TERCERA SEMANA EN EL HERMÓN



Del domingo, 2 de septiembre, al sábado, 8, la estancia en las cumbres del Hermón experimentó un interesante cambio. Interesante para estos exploradores, claro está...Jesús continuó con sus habituales retiros, pero, en tres de aquellas jornadas, tuvimos la fortuna de acompañarlo. Ocurrió el lunes, 3 de septiembre, el Galileo, feliz y sonriente, nos sacó prácticamente de la tienda. Y señalando las nieves del Hermón anunció eufórico:

JN__ ¡Acompañadme!... Los detalles también son importantes.

Tomamos unas provisiones y, medio dormidos, nos dispusimos a seguirlo. Entonces, al hacerme con la «vara de Moisés», el rabí, autoritario, ordenó:

JN__ No, Jasón... No temas. Ab-bá vela.

Una brisa fresca, limpia y moderada nos recibió complacida. El Maestro, canturreando uno de los salmos, recogió los cabellos, amarrándolos en su acostumbrada cola. Después, sonriendo, rebosante de una paz y felicidad difíciles de explicar, comentó:

JN__ ¡Permaneced tranquilos!... ¡Es el turno de mi Padre!

 Nos guiñó un ojo y, despacio, se alejó hacia una de las cercanas y chorreantes lenguas de nieve. Aquella estampa, de nuevo, me maravilló. ¡Jesús de Nazaret caminando sobre la blanca y crujiente nieve! Al poco se detuvo. Alzó los brazos y levantó el rostro hacia el azul purísimo de los cielos. Y así permaneció largo rato. Entonces creí entender el porqué de sus enigmáticas palabras. «¡Acompañadme!... Los detalles también son importantes.»

Por supuesto que lo eran. A decir verdad, nunca, hasta ese momento, le vimos en comunicación con Ab-bá. Nunca, que yo recuerde, habíamos asistido a la majestuosa y, al mismo tiempo, sencilla escena de un Jesús en oración. El Maestro no rezaba como el resto de los judíos. Al menos, en privado...Jesús rezaba como el que conversa con un amigo muy querido. Y lo hacía sobre la marcha: en pie, sentado, tumbado, mientras cocinaba, en pleno baño o en mitad del trabajo...Recuerdo que ese día, cuando interrumpió (?) la «conversación» con el Jefe para dar buena cuenta de las provisiones, quien esto escribe, sin poder sujetar la curiosidad, le interrogó sobre aquella extraña forma de orar.

 ¿Extraña? -preguntó a su vez el Hijo del Hombre-. ¿Y por qué extraña?

J__ Digamos que no es muy normal...

El Galileo adelantó parte de la respuesta con un negativo movimiento de cabeza. Y volvió a interrogarnos.

JN__ Decidme: ¿qué entendéis vosotros por rezar?

 Ahí nos pilló. Y ambos, humildemente, confesamos que jamás rezábamos. El Maestro, entonces, sonriendo, afirmó rotundo:

JN__ ¡Pues ya va siendo hora...! Es muy fácil... La oración, en realidad, no es otra cosa que una charla con la «chispa» que os habita. Vosotros habláis. Conversáis con Él. Exponéis vuestros problemas y, sobre todo, vuestras dudas. Y Él, sencillamente, responde.

J__ Y tú, Señor, ¿qué problemas tienes?... Te hemos observado y no has parado de hablar con Él durante toda la mañana...

 Bien -replicó complacido-, de eso se trataba: de que captéis también los «detalles»...

JN__ En cuanto a tu pregunta, mi querido e indiscreto «pinche», yo no tengo problemas. Durante estos retiros, lisa y llanamente, cambio impresiones con Él. Repasamos la situación y, digámoslo así, me preparo para lo que está por venir.

 ¡Genial! -clamó el ingeniero-. ¡Una reunión en la «cumbre»!

JN__ Algo así...

J__ Entonces -intervine desconcertado-, si no he entendido mal, cuando rezas, cuando hablas con el Jefe, no pides nada...

JN__ ¿Pedir? No, Jasón, con Él, eso es una solemne pérdida de tiempo. Lo habéis oído y lo repetiré muchas veces. Ab-bá es AMOR. Recuerda: con mayúsculas. Él te sostiene y te da... antes de que tú abras los labios. Todo cuanto te rodea, cuanto tienes y puedas tener, es consecuencia de su AMOR. ¿Recuerdas?...

J__ Sí, con mayúsculas.

