21 de agosto, año 25
A la mañana siguiente, al despertar, el Maestro no se
hallaba en el mahaneh. Frente a la tienda había situado una de las escudillas
de madera. En el interior, garrapateado con un tizón, se leía: «Estoy con el
"Barbas". Regresaré al atardecer.»
La mayor parte de las veces desaparecía del campamento
con el amanecer. Desayunaba algo y, feliz, tomaba el senderillo que atravesaba
los bosques de cedros, rumbo a los ventisqueros. Poco antes del ocaso le
veíamos retornar y, siempre, siempre aparecía alegre, renovado, casi
transfigurado... ¿Explicación?: Ab-bá. Según Él, ese tiempo en íntima comunión
con el Padre era esencial. En varias oportunidades, obedeciendo sus deseos,
tuvimos ocasión de acompañarlo. Y, como iré relatando, descubrimos algunas
nuevas facetas de aquel increíble Hombre...
En cuanto al día a día de estos pictóricos
exploradores, fue simple y espartano. Quien esto escribe se ocupaba en el
repaso de las notas. Atendía junto a mi hermano los modestos quehaceres domésticos,
nos relajábamos en la «piscina» o caminábamos por los alrededores, siempre
sorprendidos por la magnífica naturaleza. Y cada jornada, con el ocaso, el
instante culminante: el retorno de Jesús de Nazaret. Después, tras la cena, las
ansiadas tertulias... Aquel martes, sin embargo, 21 de agosto, sería diferente.
Veamos por qué...
Recuerdo que, tras asearnos y fregotear los cacharros
en la «piscina de yeso», al penetrar de nuevo en la tienda y disponerme a
escribir, «algo» me llamó la atención. Revisé apuntes y memoria y,
efectivamente, caí en la cuenta...Busqué a Eliseo y, entre aturdido y
alborozado, anuncié:
J__ ¿Sabes qué día es hoy?
El ingeniero, burlón, replicó:
E__ ¿De qué tiempo? ¿Del nuestro o del actual?
Le mostré uno de los pergaminos y leyó:
E__ «Veintiuno de agosto» ... ¿Y qué?
J__ ¿No lo recuerdas?... Hoy es su cumpleaños.
E__ ¿Hoy?
El rostro del amigo se iluminó.
E__ Su cumpleaños... Y hace...»
J__ Creo que treinta y uno... ¿Se te ocurre algo?
__ «Permaneció pensativo. Después, prosiguiendo con la
limpieza del hogar, soltó un lacónico «puede ser...»
Hacia la «décima» (las cuatro), puntual, Jesús de
Nazaret irrumpió en el campamento. Lo escuchamos en mitad de la espesura,
cuando cruzaba las últimas hileras de cedros. Venía cantando. Y lo hacía a voz
en grito.
JN__ «Te doy gracias, Padre mío, de todo corazón...
Cantaré tus maravillas...»
__ Al principio no estuve seguro. Parecía un salmo.
Al reunirse con estos boquiabiertos exploradores soltó
el caldero que portaba y, sonriendo, alzó brazos y rostro hacia el azul del
cielo, rematando el canto con voz grave y templada:
JN__ «Escucha mi ley, pueblo mío, tiende tu oído a las
palabras de mi boca...Voy a abrirla en parábolas...»
__ Esta vez lo identifiqué. Salmo 78. Eliseo, curioso, se asomó al recipiente de hierro.
E__ ¡Nieve!
__ El Maestro, en efecto, aprovechó la visita a la
cumbre para hacer acopio del inmaculado y siempre gratificante cargamento. Esa
noche, sobre todo, resultaría especialmente útil.
__ Regalo del Jefe -intervino el Galileo, refiriéndose
a la nieve-.
JN__ Hoy, queridos ángeles, es un día señalado...
__ Mi hermano y yo nos miramos. Y creímos captar el
sentido de las enigmáticas palabras. Entonces, desolado, hice una señal al
ingeniero. Y éste, comprendiendo, respondió con una rápida sonrisa y un guiño.
Debí suponerlo. Eliseo maquinaba algo. Naturalmente, no había olvidado el
aniversario del rabí.
JN __ ¿Qué tramáis?
__ Mi compañero, pillado in fraganti, se escurrió como
pudo.
E__ Nada, Señor..., cosas de ángeles...
El Maestro, divertido, indicó la dirección de las
«cascadas», animándonos a seguirlo. Era el momento del baño. Una hora después, el imprevisible Jesús volvió a
sorprendernos. En esta ocasión, sin embargo, el suceso nos llenó de
sonrojo...Fue un fallo, sí. Pero aprendimos la lección. Al vestirnos, cuando
nos disponíamos a retornar al mahaneh, el Galileo, siempre discreto y delicado,
rogó que me adelantara. Entendí. Por alguna razón deseaba hablar a solas con mi
compañero. Minutos después, mientras avivaba el fuego, los vi
aparecer en la explanada. Caminaban despacio. Al llegar a la altura del dolmen
se detuvieron. El Maestro era el único que hablaba. Eliseo, con la cabeza baja,
se limitaba a escuchar, asintiendo una y otra vez. Intuí algo. La actitud de mi
hermano no era normal. ¿Qué sucedía? Por último, Jesús lo abrazó.
Avanzaron y, al reunirse con este intrigado
explorador, cada uno tiró hacia sus respectivas tiendas. Eliseo ni se miró.
Estaba pálido. Poco faltó para que saliera tras él, pero me contuve. El asunto,
evidentemente, no era de mi incumbencia. ¿O sí? -¿Qué demonios pasaba? Al poco,
Eliseo regresó. Traía una escudilla en las manos. La reconocí al instante. Era
el cuenco de madera en el que el rabí había escrito el breve mensaje: «Estoy
con el "Barbas". Regresaré al atardecer.» Y seguí hecho un lío...
La verdad es que, tras la lectura del «aviso», no
presté mayor atención a la dichosa escudilla. Sencillamente, la perdí de vista.
Y un súbito pensamiento me desconcertó todavía más: ¿Por qué Eliseo la guardó
en nuestra tienda? El ingeniero continuó mudo, esquivando mi mirada. Lo noté
hundido. Desmoralizado. Y me asusté. Algo grave, sin duda, acababa de
ocurrir...
Jesús se situó frente al hogar. Presentaba un rostro
sereno y relajado, como si nada hubiera sucedido. Aquella actitud, francamente,
terminó confundiéndome del todo. No entendía nada de nada...Y al punto,
entregándole el pequeño cuenco de sopa, Eliseo, con la voz quebrada, se excusó:
E__ Te pido perdón, Señor... No volverá a repetirse...
