, empezasteis a seguirme. Pero muchos más deben ocurrir antes de que podáis contemplar la visión de una hermandad en la que gentiles y judíos se sienten en asociación fraternal. Pero seguid adelante en vuestras prisas por ganar a vuestros hermanos judíos. Cuando estéis totalmente satisfechos, volved entonces con fuerza hacia los gentiles. De una cosa puedes estar seguro, Leví: has ganado la confianza y el afecto de tus hermanos. Todos te quieren.
 “-Leví, sé de tus ansiedades, sacrificios y trabajos para mantener llena la caja. Tus hermanos no lo han sabido. Y me siento contento de que, aunque el que lleva la bolsa no está, el embajador publicano esté aquí, en mi reunión de despedida, con los mensajeros del reino. Ruego porque puedas discernir el  significado de mi enseñanza con los ojos del espíritu.
 Y cuando el nuevo maestro llegue a tu corazón, sigue adelante. Él te guiará. Y muestra a tus hermanos y a todo el mundo lo que el Padre puede hacer con un odiado recaudador de impuestos, que se atrevió a seguir al Hijo del Hombre y a creer en el nuevo reino. Incluso desde el principio, Leví, te quise como quise a estos otros galileos.
Sabiendo entonces muy bien que ni el Padre ni el Hijo tienen en cuenta a las personas, mira de no hacer esas distinciones entre los que lleguen a ser creyentes en el evangelio a través de tu ministerio. Y así, Mateo, dedica toda tu vida de servicio futuro a mostrar a los hombres que Dios no tiene en cuenta la posición de las personas. Que, a la vista del Padre y en la hermandad del reino, todos los humanos son iguales, todos son hijos de Dios.”

El Maestro se encaminó hacia Santiago Zebedeo, el hermano de Juan, diciéndole:
 “-Santiago, cuando tú y tu hermano pequeño llegasteis una vez hasta mí, buscando preferencias en los honores del cielo y os respondí que esos honores eran otorgados por el Padre, os pregunté si seríais capaces de beber mi copa. Los dos respondisteis que sí.
 Aunque ni entonces ni ahora estéis preparados para ello, pronto estaréis dispuestos para tal servicio, a causa de la experiencia que estáis a punto de atravesar. Por aquel comportamiento reñiste a tus hermanos. Si todavía no te han perdonado del todo, lo harán cuando vean que bebes mi copa.
Tanto si tu ministerio es largo o corto, conserva tu alma en paz. Cuando el nuevo maestro venga, deja que te enseñe el equilibrio de la compasión y esa amable tolerancia que nace de la sublime confianza en mí y en la perfecta sumisión a la voluntad del Padre.
 Dedica tu vida a demostrar afecto humano y dignidad divina combinados. Y todos los que vivan así revelarán la buena nueva, incluso en la forma de su muerte. Tú y tu hermano Juan iréis por distintos caminos y uno de vosotros puede que se siente conmigo en el reino eterno mucho antes que el otro...”
 “-Os ayudaría mucho saber que la verdadera sabiduría comprende discreción y coraje a un mismo tiempo. Aprenderéis sagacidad, para que acompañe a vuestra agresividad. Llegarán supremos momentos en los que mis discípulos no dudarán en dar sus vidas por este nuevo reino; pero, en las demás circunstancias, en las ordinarias, será mejor aplacar la ira de los no creyentes para que podáis vivir y continuar predicando las buenas noticias.
Mientras tengáis fuerzas, vivid largamente para que vuestra labor sea fructífera en almas ganadas para el reino celestial.”