 Muy bien -rió satisfecho-. Veo que aprendes rápido. Y añadió feliz:

JN__ ¡No seáis tontos! Cuando habléis con Él... ¡exprimidlo! ¡Sacadle el jugo! ¡Pedidle únicamente información y respuestas!... En eso no falla.

  Nos hizo un guiño y, alzándose, se excusó:

JN__ Y ahora, perdonad... Voy a seguir «exprimiéndolo».

La segunda excursión, en la jornada del viernes, 7 de septiembre, fue - ¿cómo lo diría? -... «especial». Sí, especial e intensa como pocas...Al principio, todo fue bien. Normal. rondando la «décima» (las cuatro)-, Jesús abandonó su asilamiento, reuniéndose con estos maltrechos exploradores. Algo notó en nuestros rostros y, al punto, intrigado, preguntó qué sucedía. Al explicarle, sonriendo burlón, exclamó:

JN__ ¡Una osa!... ¿Aquí?... ¡Y yo con estos pelos!...

 Así era aquel Hombre. Aquel magnífico Hombre.

JN__ No temas, Jasón -replicó el Galileo, ratificando mis sospechas-, nada sucede, ni sucederá, sin el consentimiento del Padre.

Y añadió con aquella seguridad de hierro: -¡Estoy en las mejores manos! Entonces, recordando un viejo accidente -su caída por las escaleras exteriores en la casa de Nazaret cuando tan sólo contaba siete años-, pregunté:

__ ¿Y qué me dices de la tormenta de arena que provocó aquel peligroso tropiezo? Podías haberte matado...

La alusión a su ya lejana infancia debió traerle gratos recuerdos. Se aisló unos segundos y, finalmente, sonriendo, exclamó:

JN__ Has hecho un buen trabajo, mi querido embajador, pero recuerda mis palabras: la vida es para VIVIRLA. Con mayúsculas... Y yo he venido también para experimentar la existencia humana. Todo ha sido minuciosa y escrupulosamente medido.

E__ ¿Quieres decir que un ángel te protegió?

JN__ Es más complejo, pero vale...

E__ Entonces reconoces que los ángeles existen...

 Jesús le contempló asombrado.

JN__ Muchacho..., ¿estás sordo?

E__ Todavía no, Señor...

JN__ ¿Cuántas veces tendré que repetirlo? El reino de Ab-bá es un hervidero de vida.

E__ O sea..., ¡existen!

 Y en tal cantidad que no hay medida en la Tierra para sumarlos.

E__ ¿Y cómo son?

JN__ ¿Por qué no esperas a comprobarlo por ti mismo?

E__ ¡Ah!, entonces lo veré cuando pase el «otro lado» ...

JN__ ¿Al «otro lado»?

E__ Ya me entiendes, Señor... Cuando muera.

JN__ Claro, mi querido «pinche». Eso es lo establecido.

E__ ¿Tienen alas?

 Eliseo, cuando se lo proponía, era un terremoto.

JN__ ¿Alas?

E__ ¿Como los pájaros?

JN__ Como los pájaros...

Jesús me miró y, suspirando, comentó derrotado:

JN__ ¿De dónde lo has sacado? ¿Es siempre así?

 Asentí sonriente.

JN__ Si quieres imaginarlos con alas... muy bien. Cuando pases al «otro lado», como tú dices, te llevarás una sorpresa. Dudó y, sin perder la sonrisa, rectificó:

JN__ Mejor dicho, un susto...

E__ ¿Son feos?

JN__ Menos que tú, querido «destrozapatos» ...

E__ Entonces son guapos...

El Maestro volvió a mirarme y musitó:

JN__ ¡Incorregible!...  ¡Maravillosamente incorregible! 

Y, tan resignado como Él, asentí de nuevo.

 ¿Guapos? -terció mi amigo, cayendo en la cuenta de algo que desencadenaría las risas del rabí-.

JN__ ¿Es que no hay guapas?

JN__ Los ángeles son criaturas de luz. Pertenecen a esas «otras realidades» de las que ya te hablé. No disponen de cuerpos físicos. Han sido creados en perfección y no saben de sexos. Son una «realidad» muy parecida a la que os aguarda en el «otro lado» ...

Interrumpió la explicación y, asintiendo con la cabeza, esgrimió casi para sí:

JN__ El «otro lado»... Me gusta la definición.

E__ Y si no hay sexo, ¿cómo se divierten?

¡No seas bruto! -le reproché.

JN__ No importa -terció Jesús-. Me gusta su naturalidad... Hijo mío, ahora no estás capacitado para entenderlo, pero hay otros placeres inmensamente más intensos y gratificantes que el sexo. Te garantizo que, en el «otro lado», no te aburrirás...