__El Maestro tomó la escudilla y, aludiendo a lo
escrito en el interior, quitó hierro al asunto, tratando de animar al decaído
ingeniero:
JN__ Compréndelo, mi queridísimo hijo... Vosotros
tenéis unas normas. Mi Padre y yo, otras.
__ Entonces, aproximándose al muchacho, fue a posar
las manos sobre sus hombros y, agitándolo cariñosamente, gritó:
JN__ ¡Despierta!... ¡Tampoco es para tanto!
__ Eliseo, remontando con dificultad, movió la cabeza
afirmativamente y replicó con un amago de sonrisa.
E__ Eso está mejor...
JN__ Y ahora, escucha. Escuchad los dos...
Tomó los ánades. Se sentó frente a la fogata y,
entregando uno de los patos a mi compañero, le sugirió que lo desplumase. Él,
con el suyo, hizo otro tanto. Y, mientras limpiaba el cebado «silbón», fue a
desvelarnos algo de especial interés, que aclaró la mente de este confuso y
confundido explorador. Según sus palabras, de acuerdo a los planes divinos,
el hecho físico de su experiencia humana se hallaba «limitado» por una serie de
«condiciones», absolutamente inviolables. Esas «prohibiciones» -autoimpuestas
por el propio Jesús de Nazaret durante su estancia en el Hermón- resultaban
casi de sentido común.
__ En primer lugar, el Hombre-Dios no debería dejar escrito alguno.
Escritos -entendimos- de su puño y letra. De ningún tipo. Llevaba razón. Si el
Maestro hubiera puesto por escrito su doctrina y filosofía, los seguidores, muy
probablemente, habrían convertido semejante tesoro en un «artículo» de
veneración y, lo que podía ser más lamentable, en un motivo de permanentes disputas
e interpretaciones de todo tipo.
En segundo lugar -movido por ese mismo sentido común-, el Hijo del
Hombre tomaría otra no menos importante decisión: su imagen, su figura, no
podría ser dibujada por manos humanas. Es curioso. Cuando algunos, a lo largo
de su vida pública, intentaron «retratarlo», Él siempre se opuso, provocando el
desconcierto de propios y extraños. En mi opinión, era igualmente lógico. Esas
pinturas, en el fondo, sólo habrían causado problemas. En especial, de índole
idolátrico.
«... No podría ser dibujada por manos humanas.» Al pronunciar esta frase, Jesús de Nazaret interrumpió
la limpieza del ánade. Me traspasó con aquellos ojos rasgados, incisivos y
limpios como la atmósfera del Hermón y, haciéndome un guiño de complicidad,
prosiguió. El corazón aceleró. Entendí perfectamente. Su imagen sí quedaría en este mundo, pero
«confeccionada» por otras manos...Como decía con regularidad, «quien tenga
oídos...».
La tercera autolimitación -de mayor calado si cabe- nos dejó perplejos. Alguna
vez lo pensé, pero, francamente, no imaginé a qué obedecía su firme y decidido celibato. Pues bien -de acuerdo con sus
palabras-, la decisión de no contraer matrimonio y no dejar descendencia
formaba parte también de la rígida «normativa» (?) divina. Eso -dijo- era lo
aconsejado por su Padre. Y como Creador no podía infringir la ley. Una ley,
obviamente, que escapaba a nuestra comprensión. Pero lo aceptamos. No había,
pues, «razones» oscuras, ni tampoco religiosas, en dicha actitud.
Sencillamente, eso era lo dispuesto, antes, incluso, de su encarnación. Ése era
el «orden» establecido por lo Alto. Y no le faltaba razón. Si un escrito de su
puño y letra, o bien un dibujo de aquel hermoso rostro, hubieran originado
auténticas conmociones en el futuro, ¿qué se supone que habría ocurrido con
unos hijos, nietos, etc., del Hijo de Dios? Por supuesto, no dejé pasar la excelente ocasión y
pregunté:
J__ Señor, ¿significa esto que prefieres el celibato
al matrimonio?
__ Jesús, leyendo en mi corazón, se apresuró a
corregirme.
JN__ Sabes que no he dicho eso. Y sé igualmente por
qué lo planteas. Pues toma buena nota: el matrimonio es tan digno como la
decisión de permanecer célibe. En el
reino de mi Padre no hay matrimonios, tal y como vosotros lo entendéis.
Pero eso no importa ahora. Aquí, en la fraternidad humana, tanto uno como otro
tiene su papel y su justificación. Pero, ¡ojo, mi querido «mensajero»!,
transmite bien mis palabras... Ningún
célibe deberá considerarse superior, ni más capacitado, a la hora de pregonar o
practicar mi mensaje...
Y añadió rotundo y sin contemplaciones.
JN__ ... Buscar al «Barbas», y hacer su voluntad, no
depende de la categoría social, de las riquezas y, mucho menos, del estado
civil. Y te diré más: ni siquiera está sujeto a la inteligencia... El gran
secreto de la existencia humana, descubrir al «Jefe», sólo puede ser desvelado
con la voluntad. Si lo deseas, sólo si lo deseas, hallarás al Padre y habrás
triunfado en la vida...
El Maestro, entonces, atravesando el ánade con un
largo palo, lo sometió al fuego, flameándolo y purificándolo. Y así permaneció
unos instantes, con la vista fija en las llamas. Después, como si despertara,
proclamó solemne:
JN__ Queridos hijos... ¿Veis las lenguas de fuego?...
Pues ése, en cierto modo, es el trabajo que le aguarda al Hijo del Hombre...
Eliseo, recompuesto, le interrumpió, alegrando el
corazón del Maestro y no digamos el de este explorador. Ambos, creo, echábamos
de menos sus bromas...
E__ ¡Bombero!... ¿Piensas ejercer como la
militia-vigilum?
Jesús, atónito, rompió a reír. Y casi chamuscó el
pato. Al unirme a las carcajadas del Galileo, mi compañero nos observó
perplejo. Finalmente, feliz, intuyendo que las risas eran mucho más que una
consecuencia de sus palabras, espontáneo como siempre, soltó el «silbón» y fue
a arrodillarse frente al divertido Maestro. Le sonrió y, sin previo aviso, se
abrazó a Él. Y así permaneció varios minutos.
Jesús de Nazaret, conmovido, hizo un esfuerzo. Muy
leve, la verdad. Y un par de lágrimas terminaron traicionándolo. Y rodaron
solitarias por las mejillas.
J__ ¡El pato, Señor!
Mi grito puso en guardia al Maestro. El sufrido
ánade, en efecto, ardía por los cuatro costados...
JN__ ¿Será posible?...
El Galileo, desconcertado, intentó apagar las llamas.
Y lo logró, claro. Pero el pobre pato, negro y humeante, estaba en las
últimas...
¿Será posible? -repitió Jesús contemplando la
carbonizada cena-. ¡Vaya Dios más torpe!