Jesús caminó hasta el final de la mesa. allí se encontraba Andrés,
 “Andrés, me has representado con fidelidad como cabeza de los embajadores del reino celestial. Aunque hayas dudado muchas veces y en otras ocasiones. Hayas manifestado una clara y peligrosa timidez, así y con todo, siempre has sido sinceramente justo en tus relaciones con tus compañeros.
 Desde tu ordenación y la de tus hermanos como mensajeros del reino has sabido gobernarte a ti mismo en los asuntos administrativos del grupo. En ningún otro asunto temporal he actuado para dirigir o influir tus decisiones. Y lo hice así para enseñarte, con vistas a tus deliberaciones en los grupos futuros. En mi universo y en el universo de los universos de mi Padre, a nuestros hijos-hermanos se les trata como individuos en todas sus relaciones espirituales. Pero en las de grupo procuramos que exista una dirección.
 Nuestro reino es un reino de orden y, donde dos o más criaturas actúen en cooperación, siempre existe esa autoridad.” “Y ahora, Andrés, puesto que eres el jefe de tus hermanos por la autoridad de mi nombramiento y puesto que así has servido, como mi representante personal, ya que estoy a punto de marcharme e ir a mi Padre, te libero de toda responsabilidad en lo concerniente a los asuntos temporales y administrativos.
 De ahora en adelante puedes no ejercer jurisdicción sobre tus hermanos, excepto la que hayas ganado por tu capacidad como líder espiritual y que ellos reconozcan libremente. Desde este momento puedes no ejercer ninguna autoridad sobre tus hermanos, a no ser que ellos te la restauren. Pero esta liberación como cabeza administrativa del grupo de ninguna manera disminuye tu responsabilidad moral para hacer todo lo que esté en tu mano respecto al mantenimiento de la unión de todos éstos en el periodo de prueba que se avecina.
 De ahora en adelante sólo ejerceré autoridad espiritual sobre y entre vosotros.” “Si tus hermanos desean retenerte como consejero, te digo que debes hacer todo lo que puedas para promocionar la paz y la armonía, tanto en los asuntos temporales como espirituales entre los grupos de sinceros creyentes en el reino. Dedica el resto de tu vida a impulsar los aspectos prácticos del amor fraterno. Sé amable con mis hermanos en la carne. Manifiesta una devoción amorosa e imparcial a los griegos del oeste y a Abner, del este. Aunque éstos, mis apóstoles, van a ser esparcidos muy pronto por los cuatro confines de la Tierra para proclamar la buena nueva de la salvación, debes mantenerles unidos durante el tiempo de prueba que se avecina. En esa época debéis aprender a creer en esta buena nueva sin mi presencia personal.
Y así, Andrés, aunque no recaigan en ti las grandes labores que ven los hombres, conténtate con ser el maestro y consejero de los que las hacen. Sigue adelante con tu trabajo en la Tierra hasta el final y así continuarás este ministerio en el reino eterno. ¿No te he dicho muchas veces que tengo otras ovejas que no son de este rebaño?”.

A los gemelos Alfeo les anunció: “-Hijitos míos. Vosotros sois uno de los tres grupos de hermanos que eligió seguirme... Los seis habéis trabajado bien y en paz con vuestra propia carne y sangre. Pero nadie lo ha hecho mejor que vosotros. Se avecinan tiempos duros... Puede que no comprendáis todo lo que va a suceder, pero no dudéis que una vez fuisteis llamados para la tarea del reino. Por algún tiempo no habrá multitudes a quienes dirigir. Pero no os descorazonéis. Cuando vuestro trabajo en esta vida haya concluido, os recibiré en lo alto y allí, en la gloria, hablaréis de vuestra salvación a los ejércitos seráficos y a las multitudes de los altos Hijos de Dios.
 Dedicad vuestra vida a engrandecer las tareas triviales. Mostrad a todos los hombres y a los ángeles cuán alegre y valiente puede llegar a ser el hombre mortal. Y tras vuestra época al servicio de Dios, volved a las labores de los días pasados.
 Si, por el momento, veis concluido vuestro trabajo en los asuntos exteriores del reino, volved a las faenas cotidianas. Y hacedlo con la nueva luz de la experiencia de saberos hijos de Dios.
 A vosotros, que habéis trabajado conmigo, todo se os ha hecho sagrado. Toda labor terrenal ha llegado a ser un servicio al Dios Padre. Y cuando oigáis noticias de los hechos de vuestros anteriores compañeros apostólicos, regocijaros con ellos y continuad vuestra labor diaria como los que esperan en Dios y sirven mientras esperan.  Habéis sido mis apóstoles y siempre lo seréis y os recordaré en el reino que ha de llegar.”