J__ Y esos seres de luz, ¿cuidan de los humanos?

JN__ Algunos sí. No todos.

J__ ¡El famoso ángel guardián!

JN__ Los famosos ángeles, Jasón, en plural...

La matización, lógicamente, nos dejó confusos. Y Eliseo lo abordó:

E__ ¿En plural? ¿Cuántos tenemos?

JN__ Esas deliciosas criaturas son creadas siempre por parejas. Son dos en uno. Cada mortal que lo merece, por tanto, recibe un custodio doble.

E__ ¿Y por qué dos?

JN__ Cosas de Ab-bá. Ya sabes que es muy imaginativo...

J Y E ¿Cada mortal que lo merece? ¿Qué has querido decir?

JN__ Observad atentamente: siempre regresamos al principio. Siempre se vuelve al mensaje clave: ponerse en sus manos, hacer su voluntad, desencadena una fuerza arrolladora y magnífica. Pues bien, cuando el hombre toma esa suprema decisión, una pareja de serafines es destinada de inmediato a la custodia del pequeño Dios. Y lo acompañará hasta la presencia del Jefe... y más allá.

 Un momento -clamó el ingeniero desconcertado-.

E__ ¿Y qué pasa con los que nunca han querido... o, incluso, no han podido hacer suya esa gran decisión?

JN__ Mi Padre, también te lo dije, tiene otros métodos y caminos. El Amor no distingue. Vosotros habéis planteado algo concreto y yo he respondido.

J__ ¿quiere eso decir que una mente subnormal, por ejemplo, se halla indefensa?

El Maestro, leyendo en mi corazón, se apresuró a negar con la cabeza. Adoptó un tono más grave y aclaró:

JN__ No, hijo mío. Esas criaturas son especialmente cuidadas por los ángeles al servicio de Ab-bá.

Y subrayó con énfasis:

JN__ ¡Especialmente!

En otras palabras -aventuré-: nadie queda sin protección.

JN__ Querido Jasón, el día que descubras hasta dónde llega el Amor del Padre, esa reflexión te llenará de sonrojo.

J__ Pero, Señor, no entiendo. Si toda criatura humana es guardada y vigilada, ¿qué significado tiene esa pareja de ángeles que aparece cuando se toma la decisión de hacer la voluntad de Ab-bá?

JN__ Muy sencillo. Te dije que el Amor es dinámico. Si tú prosperas, el Amor prospera...

 Entiendo -resumió Eliseo-. Esa pareja «extra» es un lujo.

JN__ Dios es un lujo. Un continuo e inagotable lujo...

E__ Y tú, Señor, como ser humano, ¿cuántos ángeles tienes a tu lado?

El Galileo, divertido, miró a su alrededor. "-Sólo veo dos…

Eliseo, ingenuo, no captó la broma.

E__ ¿Dos? ¿Y cómo son?

Primero, señalándole a él, exclamó entre risas:

JN__ Uno... un «destrozapatos».

A continuación, dirigiéndose hacia quien esto escribe, remachó:

JN__ El otro... un «fregaplatos».

No insistimos. Poco a poco fuimos aprendiendo. Esta clase de «respuestas» marcaba casi siempre un punto final en el asunto que manejábamos.

                                                                        ***************


_ Acabábamos de regresar de la tercera y última excursión a la cumbre de la montaña santa. El Maestro y mi compañero se afanaban en la preparación de la cena. Yo aproveché aquellos minutos y repasé las notas de la jornada anterior. De pronto -no sé por qué- me detuve en una de las frases de Jesús. Curioso. Este explorador la había subrayado. El Maestro, refiriéndose a los ángeles, se expresó así: Y «Son una "realidad" muy parecida a la que os aguarda en el cielo.»

 Quedé pensativo. Por aquel entonces, el tema de la muerte era algo que no me agradaba. Sin embargo, obedeciendo quizá un impulso del subconsciente, lo resalté. Y en ello estaba, contemplando la frase con perplejidad, cuando, sin previo aviso, vi aparecer al Galileo en el interior del refugio. Parecía distraído. Me miró. Sonrió y se excusó:

JN__ ¡Vaya …Me equivocado de tienda…Perdón…Busco la sal…

Dio media vuelta y se dirigió al exterior. Pero, de pronto, se detuvo. Giró la cabeza y, señalando mis escritos, exclamó.