Eliseo, desconsolado, pidió disculpas.
E__ ¡Perdón, Señor!... ¡Perdón!
Y el Maestro, atrapado en otro ataque de risa, le
exigió:
JN__ ¡No, por favor!... ¡No más perdón!... ¡Sólo nos
queda un pato!
Así era aquel maravilloso Hombre...Cuando los
ánimos se calmaron, el rabí, absolutamente perdido, preguntó:
JN__ ¿Por dónde iba?
Quise responder, pero la risa, incontenible, me
zancadilleó. Eliseo, entonces, muy serio, trató de socorrer a Jesús, aclarando: Por los bomberos...
Imposible. Las carcajadas, de nuevo, se hicieron
dueñas y señoras del mahaneh, llegando claras hasta un Hermón igualmente
enrojecido.
JN__ Queridos hijos -respiró al fin el Maestro-,
¿sabéis qué es lo más hermoso y reconfortante de la risa?
Eliseo contempló el malogrado ánade, pero,
prudentemente, guardó silencio.
JN__ ...Lo más atractivo del sentido del humor
-prosiguió el Maestro- es que sólo es practicado por gente segura y confiada. __ Y dirigiéndose al ingeniero remachó:
JN__ No cambies nunca, mi querido ángel...,
«destrozapatos».
Era inútil. El Hijo del Hombre, cuando se lo
proponía, era peor que Eliseo... No fué fácil sujetar el nuevo ataque de risa.
Y desde esa tarde, mi hermano recibiría el sobrenombre de «destrozapatos».
Naturalmente, supo encajar la broma del Galileo y aceptó el apodo con
deportividad.
JN__ ... ¿Sabéis que el humor -reveló Jesús- es un
invento del Padre?
Entonces -proclamó Eliseo con los ojos muy
abiertos-, el Jefe se ríe...
JN__ Sobre todo cuando el hombre piensa...
Señor -intervine reconduciendo la conversación-, ¿por qué decías que tu trabajo es similar al de las
lenguas de fuego?
El Maestro agradeció el cable. Se puso nuevamente
serio y matizó:
JN__ El Hijo del Hombre ha venido también para sanear
la memoria humana. Ahora, no por vuestra culpa, se halla enferma. Dominada por
la oscuridad. Sujeta al error y a la desesperación. Yo soy el fuego que
purifica. Yo os traigo la esperanza. Yo os anuncio que, a pesar de las
apariencias, todo está por estrenar. Dios, el Padre, está por «estrenar» ...
Hizo una pausa y, señalando el perfil grana de los
bosques, nos dejó nuevamente en suspenso:
JN__ Y hablando de estrenar..., ¿qué hay de la cena?
Hoy, queridos ángeles, como os dije, es un día especial... - Ataquemos... ¡El
pato es nuestro! Después seguiremos con el «Barbas».
Pato asado. El Maestro se esmeró.
El Maestro alzó la humilde copa de madera. Repasó
las estrellas y, descendiendo feliz a nuestros corazones, pronunció una de sus
palabras favoritas:
JN__ Lehaim!
Lehaim! -replicamos al unísono.
JN__ ¡Por la vida!, repitió con voz imperativa.
Supongo que era el momento esperado por Eliseo. Se
levantó y, en silencio, se perdió en el interior de la tienda. Eliseo
reapareció. Se plantó frente al rabí y le miró sonriente. Tenía las manos a la
espalda. Después, buscándome con la mirada, intensificó la sonrisa. Creí entender.
Pero, ¿qué ocultaba? Jesús le observó curioso. Desvió la vista hacia quien esto
escribe y me interrogó sin palabras. Me encogí de hombros. La verdad es que me
hallaba al margen. Finalmente, ceremonioso, el ingeniero fue a mostrarle lo que
había ido a buscar. Y, al entregárselo, exclamó despacio y solemne:
E__ ¡Felicidades!... Un regalo de otro mundo para el
«gordo» de todos los mundos...
El Maestro, perplejo, no supo qué decir.
Mi hermano, sin querer, equivocó una de las
palabras. En lugar de utilizar el arameo mare (Señor) pronunció merí, que en
hebreo significa «cebado» o «gordo». Y arruinó la bien estudiada frase.
J__ Mare, le corregí aturdido.
Pero el voluntarioso ingeniero que, al parecer,
ensayó el momento una y otra vez, no se percató del lapsus y siguió en sus
trece.
E__ Sí, eso, merí... Un regalo de otro mundo para el
«gordo» de todos los mundos...
El Maestro, comprendiendo el baile de letras, sonrió
benevolente, tomando el vástago de olivo. Pero, incapaz de resistir la
tentación, volvió a echar mano de aquel incombustible sentido del humor,
replicando:
JN__ ¡Gracias!... ¡Gracias, mi querida «reina»!
No pude contenerme y solté una carcajada. Siguiendo el involuntario juego de Eliseo, el rabí
alteró el término nialak (ángel), cambiándolo por mal...kah (reina). Mi
hermano, sin embargo, feliz con el obsequio, no percibió el doble lenguaje.
Jesús terminó alzándose y, tras observar el retoño tan celosamente conservado,
colocó su mano derecha sobre el hombro de mi amigo, exclamando:
JN__ Un regalo de otro mundo para el Señor de todos
los mundos... No podías definirlo mejor...
JN__...Lo plantaremos como símbolo de la paz... La paz
interior: la más ardua...
El Maestro se
aproximó a las llamas. Nunca olvidaré su expresión. Nos miró en silencio. Se
hallaba serio, pero los ojos, de nuevo, hablaron. Fue un «discurso» breve y
elocuente. Pocas veces, hasta ese instante, había percibido en su mirada tanto
amor y comprensión. Fue como una marea. Intensa. Arrolladora. Y nos invadió,
erizándonos el cabello. No movimos un músculo. Algo estaba a punto de suceder.
Lo sabía. Podía palparlo...Jesús
parpadeó. Relajó los corazones con una amplia y sostenida sonrisa y,
dulcemente, fue levantándonos hasta las estrellas.
JN__
Hoy, en mi treinta y un cumpleaños en esta forma humana, voy a pedir al Padre que os convierta en mis primeros
discípulos... Y quiero hacerlo solemnemente... Como corresponde a unos
auténticos embajadores y mensajeros...
Levantó los brazos y fue a depositar sus manos sobre nuestras cabezas. Fue
instantáneo. No sé cómo describirlo. Una especie de fuego frío, una llamarada
helada, me recorrió en décimas de segundo. Aquella mano era y no era humana...
Guardó silencio. Después, con gran voz, prosiguió:
JN__
¡Padre!... ¡Ellos son los primeros!... ¡Protégelos!... ¡Guíalos!... ¡Dales tu
bendición!...