Felipe fue el siguiente. En pie, como el resto, escuchó atentamente a su rabí: “-Felipe, me has formulado muchas y locas preguntas. Y he hecho lo posible para responder a todas ellas. Ahora contestaré a la última que ha surgido en tu muy honesta, aunque poco espiritual mente. Todo el tiempo he estado acudiendo a ti, mientras te preguntabas: "Qué haré si el Maestro se marcha y nos deja solos en el mundo?" ¡Oh, tú, hombre de poca fe! Y así y con todo, tienes casi tanta como muchos de tus hermanos... Has sido un buen sirviente, Felipe.
 Nos fallaste pocas veces. Y uno de los fallos lo utilizamos para manifestar la gloria del Padre...” Tu oficio de servidor está a punto de concluir, deberás hacer el trabajo para el que fuiste llamado: la predicación de la buena nueva.
 Felipe, siempre has querido que se muestren las cosas. Pronto verás grandes hechos. Puesto que has sido sincero, incluso en tu visión material, vivirás para ver cumplidas mis palabras. Y entonces, cuando seas bendecido con visión espiritual, sigue adelante en tu trabajo, dedicando tu vida a la conducción de la Humanidad hacia la búsqueda de Dios y de las realidades espirituales, pero con los ojos de la fe; no con los de la mente material.
 Recuerda, Felipe, tienes una gran misión en la Tierra. El mundo está lleno de hombres que miran la vida como tú lo has hecho. Tienes un gran trabajo por hacer, y, cuando esté terminado, vendrás a mí, en mi reino y tendré gran placer en enseñarte lo que no ha visto el ojo, escuchado el oído ni concebido la mente mortal.
 Entretanto, sé como un niño pequeño en el reino del Espíritu y permíteme, como Espíritu del nuevo maestro, guiarte hacia el reino espiritual. De esta forma podré hacer mucho por ti: lo que no pude llevar a cabo cuando permanecí contigo como un mortal.
Y recuerda siempre, Felipe: quien me haya visto, ha visto al Padre.”

Los pasos del Maestro se dirigieron al siguiente diván: el de Bartolomé o Natanael Y le habló así: “-Natanael, has aprendido a vivir por encima de los prejuicios y a practicar una tolerancia cada vez mayor, puesto que te hiciste mi apóstol. Pero aún hay mucho que aprender. Has sido una bendición para tus compañeros, siempre amonestados con tu sinceridad. Cuando me haya ido, puede que tu franqueza interfiera en las relaciones con tus hermanos, tanto con los antiguos como con los nuevos. Debes aprender que incluso la expresión de un buen pensamiento tiene que ser modulada de acuerdo con el nivel intelectual y el desarrollo espiritual del que escucha.
 La sinceridad es más útil en las tareas del reino cuando se casa con la discreción.” “Sí aprendieses a trabajar con tus hermanos podrías finalizar muchas más cosas. Pero si te encuentras a ti mismo en la búsqueda de aquellos que piensan como tú, en ese caso, dedica tu vida a demostrar que el discípulo conocedor de Dios puede llegar a ser un constructor del reino, incluso cuando esté solo y separado de sus hermanos creyentes. Sé que serás fiel hasta el final. Y algún día te daré la bienvenida al amplio servicio de mi reino, en lo alto.”
 Bartolomé se dirigió entonces al rabí, preguntándole: “-He escuchado tus enseñanzas desde la primera vez que me llamaste al servicio de este reino. Pero, honestamente, no puedo comprender todo el significado de lo que nos dices. No sé qué más debemos esperar. Y creo que la mayoría de mis hermanos están perplejos, al igual que yo, aunque dudan en confesar su confusión. ¿Puedes ayudarme?”
“-Amigo mío -respondió el Cristo al instante-, no es extraño que te encuentres perplejo en tu intento por comprender el significado de mis enseñanzas espirituales. Arrastráis el preconcepto de la tradición judía y os empeñáis en interpretar mis palabras de acuerdo con las enseñanzas de los escribas y fariseos. Os he enseñado por la palabra de mi boca y he vivido mi vida entre vosotros. He hecho lo posible para alumbrar vuestras mentes y liberar vuestras almas, pero lo que no habéis conseguido hasta ahora por mis enseñanzas, debéis adquirirlo de la mano de ese maestro de maestros: la experiencia real.
 En esa nueva andadura, yo iré por delante y el Espíritu de la Verdad estará con vosotros. No temáis. Lo que ahora no podéis comprender, el nuevo maestro, cuando haya venido, os lo revelará en esta vida y en vuestro aprendizaje en el tiempo sin tiempo.”
Jesús dirigió entonces su voz hacia el centro de la mesa: “-No os turbéis porque no podáis asimilar todo el significado de esta buena nueva. No sois más que hombres finitos y mortales y lo que os he enseñado es infinito, divino y eterno. Sed pacientes. Tened valor. Tenéis las edades eternas ante vosotros. En ellas continuaréis vuestra progresiva perfección, así como vuestro Padre del Paraíso es perfecto.