JN__ Yo no dije Semayín

Cuando reaccioné había desaparecido. ¿Semáyin? Caí sobre el diario y, atónito, descubrí que, en efecto, la referida frase de los ángeles se hallaba equivocada. Jesús de Nazaret nunca habló de «cielo» (Semáyin), sino del «otro lado» (ohoran atar). Por supuesto, terminé riendo solo, como un tonto.

 ¿Se equivocó de tienda? Nunca lo creí. ¿Preguntar cómo lo hacía? Ni hablar. Sencillamente, lo hacía...Minutos después, reunidos alrededor de la lumbre, el rabí, guiñándome un ojo, preguntó:

JN__ ¿Tenía o no tenía razón?

Y servidor, como un idiota, replicó:

J__ Sí, pero, en el fondo, viene a ser lo mismo...

JN__ No, Jasón. El cielo, tal y como vosotros lo interpretáis, tiene poco que ver con el «otro lado».

Y así, mágicamente, fue a hablarnos de «algo» a lo que nunca quise enfrentarme. Una realidad, sin embargo, a la que nadie escapa. Mi hermano, captando parte de lo sucedido, le puso el tema en bandeja.

E__ Ya que hablas de la muerte. Señor, dime: ¿no te asusta?

 La respuesta fue categórica. Fulminante.

JN__ Responde primero a otra pregunta: ¿te asusta dormir?

E__ No, pero no veo la relación...

JN__ Es lo mismo.

E__ ¿Morir es dormir?

JN__ Así es, querido «pinche». Sólo eso.

E__ ¿Y después?

JN__ Después... ¡la vida!

 Un momento -se despachó Eliseo, muy consciente de la gravedad de lo que se estaba planteando-, ¿hablas en serio o en parábola?

 Jesús contuvo la risa.

JN__ Muy en serio...

E__ ¿Seguro?

JN__ ¡Segurísimo!

E__ Repítelo otra vez. ¿Es eso cierto?

El Maestro aguardó unos instantes. Borró todo rastro de sonrisa y con la faz grave, muy grave, exclamó:

JN__Yassib!

 Para ese término arameo, que yo sepa, sólo hay dos traducciones: «cierto» y «verdadero».

 ¡Cierto! -repitió el rabí-, eliminando toda suspicacia. Silencio sepulcral... Y nunca mejor dicho. Eliseo y yo nos miramos. Ante semejante y categórica afirmación sólo cabía creer o no creer. El problema era que aquel Hombre jamás mentía. Si Él aseguraba que tras la muerte hay vida... no teníamos alternativa. ¡Hay vida! El ingeniero, sincero, suspiró:

E__ ¡Cómo nos gustaría creerte!

 Jesús, entonces, le salió -nos salió- al paso sin titubeos:

JN__ Vosotros, precisamente, lo sabéis mejor que nadie... ¿A qué vienen ahora esas dudas?

E__ Es que es muy fuerte, Señor...

JN__ Sí, lo sé. Ésa es otra de las razones de mi presencia entre los humanos. Cuando llegue el momento... ya sabéis a qué me refiero, lo verán con sus propios ojos. Verán al Hijo del Hombre resucitado de entre los muertos. Y lo verán con una forma idéntica a la que todos disfrutaréis tras el sueño de la muerte.

E__ Pero, Señor, tú eres Dios. Tú sí puedes hacerlo. Nosotros, en cambio...

JN__ No, hijo mío. Mi resurrección pondrá de manifiesto la gloria del Padre, pero también tendrá una segunda y no menos importante justificación: la esperanza. Te lo dije: sois inmortales. Seréis resucitados.

E__ ¿Seremos? ¿Por quién?

JN__ Justamente por mis ángeles.

E__ ¿Por los pájaros?

JN__ ¿Pájaros? ¿Qué pájaros?

 Tercié en la charla, amonestando a mi compañero. No era momento para bromas. Jesús, sin embargo, me lo reprochó.

JN__ Querido amigo, deja a tu hermano que se exprese. Cuanto más arriba estés en la carrera hacia el Jefe, más gustarás del buen humor. Cuanto más importante y serio es un asunto, más humor necesita... El sentido del humor, no lo olvides, no fue inventado por el hombre. Es cosa de los cielos.

 Eliseo, crecido, fue a los detalles. Y yo, sinceramente, lo agradecí.

E__ Pero, ¿dónde?, ¿cómo?

  El Maestro, feliz, solicitó calma. Y fue desgranando algunas informaciones.

JN__ ¿Recuerdas?: «En la casa de mi Padre hay muchas moradas...»

