EL AÑO VEINTISIETE (AÑO 21 d. de J.C.)
El 21 de enero de este año, durante una lluviosa mañana de un domingo, Jesús partió sin ceremonia del seno de su familia, explicándoles tan sólo que iba a Tiberias y luego a visitar otras ciudades en torno al Mar de Galilea. Así les dejó y nunca más volvería a ser un miembro regular de esta familia.
Jesús viajo a Capernaum para visitar al amigo de su padre, Zebedeo; quien era fabricante de barcas.
Jesús de Nazaret era experto tanto en las tareas de diseño como de construcción y un verdadero especialista en el trabajo de madera y Zebedeo hacía mucho tiempo que quería construir mejores botes. Expuso pues sus planes a Jesús, y le invitó a asociarse con él. Jesús tan sólo trabajó con Zebedeo poco más de un año, pero durante ese tiempo creó un nuevo estilo de barca y estableció métodos completamente nuevos para su fabricación. Mediante una técnica superior y métodos altamente perfeccionados de vaporizar las tablas, Jesús y Zebedeo comenzaron a construir barcas de superior calidad y clase, embarcaciones mucho más seguras para navegar en el lago que las de tipo más antiguo. Jesús llegó a ser muy conocido entre los pescadores galileos como el diseñador de las nuevas barcas.
Jesús continuó durante este año construyendo barcas mientras seguía observando cómo vivían los hombres en la tierra. Frecuentemente salía a visitar la parada de las caravanas, ya que Capernaum estaba en la ruta directa de Damasco hacia el sur. Capernaum era un importante puesto militar romano, y el comandante de la guarnición era un gentil creyente de Yahvé, que construyó una hermosa sinagoga en Capernaum, donde Jesús ofició.
los viajeros que tuvieron la oportunidad de asistir, le recordaban como el carpintero de Nazaret.
En el patrón de impuestos Jesús se inscribió como un «artesano especializado de Capernaum». A partir de ese día y hasta el fin de su vida terrenal, se le conoció como residente de Capernaum. El nunca declaró residencia legal en ningún otro lugar, aunque por diversas razones, permitió que otros le asignaran residencia en Damasco, Betania, Nazaret e incluso Alejandría.
En la sinagoga de Capernaum encontró muchos libros nuevos en las arcas de la biblioteca, y pasaba estudiando intensamente. Dedicaba una noche a hacer vida social con los ancianos, otra con los jóvenes. En la personalidad de Jesús había algo graciable e inspirador que atraía invariablemente a los jóvenes. A ellos siempre hacía sentir cómodos en su presencia. Acaso el gran secreto de su popularidad con ellos consistía en el doble hecho de que siempre mostraba interés en lo que ellos estaban haciendo, aunque rara vez les ofrecía consejo a menos que se lo pidieran.
Jesús les impartía enseñanzas variadas y avanzadas, dentro de lo que ellos podían comprender. Hablaba de manera abierta, expresando sus ideas e ideales sobre política, sociología, ciencia y filosofía, pero nunca presumía de hablar con finalidad autoritaria excepto cuando discutía de religión —la relación del hombre con Dios.
Una vez por semana celebraba Jesús una reunión con todos los jornaleros que trabajaban en la casa, en el taller y en el puerto, pues Zebedeo tenía muchos empleados. Y fue entre estos obreros entre los que Jesús fue llamado por primera vez «el Maestro». Este año hizo Jesús grandes progresos en la dominación ascendente de su mente humana y alcanzó nuevos y elevados niveles de contacto consciente con su Ajustador del Pensamiento.
Su formación como hombre del reino tenía que ser completada antes de que pudiera entrar a su carrera de enseñanza y predicación como el Dios-hombre perfeccionado de las fases divina y posthumana, de su autootorgamiento en Urantia.
EL AÑO VEINTIOCHO (AÑO 22 d. de J.C.)