Jesús caminó hacia Tomás Y le dijo: “-Tomás. A menudo te ha faltado la fe. Sin embargo, a pesar de esos momentos de duda, nunca has carecido de coraje. Sé muy bien que los falsos profetas y maestros no te engañarán. Después que me haya ido, tus hermanos apreciarán mucho más tu forma crítica de ver y enjuiciar las enseñanzas.
 Y cuando todos os disperséis por los confines de la Tierra, recuerda que aún eres mi embajador. Dedica tu vida a la gran obra de mostrar cómo la mente crítica material puede triunfar sobre la inercia de la duda intelectual, cuando se enfrenta con la demostración de la manifestación de la verdad viva.”
“Tomás, estoy contento de que te hayas unido a nosotros. Y sé que, tras un corto período de perplejidad, seguirás adelante, en el servicio del reino. Tus dudas han confundido a tus hermanos, pero no a mí. Tengo confianza en ti e iré delante tuyo a los más remotos lugares de la Tierra.”
Y Jesús, lentamente, fue a situarse frente a uno de sus hombres más difíciles y queridos: Simón Pedro.
“-Pedro, sé que me amas. Y sé que dedicarás tu vida a la proclamación pública de este evangelio del reino a judíos y gentiles. Pero estoy apenado... Tus años de tan firme asociación conmigo no te han ayudado lo suficiente a pensar antes de hablar...
“-... ¿Qué experiencia debes vivir para que aprendas a ser cauteloso con tu boca? ¡Cuántos problemas nos has dado por tu irreflexión y por tu presuntuosa confianza en ti mismo! Y estás destinado a crearte muchos más si no dominas esa debilidad. Sabes que, a pesar de ese defecto, tus hermanos te aman. Y debes entender igualmente que esa debilidad de ningún modo disminuye mi afecto hacia ti. Pero te resta eficacia y multiplica tus problemas.
Sin duda, la experiencia que pasarás esta noche te será de gran ayuda. Y lo que ahora te digo, Simón Pedro, sirve también para todos los aquí reunidos: esta noche correréis grave peligro de tropezar conmigo. Sabéis que está escrito: "El Pastor será castigado y las ovejas esparcidas fuera." Cuando esté ausente habrá el riesgo de que algunos de vosotros sucumbáis ante la duda y tropecéis por lo que a mí me suceda. Pero ahora mismo os prometo que volveré por un corto tiempo y que, entonces, entraré en Galilea.”

Pedro no tardó en replicar: “-No importa si todos mis hermanos sucumben ante la duda por tu causa. Prometo que no tropezaré con nada que tú puedas hacer. ¡Iré contigo! ¡Y, si es necesario... moriré por ti!”
 “-Pedro, en verdad, en verdad te digo que esta noche no cantará el gallo antes de que me hayas negado... tres o cuatro veces.” lo que no has conseguido aprender de tu pacífica unión conmigo, lo asumirás entre problemas y penas.
 Y cuando hayas entendido esta necesaria lección, deberás reconfortar a tus hermanos y seguir adelante, llevando una vida entregada a la predicación. Aunque puedas ir a prisión y, quizá, seguirme, pagando el precio supremo por el amoroso servicio en la construcción del reino del Padre.”
 “-Pero recuerda mí promesa: cuando haya resucitado, me quedaré con vosotros un tiempo antes de ir al Padre. Incluso esta noche haré súplicas para que os fortalezca ante lo que debéis soportar. Os amo a todos con el amor con que el Padre me ama y, por tanto, de ahora en adelante, debéis amaros los unos a los otros como yo os he amado.”

El grupo se puso en pie y, dirigidos por Jesús de Nazaret, entonó un cántico. Hacia las 22.30 horas de aquel jueves, 6 de abril del año 30, una vez finalizado el himno, los apóstoles empezaron a bajar hacia el piso inferior, Jesús fue el último. Se despidieron de la familia de los Marcos y emprendieron el camino de regreso al campamento. “La última cena” había concluido.

Las mujeres y los cuarenta o cincuenta discípulos que aguardaban en el campamento recibieron al Maestro y a sus apóstoles con gran alegría. Pero aquel entusiasmo no tardaría en venirse abajo. La causa, una vez s, fue Judas.
Al cerciorarse de que el Iscariote tampoco había hecho acto de presencia en Getsemaní, algunos de los hombres del Nazareno empezaron a sospechar que la alusión del Maestro durante la cena, sobre una inminente traición, tenía mucho que ver con el desaparecido.


Fuente: CABALLO DE TROYA, JJ BENÍTEZ.



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