 Asentimos impacientes.

JN__ Pues eso. En mi reino hay unas estancias... digamos que «especiales», en las que volvéis a la vida. A la verdadera vida.

 Nos observó complacido.

JN__... Tras la muerte, tras ese fugaz sueño, apareceréis en un mundo distinto.

E__ ¿Con casas?, ¿con árboles?, ¿con ríos?.

JN__ Sí, mi impulsivo amigo, igual a éste... pero distinto.

E__ Lo has dicho muchas veces, Señor...

Capté el involuntario error y rectifiqué.

J__ Perdón, lo dirás muchas veces...

JN__ «Cuando llegue la hora despertaréis en un mundo que ni siquiera podéis intuir.»

J__ Ahora dices que es igual a éste, pero diferente. No entiendo...

JN__ Es lógico, Jasón. Decidme: ¿imagináis unos cuerpos, una materia, que son y no son materia? ¿Estáis capacitados para comprender una besar [carne] que, además es or [luz]?
¿Carne y luz al mismo tiempo?

No, no éramos capaces de similar ese concepto. Prosiguió el rabí haciendo un esfuerzo por acercar las palabras a nuestra corta inteligencia.

JN__ cuando os digo que ese espléndido mundo es igual, pero distinto. ¡Materia y luz!

 Eliseo, de pronto, recordó algo que discutimos largamente en la cumbre del Ravid. Y, ni corto ni perezoso, expuso su original y gratificante teoría sobre «MAT-1». El Maestro escuchó atento y visiblemente conmovido. Cuando Eliseo concluyó, sencillamente, le sonrió, aprobando su hipótesis con varios y afirmativos movimientos de cabeza. Fue suficiente. Mi amigo, entusiasmado, pegó un salto y, apretando los puños, gritó:

- ¡Lo sabía!... ¡Mitad materia, mitad luz! Pero el rabí, interviniendo, lo deshinchó en parte: ¿Más o menos, querido «pinche»? Más o menos...Acto seguido, enlazando con algo que repetiría hasta la saciedad, advirtió:

JN__ ¿Comprendéis ahora por qué os pido con tanta insistencia que VIVÁIS la vida? ¿Entendéis por qué he dicho que estoy aquí para experimentar la existencia humana?

J__ Déjame adivinarlo. Parece simple... Miré mis manos y me aventuré. Esta forma de vida es única. Allá, en esos mundos especiales, tendremos otros «cuerpos»... distintos. No podremos vivir como ahora. ¿Te refieres a eso? ¿Estás hablando, Señor, de apreciar y aprovechar esta oportunidad? ¿Nos estás diciendo que VIVAMOS la vida porque no disfrutaremos de otra semejante?

 No respondió. Nos dejó en suspenso unos segundos y, al percibir nuestra ansiedad, sonrió feliz, exclamando:

JN__ ¡Perfecto, Jasón! VIVID intensa y generosamente. Saboread la vida. Disfrutad cada instante. Sabed que esta oportunidad, como dices, es única. Nunca volveréis a este estado. Amad la vida. Respetadla. Compartidla. Usadla con inteligencia y moderación. Os lo dije: es un regalo del Padre.

 Mi hermano, entonces, estalló como un volcán, interrogándolo sin respiro.

E__ Y ahí, Señor, ¿qué se hace? 

JN__ "-Te lo estoy diciendo, pero no escuchas: despertar.

E__ Pero, ¿a qué?

JN__ A la verdadera, a la definitiva vida. Ahí comienzas. Ahí arrancas hacia el Padre.

E__ -¿Se trabaja?

JN__ Por supuesto, aunque al principio todos necesitáis una «limpieza»...

 Notó nuestra perplejidad y aclaró:


JN__ Cuando seáis despertados en ese mundo, todo, prácticamente, será idéntico a lo que acabáis de dejar aquí. Os lo repito: es un simple despertar. Pero los defectos y vicios de la naturaleza humana seguirán pesando... en parte. Y los míos se ocuparán entonces de «limpiarlos». No os preocupéis: la «cura» es rápida y sin dolor. Comprendedlo: en esa otra realidad no cabe la densa y torpe herencia que arrastráis. Os prepararán para un largo, muy largo, camino hacia el Jefe. Un camino cada vez más espléndido. Una senda en la que, poco a poco, la luz dominará a la materia. Y llegará el día en que sólo seréis eso: luz.

E__ Entonces veremos al Jefe...

JN__ ¡Tranquilo, muchacho! Al «Barbas» lo verás... a su debido tiempo.