Entonces,
intensificando la presión de las manos, añadió solemne y vibrante:
JN__
¡Ellos, al buscarme, ya te han encontrado! ¡Bendito seas, Ab-bá, mi querido
«papá» ...!
Nuevo silencio. Y el Maestro, retirando las manos, nos atravesó de parte a
parte. Aquellos ojos eran y no eran humanos...
JN__
Mis queridos ángeles... ¡Bienvenidos!... ¡Bienvenidos a la vida!...
¡Bienvenidos al reino!... Y recordarlo siempre: este «viaje» hacia el Padre no tiene
retorno...
Acto seguido, uno por uno, nos abrazó. Fue un abrazo sólido. Incuestionable.
Prolongado. Un abrazo que ratificó la inesperada y cálida «consagración».
E__ ¡Sus primeros embajadores!
JN__ ¿Y por qué no?
Jesús
de Nazaret llenó de nuevo las copas y, entusiasmado, gritó:
JN__
¡Por el «Barbas»!
Arrojó una carga de leña al fuego y, frotándose las manos, se sentó frente a
las sorprendidas llamas. Las vio danzar. Chisporrotear. Después entró en
materia. En su materia favorita: el Padre. Y aquellos perplejos exploradores
siguieron aprendiendo.
JN__
¿Dónde estábamos?
Eliseo,
adelantándose, le refrescó la memoria.
E__
Decías que tu trabajo ha sido culminado. Decías que ahora conoces al hombre,
que podrías regresar, si lo desearas, y asumir la soberanía de tu universo...
Jesús fue asintiendo con la cabeza.
E__ Decías también que, sin embargo, habías optado por someterte a la voluntad
del Jefe... Y yo te pregunté: ¿y qué ha dicho?.
E__ En palabras simples: que siga con vosotros, que cumpla el segundo gran objetivo
de esta experiencia humana... ¡Que os hable de El!... ¡Que encienda la luz de
la verdad!
Este explorador, más pragmático y prosaico que el ingeniero, intervino de
inmediato.
J__
Señor, si vas a hablarnos del Padre, bueno será que lo definas, que nos digas
qué o quién es... E intentando justificarme añadí: . No olvides que, en el fondo, somos hombres escépticos... Jesús sonrió
malévolo. Y preguntó:
JN__
¿Escépticos?
Me atrapó. Después de lo visto en la anterior experiencia, después de haber
sido testigos de su resurrección, la definición, por supuesto, no era correcta.
Y rectifiqué.
J__
Ignorantes.
JN__
Eso sí, querido Jasón... Pero no te alarmes. Ignorancia y escepticismo tienen
arreglo. Recuerda: para dar sentido a tu vida, para saber quién eres, qué haces
aquí y qué te aguarda tras la muerte, sólo precisas de la voluntad. Si quieres,
puedes «saber» ... Y ahora vayamos con tu pregunta.
Meditó unos instantes. Supuse que no era fácil. Me equivoqué. La definición del
Padre era casi imposible. Imposible para las bajísimas posibilidades de
percepción humana.
JN__
Recordad siempre -arrancó con un preámbulo decisivo- que, en el futuro, cuando
llegue mi hora, hablaré como un educador. Ése será mi papel. En consecuencia,
tomad mis palabras como una aproximación a la realidad...
Buscó nuestra comprensión y prosiguió.
JN__
... ¿Por qué digo esto? Sencillamente, porque lo finito, vosotros, no puede
entender, abarcar o hacer suyo lo infinito. Y eso es Ab-bá: una luz, una
presencia espiritual, una realidad infinita que, de momento, no está al alcance
de las criaturas materiales.
Sonrió y, optimista, redondeó:
JN__
... Pero lo estará.
E__
¡Una luz!
comentó mi compañero intrigado-.
E__ ¡Una energía que, obviamente, piensa!
JN__
Obviamente...
¡Lástima! -lamentó el ingeniero-... Lo de «Barbas» me gustaba...
El Maestro negó con la cabeza. Y corrigió a Eliseo.
JN__
No, mi querido ángel. Eso está bien. ¿Por qué crees que utilizo la palabra
«Padre»?
No
esperó respuesta.
JN__
Porque lo es. El Jefe, como tú lo llamas, y muy acertadamente, por cierto, no
tiene un cuerpo físico y material... Pero es una persona. Es un Ab-bá, en el
sentido literal de la expresión. Él es el principio, el generador, la fuente,
el que sostiene la Creación... Podéis imaginarlo como queráis. Podéis definirlo
como gustéis. Y yo os digo que siempre os quedaréis cortos...
J__
¿Una persona? -intervine-. No entiendo... Una persona sin cuerpo...
El Maestro parecía estar esperando aquella duda.
JN__
Es lógico que te lo preguntes. Mis pequeñas y humildes criaturas del tiempo y
del espacio, las más limitadas, tienen dificultad para imaginar una
personalidad que carezca de soporte físico visible. Pero yo te digo que la
personalidad, incluso en vuestro caso, es independiente de la materia donde
habita. Más adelante, cuando sigáis ascendiendo hacia el Padre, tu
personalidad, Jasón, continuará viva. Más viva que nunca, a pesar de haber
perdido el cuerpo que ahora tienes. Serán tu mente y espíritu quienes forjarán
y sujetarán esa personalidad. Así, de hecho, ocurre ahora mismo.
Sonrió levemente y nos hizo otra revelación.
JN__
Es pronto para que lo entendáis con plenitud, pero en verdad os digo que la personalidad humana no es otra cosa que
la sombra del Padre, proyectada en los universos. El problema, insisto, está en
vuestra finitud. Estudiando esa «sombra» jamás llegaréis a descubrir al
«propietario» y causante de la misma.
Quedamos en silencio, pensativos. Tenía razón. Si alguien pretendiera estudiar
a un ser humano a través de su sombra, sencillamente, perdería el tiempo...
JN__
Pero no os desaniméis. Todo en su momento. Llegará el día en que estaréis en la
presencia de Ab-bá. Entonces, sólo entonces, empezaréis a comprender y a
comprenderle. Si Él careciese de esa personalidad, el gran objetivo de todos
los seres vivientes sería estéril. Es su personalidad, a pesar de la infinitud,
lo que hace el «milagro»...
Y recalcó, deseoso de que entendiéramos.
JN__
Al igual que un padre y un hijo se aman y comprenden, así sucede con el gran
Padre y todos sus hijos... Él es persona. Vosotros sois personas. Pero, como os
digo, dejad que se cumplan los designios de Ab-bá...
E__
¿Sus designios? ¿Y por qué no habla con más claridad? ¿Qué quiere? "
JN__
En primer lugar -replicó el Maestro al instante-, que sepas que existe. Para
eso estoy aquí. Para revelar al mundo que Ab-bá no es un bello sueño de la
filosofía. ¡Existe!