En marzo del año 22 d. de J.C., Jesús se despidió de Zebedeo y de Capernaum. Pidió una pequeña suma de dinero para costear sus gastos de viaje a Jerusalén. Antes de irse, Jesús tuvo una larga conversación con su nuevo amigo e íntimo compañero Juan Zebedeo.
En marzo del año 22 d. de J.C., Jesús se despidió de Zebedeo y de Capernaum. Pidió una pequeña suma de dinero para costear sus gastos de viaje a Jerusalén. Antes de irse, Jesús tuvo una larga conversación con su nuevo amigo e íntimo compañero Juan Zebedeo.
Le dijo que pensaba viajar extensamente hasta «que llegue mi hora» y le pidió que se ocupara en su lugar de enviar dinero a su familia en Nazaret todos los meses, hasta que se agotaran los fondos acumulados por él durante ese año.
Y Juan así le expresó su promesa: «Maestro mío, ocúpate de tus asuntos, haz tu obra en el mundo; yo actuaré por ti en éste y en cualquier otro asunto, y velaré por tu familia como cuidaría de mi propia madre y de mis propios hermanos y hermanas. Vete en paz.
Ya Jesús en Jerusalén, durante casi dos meses pasó la mayor parte de su tiempo escuchando las discusiones en el templo y visitando ocasionalmente las diversas escuelas rabínicas. Pasaba la mayoría de los sábados en Betania. Antes del fin de esta semana pascual, por una aparente casualidad, Jesús conoció a un rico viajero llamado Gonod y a su hijo Ganid un joven de unos diecisiete años. Estos viajeros procedían de la India camino a Roma y a otros lugares del Mediterráneo y habían planeado visitar Jerusalén durante la Pascua, con la esperanza de encontrar a alguien a quien pudieran contratar como intérprete para ambos y tutor para el hijo.
Al conocer a Jesús, el padre insistió que los acompañara en su viaje. Jesús le habló de su familia, agregando que no le parecía justo abandonarla por un período de casi dos años, período durante el cual podría correr el riesgo de pasar necesidades. Este viajero del Oriente le propuso pues a Jesús adelantarle los jornales correspondientes a un año de trabajo, para que él se los entregase a una persona de su confianza, asegurando así la protección de su familia contra cualquier necesidad. Y Jesús convino entonces en viajar con ellos.
Jesús le contó a Zebedeo todo el arreglo de este viaje por el Mediterráneo, pero le hizo prometer que no se lo diría a nadie, ni aun a su propia familia; y Zebedeo jamás reveló su conocimiento sobre el paradero de Jesús durante este largo período de casi dos años.
En el curso de esta gira mediterránea Jesús pasaba aproximadamente medio día en función de tutor de Ganid e intérprete de Gonod en las entrevistas de negocios y encuentros sociales de éste.
El resto del día estaba a su disposición, y lo dedicaba Jesús a relacionarse personalmente con sus semejantes, a entablar las estrechas relaciones con los mortales de este mundo, las cuales tanto caracterizaron sus actividades de estos años inmediatamente precedentes a su ministerio público.
Jesús conoció pues por observación directa, de primera mano y por contacto real, la más elevada civilización material e intelectual del Occidente y del Oriente
De Gonod y su brillante hijo mucho aprendió sobre la civilización y la cultura de la India y de la China, porque Gonod, que era ciudadano de la India, había hecho tres largos viajes al imperio de la raza amarilla.
Ganid el joven, aprendió mucho de Jesús durante esta larga e íntima asociación. Llegaron a tenerse mucho afecto mutuo, y el padre del muchacho trato de persuadir a Jesús en muchas ocasiones de que los acompañara cuando regresaran a la India, pero Jesús siempre rehusó la invitación, alegando que era menester volver a su familia en Palestina.
Antes del retorno de Jesús, la familia en Nazaret ya casi lo había dado por muerto. Sólo las aseveraciones de Zebedeo, quien en varias ocasiones los visitaba con su hijo Juan en Nazaret, mantenían viva la esperanza en el corazón de María.
EL AÑO VEINTINUEVE (AÑO 23 d. de J.C.)