E__ Mitad luz, mitad materia... ¿Y cómo se sostiene esa materia? ¿Se come en el
«otro lado»?

Jesús parecía esperar la pregunta de Eliseo.

JN__ Se come y se bebe... pero no lo que tú crees.

 Entonces -machacó el ingeniero-, se come y se bebe...

 Jesús asintió en silencio, pero no proporcionó más aclaraciones. Sencillamente, se limitó a repetir lo ya dicho.

JN__ -Seréis como ángeles...

E__ ¿Con esposa o sin esposa?

JN__ Querido «destrozapatos», por favor, escucha cuando hablo...

E__ Ya escucho, Señor...

JN__ Entonces estás sordo.

__No -tercié mordaz-, es que es tonto...

JN__ ¡Silencio, «fregaplatos»!

JN__ ¡Haya paz!... Te decía que en esa nueva realidad no se precisa del sexo, tal y como lo entendéis en la Tierra. Allí no existen esas inclinaciones. Entre otras razones, porque la carne, el cuerpo material, no pasa al «otro lado». Aquí queda y aquí desaparece…

JN__ ¡Maravilloso! -clamó Eliseo-. Entonces, si no hay esposa, tampoco hay suegra...

El Maestro levantó los brazos, exclamando:

JN__ __ -¡Me rindo!

E__ No, por favor... Sujetaré la lengua, pero continúa hablando...

J__ Dices que somos inmortales. Así nacemos. Entonces, ¿por qué no resucitamos por nosotros mismos? ¿Por qué se precisa a tus ángeles?

 Jesús tropezó de nuevo con el gran problema: la limitación de la mente humana. Quien esto escribe ansiaba saber, pero, lo reconozco, quizá me estaba aventurando en cuestiones que iban más allá de mi corto conocimiento. Aun así, el rabí lo intentó.

JN__ Hijo mío, no es mucho lo que puedo decirte... por ahora. Hay criaturas del tiempo y del espacio que no estrenan siquiera su inteligencia. Por múltiples razones se ven privadas de un mínimo de espiritualidad. Pues bien, según lo establecido por Ab-bá, esos humanos no son «despertados» tras la muerte. Deben esperar, en un sueño colectivo, a que llegue su hora. Y no preguntes más. Acepta mi palabra...

J__ ¿Un sueño colectivo?

Entonces creí entender una de las misteriosas frases del Resucitado, pronunciada el 5 de mayo del año 30, en la aparición en la casa de Nicodemo, en la Ciudad Santa:

«...Más que por esto (se refería a su resurrección), vuestros corazones deberían estremecerse por la realidad de esos muertos de una época que han emprendido la ascensión eterna poco después de que yo abandonara la tumba de José de Arimatea"...

J__ Sólo una cuestión, Señor. Otros muchos seres sí disponen de ese mínimo de inteligencia y espiritualidad. ¿Por qué no resucitan por sí mismos?

JN__ También lo hemos hablado, mi querido y olvidadizo ángel. Sois inmortales, sí, y por derecho propio. Así lo ha querido Ab-bá. Pero no confundas inmortalidad con vida.

J__ No comprendo... ¿No es lo mismo?

JN__ Sí y no. La vida precede siempre a la inmortalidad. Ésta, en definitiva, depende de aquélla. Y no olvides que la vida es una prerrogativa del Padre. Yo dispongo de ese poder por su inmensa generosidad. Vosotros, en cambio, no estáis capacitados para ponerla en pie...

 Mi hermano le interrumpió.

E__ ¿Quieres decir que el hombre nunca creará la vida?

JN__ Así es. Mientras pertenezca al reino de lo material... nunca lo conseguirá. ¡Nunca!

 Aquel «nunca!» sonó rotundo. Yo diría que premonitorio. Todo un aviso... para nuestro mundo. Y añadió con idéntica contundencia:

JN__ No lo olvidéis: la vida es sagrada. Es patrimonio del Padre. Abortarla, suprimirla o herirla es un desprecio a quien la entrega... gratuitamente.

__ Mensaje recibido.

E__ Señor, si el cuerpo se queda aquí, en la tierra, ¿qué sucede con la memoria? Cuando pase al «otro lado», cuando tus ángeles me resuciten, ¿recordaré a este «fregaplatos»?

El Maestro, dulcificando el tono, replicó:

JN__ En el «otro lado» recordarás y serás recordado. Reconocerás y serás reconocido. Ninguna de tus cualidades se perderá.

__Dudó unos instantes y, mordaz, matizó:

JN__ La de «pinche» de cocina... no sé.
E__ ¿Recordaré todo?