Hizo una pausa y la palabra «existe» quedó flotando, rotunda, sólida,
incuestionable. Alzó la voz y repitió, haciendo retroceder cualquier vestigio
de escepticismo:
A estas alturas, algo estaba muy claro para estos exploradores. Jesús de
Nazaret jamás mentía o inventaba. Y aunque resultaba difícil de entender, lo
aceptamos.
JN__
En segundo lugar, el Padre, tu Padre, desea que lo busques, que lo
encuentres...
E__
¿Cómo, Señor? Tú mismo acabas de reconocerlo... Somos finitos, limitados, lo
último de lo último... Parece que el Jefe se descuidó al pensar en nosotros...
El Maestro acogió la broma con dulzura.
JN__
No, querido «pinche»... En el reino de Ab-bá no hay descuidos. Todo se halla
minuciosamente planificado. Y, aunque no lo creas, vosotros, los
«destrozapatos», sois y seguiréis siendo la admiración de los universos.
E__
¿Nosotros?
JN__
¿Imagina por qué?
E__
Ni idea...
JN__
Vosotros, lo más denso y limitado, poseéis algo de lo que no disfrutan otras
criaturas, creadas en perfección: tenéis la maravillosa virtud de ascender y
progresar..., sin saber, sin haber visto. Tenéis la envidiable capacidad de
creer, de confiar..., sin pruebas.
E__
Exageras...
El Galileo negó con la cabeza.
JN__
No exagero. Y ése es el «cómo». Ésa es la respuesta a tu pregunta. Al Padre, de
momento, sólo puedes buscarlo con la ayuda de la confianza. Ése es el plan. Eso
es lo establecido. Progresar. Progresar. Progresar...
E__
¿Aquí? ¿En este basurero? "
JN__ Aquí, en este atormentado mundo -le
corrigió-, en los que te reservo después y siempre... Ya me has oído. Para
llegar a la presencia de Ab-bá, primero debes recorrer un largo, muy largo,
camino. Ése es el objetivo. Ésa es la única razón de tu existencia: una
aventura fascinante...
E__
Un largo camino... Muchos, en nuestro mundo, piensan que el «Barbas» los estará
esperando al otro lado de la muerte...
Jesús, divertido, escuchó los razonamientos de mi amigo.
E__
... Dicen y creen que los justos serán recibidos de inmediato en su presencia.
Tú, en cambio, hablas de un largo recorrido...
En esos instantes -¿casualidad?-, una enorme y hermosa mariposa cuadriculada en
blanco y negro, una Euprepia oertzeni, atraída por la luz de la fogata, fue a
posarse en el extremo de la rama con la que jugueteaba el Maestro. Y Jesús,
aludiendo al bello ejemplar, respondió así:
JN__
Dime, querido ángel, ¿crees que esa criatura está en condiciones de comprender
que un Dios, su Dios, la está sosteniendo?
E__
No, Señor. Hay demasiada distancia...
Entonces, agitando el palo, la obligó a volar.
JN__
Tú lo has dicho. Hay demasiada distancia... Pues bien, la que ahora te separa
de Ab-bá. es infinitamente mayor... Si un mortal fuera transportado, tras la
muerte, ante la presencia del Padre, en verdad te digo que reaccionaría como
esa mariposa. No sabría, no tendría conciencia de dónde está ni de quién lo
sostiene...
Y
añadió feliz.
JN__
Afortunadamente, vosotros sois mucho más que una mariposa. Y podéis estar
seguros de lo que afirmo: llegará el día, cuando hayáis crecido
espiritualmente, cuando hayáis progresado, que veréis al Jefe y comprenderéis.
Mi hermano, espontáneo, clamó:
E__
Pero, ¿tan grande es?
Jesús se vació.
JN__
No hay palabras, querido «pinche». Sostiene y contempla los universos en el
hueco de su mano. Es todo presente, pero está en el futuro. Es el único santo,
porque es perfecto. Es indivisible y, no obstante, se multiplica sin cesar. Él
te imagina y apareces...
Eliseo negó con la cabeza. Y comentó casi para sí: Hermoso, muy hermoso, pero la ciencia...
El Maestro, percibiendo la dirección de Eliseo, le salió al paso con
contundencia:
JN__ No te equivoques... Ni la ciencia, ni la
razón, ni tampoco la filosofía podrán demostrar jamás la existencia del Padre.
El ingeniero le miró perplejo. Y el rabí, penetrando sin piedad en sus
pensamientos, sentenció:
JN__
Tu Jefe es más listo, imaginativo y amoroso de lo que supones. Él no está a
merced de hipótesis o postulados. Él sólo está a merced del corazón...
Entonces, señalando el revoloteo de la Euprepia, afirmó:
JN__
En eso le lleváis ventaja... Vosotros sí podéis experimentar a Dios.
Nos miró intensamente y remachó:
JN__
He dicho experimentar, no demostrar... En esa búsqueda, cuando el hombre
persigue y ansia a Dios, su alma, al encontrarlo, nota, percibe, experimenta su
presencia. Eso es suficiente..., por ahora.
E__
¿Experimentar al Padre? Y eso, ¿cómo se hace?, ¿cómo se sabe?
JN__
No has escuchado mis palabras, querido «destrozapatos». Cuando un ser humano
«toca» al Padre, cuando Él te «toca», el alma se pone en pie. Es una sensación
única. Clamorosa. Y una magnífica seguridad te acompaña de por vida... Pero ese
benéfico sentimiento es personal e intransferible. Es difícil de explicar, pero
tan real como la visita de la ternura, de la compasión o de la alegría.
Y desviando la mirada hacia este absorto explorador me previno:
JN__
Por eso, Jasón, porque se trata siempre de una experiencia, de un sentimiento
personal, no escribas para convencer. Hazlo para insinuar. Para ayudar. Para
iluminar...
Mensaje
recibido.
JN__
... No «vendas», querido ángel. No grites el nombre del Padre. No obligues. No
discutas. Cada cual, según lo establecido, recibirá el «toque» a su debido
tiempo. No hay prisa. Ab-bá sabe. Ab-bá reparte.
Un Dios sin prisas -terció el «destrozapatos»-. Eso me gusta.
JN__
Un Dios amor que ya está en ti...
Y
el Maestro, dirigiendo la vara hacia Eliseo, fue a tocar su pecho. El
ingeniero, sorprendido, bajó la cabeza, observando el punto señalado por el
Galileo. Después, nunca supe si en broma o en serio, exclamó:
JN__
¿El Jefazo está aquí?... ¡Y yo con estos pelos...! ¿No me crees?
Eliseo, incapacitado para la mentira o el disimulo, negó con la cabeza y
puntualizó:
E__
Tú lo has dicho, Maestro. Somos materia finita... El Padre, si quisiera entrar
en mí, se sentiría muy incómodo.