Todo el vigésimo noveno año de su vida lo pasó Jesús completando su gira por el mundo mediterráneo.A través de esta gira por el mundo romano, por muchas razones a Jesús se le conoció como el Escriba de Damasco. En Corinto y en otras escalas del viaje de regreso se le conoció como el tutor judío.
Fue éste un período extraordinario en la vida de Jesús. Durante este viaje se puso en contacto con muchos de sus semejantes, sin embargo esta experiencia es una fase de su vida que él nunca reveló ni a su familia ni a ninguno de los apóstoles. (salvo Zebedeo de Betsaida).
En todos vuestros esfuerzos para descifrar el propósito de la vida de Jesús en Urantia, debéis recordar la motivación del autootorgamiento de Mikael.
Si queréis comprender el significado de muchas de sus acciones aparentemente extrañas, debéis discernir el propósito de su estadía en vuestro mundo. En todo momento cuidó de que su carrera personal no resultara desproporcionadamente atrayente, de que no monopolizara la atención de los seres humanos.
No quería atraer a sus semejantes en una forma excepcional o sobrecogedora. Estaba dedicado a la obra de revelar el Padre celestial a sus semejantes mortales y al mismo tiempo consagrado a la sublime tarea de vivir su vida terrena mortal, siempre sujeta a la voluntad del mismo Padre del Paraíso.
También será siempre provechoso comprender la vida de Jesús en la tierra, si los estudiantes mortales de este divino autootorgamiento recuerdan que, aunque vivió esta vida de encarnación en Urantia, la vivió para todo su universo. En la vida que vivió en la carne de naturaleza mortal había algo especial e inspirador para cada una de las esferas habitadas de todo el universo de Nebadon.
Lo mismo también se aplica a todos aquellos mundos que han llegado a ser habitables después de la era memorable de su estadía en Urantia.
Y esto es igualmente cierto de todos los mundos que puedan llegar a ser habitados por criaturas volitivas en toda la historia futura de este universo local.
El Hijo del Hombre durante la época y mediante las experiencias adquiridas en su viaje por el mundo romano, completó prácticamente su preparación por educación y contacto con los pueblos diversificados del mundo de su día y de su generación.
Al tiempo de su regreso a Nazaret, gracias a lo que había aprendido viajando, prácticamente ya sabía cómo vive el hombre y cómo forja su existencia en Urantia.
El verdadero propósito de este viaje alrededor de la cuenca del Mediterráneo fue conocer a los hombres.
Conoció y amó a toda clase de hombres, ricos y pobres, de todas las clases sociales, negros y blancos, eruditos y menos eruditos, cultos e incultos, animalísticos y espirituales, religiosos e irreligiosos, rectos e inmorales.
En este viaje por el Mediterráneo hizo Jesús grandes progresos en su tarea humana de dominar la mente material y mortal y su Ajustador residente hizo grandes progresos en la ascensión y conquista espiritual de este mismo intelecto humano.
Al finalizar este viaje Jesús virtualmente conocía —con toda humana certeza— que él era un Hijo de Dios, un Hijo Creador del Padre Universal.
El Ajustador pudo cada vez más evocar en la mente del Hijo del Hombre nebulosas memorias de su experiencia en el Paraíso en asociación con su Padre Divino, antes de que él viniera a organizar y administrar este universo local de Nebadon.
Así pues el Ajustador, poco a poco, trajo a la conciencia humana de Jesús esos recuerdos necesarios de su existencia anterior y divina, en las diferentes épocas de su pasado casi eterno.
El último episodio de su experiencia prehumana que el Ajustador le evocó fue su diálogo de despedida con Emanuel de Salvington poco antes de hacer entrega de su personalidad consciente para embarcarse en la encarnación urantiana.
Y esta última imagen de recuerdo de su existencia prehumana se hizo claro en la conciencia de Jesús el mismo día de su bautismo por Juan en el río Jordán.
Fuente: LIBRO URANTIA
Fuente: LIBRO URANTIA
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