JN__ Todo lo que merezca la pena. Todo lo que te haya emocionado y servido para prosperar. El resto, las tendencias puramente animales, los vicios y defectos desaparecerán con el cerebro físico.

__ ¡Dios santo! -clamó Eliseo desconsolado-. Entonces, mi suegra me reconocerá...

__Jesús le siguió la broma.
JN__ Te reconocerá y te perseguirá...

J__ Por cierto, Señor, ¿veremos allí a nuestros padres?

JN__ Por supuesto, Jasón. A tus padres y a todos tus seres queridos. Ellos te ayudarán, pero, insisto, aquel lugar no es como éste. Allí no existen los lazos familiares, tal y como vosotros los interpretáis aquí, en la Tierra. En esos mundos no tienen cabida conceptos como «padre», «familia», «esposa» o «hijos» ... ¡Sois como ángeles!

__ Nos miró y al descubrir una cierta decepción en nuestros rostros, aclaró:

JN__ En esa nueva realidad, en «MAT-1», como tú dices, el Amor es tan pleno, intenso y limpio que los pequeños Dioses no echan de menos los antiguos y limitadísimos afectos humanos. Vuestra alma inmortal, libre al fin, quedará tan deslumbrada que nada de lo que ahora estimáis como prioritario os hará sombra. Os lo repito: habréis entrado en una aventura fascinante.

__El Maestro, al referirse al alma, empleó un término -nismah- que me confundió. El vocablo, en arameo, significa «espíritu o aliento». Y, no sé por qué, lo asocié a la «chispa» divina, regalo de Abbá. Y pregunté:

J__ ¿«Chispa» y alma inmortal son la misma cosa?

__ El rabí, impotente ante la anemia de las palabras, suspiró ruidosamente, e intentó descender a nuestro nivel.

JN__ No, Jasón, no son lo mismo. Pero no te atormentes. Todo será revelado... en su momento. Esa presencia divina, la «chispa», cuando mueras, se ocupará de custodiar tu memoria. Tu dikron. Ella la mantendrá a salvo hasta el momento de tu resurrección.

__ Jesús leyó de nuevo en mi interior y precisó:

JN__ dicho dikron [memoria], no bal [mente]. Ésta, como parte integrante de tu cerebro físico, se disolverá con el cuerpo.

__ Entonces, retornando a mi pregunta, completó:

JN__ El alma inmortal es otra criatura, independiente de la memoria y de la mente física. Y ésa, la nismah, es acogida tras la muerte por tu ángel guardián. Él la mima y la conserva, también hasta el sublime instante de la resurrección.

__ Difíciles palabras, lo sé, pero eran sus palabras. Y creímos lo que decía. Sonrió compasivo y recalcó:

JN__ Tened calma. Mi Padre es sabio. Él sabe...

J__ Alma inmortal..., «chispa» divina..., mente humana..., memoria... Señor, ¡qué lío!

JN__ Querido «pinche»: confía en mí.

J__ Señor -lo interrogué perplejo-, ¿y qué suceda en el instante exacto de la resurrección?

JN__ Sencillo: alma y memoria se reúnen. Y caminan juntas... para siempre.

J__ ¿Y la «chispa»?

JN__ También te lo dije: no te abandona jamás. Es el tercer «viajero» hacia la Perfección.

J__Y ese «viaje», Señor, ¿cuánto dura?

JN__ Si lo expreso en términos humanos, querido «pinche», no lo comprenderías.

J__ ¿Me aburriré?

JN__ Lo dudo...

J__ ¿Y cuánto tiempo permaneceré como «MAT-1»?

JN__ Lo justo y necesario. No mucho...

J__ Señor, ¿qué te ocurre? Estás muy lacónico.

JN__ Compréndelo. No está bien que me tires de la lengua...

__ Eliseo, como siempre, no escuchó.

J__ ¿Y después? ¿Qué pasará cuando, al fin, sea un «hombre-luz»?

JN__ -¡Sorpresa!

J__ Entiendo... Veré al Jefe.

__  El Maestro, malévolo, negó con la cabeza.
J__ ¿No? ¡Pues sí que está lejos! -Por cierto, Señor -intervine, planteando un asunto que, al menos para mí, no había quedado claro-, en esos mundos, al pasar de un «MAT» a otro, ¿se muere de nuevo?

__ El Galileo sonrió y, mirándome como a un niño, sentenció rotundo:

JN__ No.

J__ Entonces, sólo se muere una vez...