Jesús lo acarició con la mirada. Mi amigo era como un niño.
JN__
Escucha atentamente. Escuchad los dos... Lo que ahora os anuncio formará parte
del mensaje cuando llegue mi hora.
El rostro, iluminado por la fogata, cobró una especial gravedad. E intuí que se
disponía a confesar algo trascendental. No me equivoqué.
JN__
Decidme: ¿os he mentido alguna vez?
Él «no» fue instantáneo.
JN__
Pues bien, yo os digo que el Padre ya está en vosotros...
J__
Sí -concedí-, hace un momento lo has invocado. Has sido muy generoso al
convertirnos en tus embajadores.
JN__
No -se apresuró a corregirme-, eso ha sido una consagración formal. Pero Ab-bá
ya estaba en vuestras mentes.
E__
Claro -terció Eliseo-, muchas veces hemos pensado en Él...
El Maestro volvió a negar con la cabeza.
JN__
No comprendéis. Os estoy hablando de uno de los grandes misterios de la
Creación. El Padre, en su infinita misericordia, en su indescriptible amor,
hace tiempo que se instaló en vosotros...
Notó nuestra confusión y profundizó.
JN__
Cada criatura del tiempo y del espacio recibe una diminuta fracción de la
esencia divina. El Padre, como os dije, aunque único e indivisible, se
fracciona y os busca. Se instala en cada uno de vosotros, los más pequeños del
reino.
J__
¿Se trata de una parábola?
JN__
No, Jasón, esto es real. Y no me preguntes cómo lo hace porque nadie lo sabe.
Es una de sus grandes prerrogativas. Él, así, «sabe». Él, así, «está». Él, así,
se comunica con la creación y se hace uno con cada mortal inteligente.
E__
Pero, ¿cómo es eso?, ¿cómo un Dios puede habitar en mi interior?
El
Maestro no respondió a las lógicas cuestiones formuladas por mi hermano. Se
limitó a remover las brasas, levantando un fugaz chisporroteo. Después,
llamando nuestra atención, prosiguió:
JN__
¿Veis las chispas?... Pues en verdad os digo que algo similar sucede con el
Padre. Una «chispa» divina, una parte de Él mismo, vuela hasta cada criatura y
la hace inmortal.
Supongo que captó la perplejidad de aquellos exploradores. Sonrió amorosamente
y exclamó:
JN__
A esto, justamente, he venido. A revelar al mundo que sois hijos de un Dios...
Y lo sois por derecho propio.
E__
Pero, Señor, yo no percibo nada raro... Si el Jefazo estuviera en mi interior
tendría que notarlo.
JN__
Lo percibes, querido «pinche», lo percibes... El problema es que, hasta ahora,
no lo sabías. Podías intuirlo, pero nadie te lo había confirmado.
E__
¿Lo percibo? ¿Tú crees?
JN__
diré algo. ¿Qué opinas de esa bella mariposa? ¿Por qué se siente atraída por la
luz?
E__
Eso es algo instintivo...
JN__
Correcto. Ella no es consciente, pero «algo» la empuja...
Asentimos en silencio.
JN__ pues bien, con vosotros, los humanos, ocurre lo mismo. «Algo» que no podéis, que
no sabéis definir, os impulsa a pensar en Dios. «Algo» desconocido os
proporciona la capacidad intelectual suficiente como para plantearos el
problema de la divinidad. «Algo» sutil os arrastra hacia el misterio de Dios.
Nadie se ve libre de esas inquietudes. Tarde o temprano, en mayor o menor
medida, todos se hacen las mismas preguntas: «¿quién soy yo?, ¿existe Dios?,
¿qué quiere de mí?, ¿por qué estoy aquí?».
Volvió a introducir el palo entre las llamas y una nueva columna de chispas se
agitó brevemente en el increíble y solemne silencio de la noche y de nuestros
corazones. Finalmente, dirigiéndose al ingeniero, preguntó:
JN__
¿Nunca has percibido esa inquietud?
Eliseo
reconoció que sí. Muchas veces...
JN__
Ahora lo sabes. Ese impulso, esa necesidad de conocer, de saber de Dios, está
animado por la «chispa» que te habita. Esa «presencia» del Jefe en tu interior
es la que verdaderamente te hace distinto. La que te inquieta. La que
perfecciona y corrige tus pensamientos. La que, a veces, escuchas en voz baja.
La que siempre tiene razón. La que, en definitiva, «tira» de ti hacia El.
E__
Y la mariposa, Señor, ¿también es habitada por el «Barbas»?
Jesús, soltando una carcajada, negó con la cabeza. Mi compañero, sin embargo,
hablaba en serio.
JN__
"-No, querido niño... Te lo he dicho: vosotros sois mucho más que una
mariposa. Los animales se mueven por instinto. En ocasiones pueden demostrar
sentimientos, pero ninguno, jamás, se plantea la necesidad de buscar a Dios. Ni
siquiera tienen conciencia de sí mismos. La «chispa» del Padre, como te dije,
es un regalo exclusivo a los humanos…
Eliseo,
inquieto, lo interrumpió.
E__
¿Y tus ángeles? ¿Reciben también la «chispa» del Jefe?
JN__
No, querido... No me escuchas cuando hablo. Esa magnífica y divina presencia
del Creador os alcanza únicamente a vosotros, las criaturas del tiempo y del
espacio. Las más humildes...
E__
¡Qué lujo! ¿Y por qué a nosotros?
JN__
Eso lo irás comprendiendo poco a poco, conforme asciendas... El Padre es así:
un padrazo...
Entonces,
dirigiéndose a este explorador, comentó:
JN__
Estás muy callado...
J__
Es demasiado para mi torpe y corto conocimiento, Señor... Pero, ya que lo
planteas, dime: ¿tiene esa «chispa» algo que ver con la famosa frase...?
No
me dejó concluir.
JN__
Sí, Jasón... «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza.
Ahora
lo entiendo -clamó Eliseo-, ahora lo entiendo...
El
rabí sonrió satisfecho. Y manifestó:
JN__
Tú, mi querido «pinche», eres igual a Dios porque lo llevas en lo más profundo.
Y no son meras palabras... Tú eres su imagen. Más aún: ¡tú eres Dios!
Yo, Señor -escapó como pudo el ingeniero-, sólo soy un pobre «destrozapatos»...
JN__
¡Tú eres Dios!
E__
Y yo te digo que no.
JN__
¡Y yo te digo que sí!
E__
¡Que no!
¡Que sí! Tercié conciliador: -¡Haya paz!...
Bueno -admitió Eliseo-, si tú lo dices...
JN__
Lo digo y lo mantengo. Y te diré más: algún día «trabajarás» a su lado, creando
y sosteniendo..., como Él.
E__
¿Yo, un Jefazo?
JN__
¿Por qué crees que Ab-bá ha pensado en ti?
J__
Buena pregunta -intervine-, ¿por qué, Señor?
JN__ Porque el amor no es posesivo. El
amor del Padre, como la luz, sólo se mueve en una dirección: hacia adelante.
Él, aunque ahora no podáis comprenderlo, os necesita. Él será Él cuando toda su
creación sea Él.
J__
Veamos si te he comprendido. ¿Estás insinuando que el ser humano es inmortal?
Esta vez sonrió pícaro. Dejó correr una bien estudiada pausa y, cuando la
tensión rozó las estrellas, exclamó rotundo. Sin contemplaciones. Con una
seguridad que nos convirtió en estatuas:
JN__
No insinúo... ¡Afirmo!... ¡Sois inmortales! Así lo ha querido el Padre.
Yo, incapaz de reaccionar, permanecí mudo. El ingeniero, en cambio, estalló:
E__
Señor, con el debido respeto, ¡no te burles! "
El semblante cambió. Fue una de las pocas veces que lo vi serio. Muy serio.
Casi enojado...
JN__
¿Crees que he venido a este mundo para burlarme?
Mi hermano, asustado, echó marcha atrás.
E__
No, Señor, pero...
JN__
Estoy aquí para revelar al Padre. Para decirle al confuso y confundido hombre
que la esperanza existe... ¡Que sois hijos de un Dios! ¡Que habéis sido
elegidos por el infinito amor de Ab-bá! ¡Qué estáis, simplemente, en el
principio!
Tembló la voz y, más sereno, añadió:
JN__
...Si Él no os hubiera hecho inmortales..., todo esto sí sería una burla. Una
trágica burla...
Entonces -intervine tímidamente-, eso de ganar o merecer el cielo...El Maestro
recuperó su habitual sonrisa, pero, de momento, no dijo nada. Me miró sin
pestañear. Y la fuerza de aquella mirada me sofocó. A continuación, solemne,
pronunció una sola palabra:
JN__
Mattenah.
J__
¡Un «regalo»! Eso significaba mattenah.
Y simulando que no había comprendido repetí:
J__
¿Un regalo? ¿La inmortalidad es un regalo?
JN__
Sí, Jasón. Y recuerda bien el término que he utilizado. Recuérdalo y escríbelo.
El hombre debe saber que es inmortal por expreso deseo de mi Padre. Haga lo que
haga o diga lo que diga...
Supongo que volvió a adivinar nuestros pensamientos.
JN__
De eso no os preocupéis. Ésa es otra historia. Para los que hacen daño o,
sencillamente, se equivocan, hay otros procedimientos... En verdad os digo que
nadie escapa al amor de Ab-bá. Tarde o temprano, hasta los más inicuos son
«tocados» ...
Pero, Señor -se desbordó Eliseo-, ¡eso que dices es magnífico!
JN__
No, muchacho, ¡el Padre es magnífico! ¡Es tu Padre el verdaderamente grande y
generoso!
E__
¿De verdad es tan grande?
Jesús abrió los brazos y gritó a las estrellas:
JN__
¡Tan inmenso que se pone en pie en lo más pequeño!
Eliseo, entonces exaltado, alzándose, exclamó:
E__
¡Pues viva la madre que lo parió! Y feliz añadió: ¿Sabes una cosa? Aunque fuera más pequeño,
también me caería bien...
Y
antes de que el Maestro saliera de su asombro se aferró a sus mangas y, tirando
de Él, le apremió:
E__
¡Vamos, Señor!... ¡Salgamos de aquí!... ¡Todo el mundo debe saberlo!...¡Vamos!
Necesitamos
unos minutos para calmarlo y sentarlo. Por último, el Galileo, echando mano de
una familiar frase, aclaró:
JN__
Deja que el Padre señale mi hora... De todas formas, gracias. Ya veo que has
comprendido...
Y
redondeó burlón:
JN__
¿Percibes o no percibes la «chispa»?
No
pude contenerme y solté algo que pujaba por salir.
J__
Señor, ese nuevo Dios, ese magnífico Padre..., no va a gustar a tu pueblo.
JN__
No he venido a imponer. Sólo a revelar. A recordar cuál es el verdadero rostro
de Dios y cuál la auténtica condición humana. Mi mensaje es claro y fácil de
entender: Ab-bá es un Padre entrañable,
amoroso, que no precisa de leyes escritas, ni tampoco de prohibiciones. El que
lo descubre sabe qué hacer... Sabe que todo consiste en amar y servir,
empezando por el prójimo.
JN__
¿Sabéis por qué? ¿Sabéis por qué se debe auxiliar y querer a vuestros
semejantes?
¿Por ética? replicó Eliseo.
JN__
No.
J__
¿Por solidaridad? -me aventuré.
JN__
No.
¿Por lógica? -apuntó el ingeniero sin demasiada seguridad.
JN__
¡Caliente, caliente!
Nos
rendimos. A decir verdad, nunca me había planteado la, aparentemente, tonta
cuestión.
JN__
Por sentido común -manifestó el Galileo con naturalidad.
J__
¿Por sentido común?
JN__
¿Recordáis la «chispa» divina? Pensad... Si Ab-bá es el Padre de todos los
humanos, si Él reside en cada hombre, si él os imagina y aparecéis, ¿qué sois
en realidad?
Hermanos...
en la fe -replicó el ingeniero.
JN__
No.
E__
¿No?
Jesús
subrayó el «no» con un lento y negativo movimiento de cabeza.
JN__
No sois hermanos en la fe. ¡Sois hermanos... físicamente! ¡Sois iguales!
Entonces aclaró:
JN__
Segunda parte del mensaje del Hijo del Hombre: si Ab-bá es vuestro Padre, el
mundo es una familia. Por eso debéis amaros y ayudaros. Por sentido común.
Todos tenéis el mismo destino: llegar a Él.
J__
Lo dicho, Señor -intervine con desaliento-, eso no va a gustar. Ricos y
pobres... ¿iguales? ¿Esclavos y dueños? ¿Necios y sabios? ¿Judíos y gentiles?
Mi hermano se unió a quien esto escribe, añadiendo:
E__
¿Y qué dices, ¿Señor, de ese nuevo rostro del Padre? ¿Un Dios amoroso? A las
castas sacerdotales no les gustará...
JN__
Acabo de manifestarlo. El Hijo del Hombre no viene a imponer. Sólo a inspirar.
Mi trabajo no consiste en demoler, sino en insinuar. Yo soy la verdad y todo
aquel que escuche mi palabra será tocado y removido. Dejad que la «chispa»
interior haga el resto...
J__
Pero Yavé no es Ab-bá. Yavé castiga, persigue...