JN__ Exacto. Os lo he dicho: Ab-bá es poderoso, pero prefiere la imaginación.

__Comprendió nuestra confusión y, señalando las estrellas, exclamó:

JN__ Decidme: ¿sabéis de algo en la Naturaleza que se repita?

__ Silencio.

__ Eliseo y yo intentamos hallar ese algo.

J__ No -me rendí-, que yo sepa, nada es igual.

JN__ Muy bien, Jasón. ¿Y por qué el fenómeno de la muerte iba a ser una excepción? Tu Padre «sabe»...

E__ Señor, hay algo que me intriga...

__ El Maestro y yo nos echamos a temblar.

E__ ¿Por qué nadie vuelve después de la muerte?

JN__ Te equivocas. Yo lo haré.

E__ Ya me entiendes... Me refiero a los «destrozapatos».

JN__ Son las reglas. Vosotros también tenéis las vuestras...

E__ Qué cielo más raro...

E__ No, mi querido «pinche», eso no es el cielo. Os lo dije: tenéis una idea equivocada. El cielo, el Paraíso, está mucho más allá. Ahora es imposible que captéis su auténtica naturaleza. En los mundos que os aguardan tras la muerte tan sólo intuiréis esa inmensa, inmensa, maravilla.

 ¡Dios bendito! -estalló mi amigo-.

E__ ¿Cómo vamos a transmitir todo esto a nuestro mundo? La ciencia no lo aceptará...

JN__ Mis queridos hijos: ¡dejad en paz a la ciencia! No estáis aquí para convencer a nadie. Sólo para transmitir. Dejad que la verdad toque los corazones. Con eso es suficiente.

 Eliseo, terco, no aceptó. Entonces, rememorando el vuelo de la bella mariposa que se posó en su vara, Jesús de Nazaret puso un elocuente ejemplo:

JN__ Queridos míos, la filosofía que rige los universos no puede ser entendida por la inteligencia material. No os preocupéis...- «Respondedme: si los hombres de ciencia no tuvieran la posibilidad de comprobar la metamorfosis de una mariposa, ¿aceptarían que esa criatura ha sido primero una oruga? Dejad que pasen al «otro lado». Entonces verificarán que las leyes que gobiernan esas otras realidades son tan físicas y rígidas como las del tiempo y el espacio. La sorpresa, entonces, los desconcertará. Ellos, «orugas» en la Tierra, se habrán transformado en «mariposas» ágiles y deslumbrantes. Vosotros sois testigos. El Hijo del Hombre, una «oruga» más, hará el milagro y se convertirá en «mariposa». Insisto: limitaos a ser mensajeros de mi palabra.

E__ Por cierto, Señor, ya que lo mencionas, tenemos una ligera idea, pero nos gustaría confirmarlo... ¿Qué ocurrió, perdón, que ocurrirá, con tus restos mortales? ¿Cómo desaparecerán de la tumba?

JN__ Cosas de ángeles...

 Esbozó una pícara sonrisa y añadió:

JN__ Tendréis que preguntárselo a ellos. Yo no tuve nada que ver.

Titubeó unos instantes y redondeó:

JN__ Mejor aún: interrogaos a vosotros mismos. En cierto modo también sois ángeles y conocéis esas «técnicas»...

 Entendí. Casi sin palabras, el Maestro vino a ratificar nuestras sospechas. Su resurrección, su retorno a la vida, nada tuvo que ver con el hecho físico de la «disolución» (?) del cadáver. La misteriosa desaparición del cuerpo obedeció, muy probablemente, a una «manipulación» (?) del tiempo. Alguien, sus ángeles, «condensó» o «concentró» en décimas o centésimas de segundo los años que hubieran sido necesarios para ultimar un proceso normal de putrefacción. Y la materia orgánica, mágicamente, se extinguió. El Maestro, confirmando mis apreciaciones, concluyó así:

JN__ Mi resurrección no depende de nadie. Yo soy la Vida. No caigáis en el error de asociar ese gesto de piedad y respeto, por parte de los míos, con la realidad de mi vuelta a la vida.

 Mensaje recibido. Y exclamó, cerrando aquella inolvidable conversación:

JN__ «-Llenaos de esperanza!... ¡La muerte sólo es un sueño!... ¡Sois inmortales por expreso deseo de Ab-bá... ¡Sois hijos de un Dios!... ¡Transmitidlo!

J__  ¿Transmitir la esperanza?  ¿Seré capaz? Que Él me ayude...


Fuente/ CABALLO DE TROYA



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