JN__
Os lo repito. Dejad que se cumplan los planes del Padre. Tienes razón, mi
querido «pinche». Yavé no es Ab-bá, pero ha cumplido con lo dispuesto: el
hombre respeta la Ley. Ahora es el turno de la revelación. Por encima de la Ley
está siempre la verdad. Y la verdad es sólo una: sois hijos de un Dios-Amor.
Eliseo, una vez más, rebajó la tensión. Se aferró a una de las últimas frases
de Jesús y solicitó detalles.
E__
¿Dejad que la «chispa» interior haga el resto? No sabía que el Jefazo
trabajase...
El
Maestro se doblegó encantado.
JN__
¿Qué pensabas? ¿Creías que esa presencia divina era un adorno?
E__
¿Y qué hace?
JN__
Te lo dije: «tira» de ti... Esa misteriosa criatura se ocupa, entre otras
cosas, de preparar tu alma para la vida futura, para la verdadera vida. En
cierto modo, te entrena...
E__
Pues yo no me entero.
JN__
Es lógico. El Jefazo es muy silencioso. Tampoco le gustan los gritos. Se limita
a pulir y rectificar tus pensamientos. Pero lo hace en la sombra de tu mente.
Escondido. Casi prisionero.
E__
¿Y cómo puedo ayudarle?
Jesús sonrió complacido.
JN__
Ahora lo haces. Basta con tu buena voluntad. Basta con el deseo de querer, de
prosperar en conocimientos, de aceptar que Ab-bá es tu Padre. Él, poco a poco,
estrechará esa comunicación. Y llegará el día en que no precise de símbolos
para decirte: «Ánimo! Estoy aquí. Escucha mi voz. Sube. Búscame...
E__
Pero, Señor, no entiendo... El Jefazo debería ser más claro. ¿Por qué no habla
un poco más alto?
¡Dios santo! ¡Cómo disfrutaba el Galileo con aquellas preguntas de mi hermano!
JN__
No quiere y no debe. Además, tú mandas...
E__
¿Yo?, ¿un «destrozapatos»?
JN__
Así es. Eso es lo establecido. Te pondré un ejemplo: tu mente es un navío,
Ab-bá, la «chispa» interior, el piloto y tu voluntad, el capitán. Tú mandas...
E__
¿Un navegante?
JN__
¡El mejor! ¡Lástima que no os dejéis guiar por Él! Con frecuencia, su rumbo es
alterado por vuestra torpe naturaleza humana y, sobre todo, por los miedos,
ideas preconcebidas y el qué dirán...
¡Los miedos! -exclamó Eliseo convencido-. ¡Cuánta razón tienes! ¿Por qué el
hombre siente tanto miedo?
JN__
Muy simple. Porque no sabe, no es consciente de cuanto os estoy revelando. El
día que despierte, y no os quepa duda de que lo hará, y comprenda que es hijo
de un Dios, que es inmortal y que está condenado a ser feliz, ese día, mis
queridos ángeles, el mundo será diferente. El ser humano sólo tendrá un temor:
a no parecerse a Él...
Y
al instante matizó:
JN__
...Pero ese «miedo» también desaparecerá. La «chispa» lo sofocará.
J__
Veamos -intervine sin demasiada seguridad-, si no he comprendido mal, el buen
gobierno de esa «chispa» interior no depende de lo que uno crea o deje de
creer, sino de la voluntad, del deseo de hallar al Padre. ¿Me equivoco?
JN__
No, Jasón. Has hablado acertadamente. El éxito de mi Padre está íntimamente
asociado a tu poder de decisión. Si tú confías, Él gana. Poco importa lo que
creas. Si lo buscas, si lo persigues, la «chispa» controla el rumbo. Y tú, poco
a poco, te vas haciendo uno con «ella».
Guardó silencio. Creo que entendió. Sus palabras eran hermosas, esperanzadoras,
pero, a veces, de difícil comprensión.
JN__
Os diré un secreto...
__
Agitó de nuevo las llamas y, en tono reposado, con una elocuencia
estremecedora, afirmó:
JN__
Observad la madera. Se hace uno con el fuego y ambos, sin remedio, ascienden.
Al fin son verdaderamente libres... ¡Mirad!
Y
señaló la temblorosa espiral de humo, escapando hacia la noche.
JN__
¡Mirad bien! Ahora, fuego y madera son uno... ¿Me habéis comprendido?
J__
Por supuesto...
JN__
Pues bien, éste es el secreto. El hombre, la madera que consigue identificarse,
hacerse uno con Ab-bá, el fuego... ¡no morirá! Su envoltura mortal será
consumida por la «chispa», por el Amor, y no necesitará ser resucitado...
"Quise intervenir, pero Eliseo me atropello con una cuestión que, en
efecto, había quedado rezagada.
E__
¿Por qué, al mencionar la «chispa», la has llamado «misteriosa criatura»?
JN__
Porque lo es...
El Maestro suspiró. Evidentemente, como a nosotros, las palabras también lo
limitaban. E intentó simplificar.
JN__
Recordad la mariposa... Por mucho empeño que pongáis no os entenderá. Si le
dices quién eres, ni siquiera te escuchará. Tu pregunta, querido «Elisa»
[Eliseo], me coloca en la misma situación. Aunque te revelara la verdadera
naturaleza de esa «chispa»... no comprenderías. Admite, pues, mi palabra.
_El
ingeniero, asintiendo con la cabeza, lo animó.
JN__
La presencia divina que te habita es una luz, un destello del Padre... con su
propia personalidad. Es, por tanto, una criatura, aunque desgajada del Creador.
Y no preguntes más... Te lo dije: también Ab-bá tiene sus secretos...
E__
¿Y cuándo se instala en el ser humano?
Jesús
de Nazaret, complacido con la insaciable curiosidad de mi compañero, sonrió condescendiente.
JN__
Eso depende de Él... Pero, generalmente, cuando el niño es capaz de tomar su
primera decisión moral.
E__
¿Y le acompaña hasta la muerte?
JN__
Y más allá de la muerte. Recuerda: sois inmortales. El Padre, cuando da, no lo
hace a medias...
Eliseo quedó pensativo. Jesús le observó y, sorprendiéndonos, exclamó:
JN__
«M-Dilo... Ésa es una buena pregunta..
Mi hermano, descompuesto, balbuceó:
E__
Pero, ¿cómo lo haces? ¿Cómo sabes lo que estoy pensando?
El Maestro señaló el blanco y dormido rostro del Hermón y recordó algo que
olvidábamos con frecuencia.
JN__Ha llegado mi hora. Tú lo sabes. Aquí y ahora he recuperado lo que es mío.
J__
¿Qué sucede con la «chispa» cuando alguien mata a su hermano o se suicida?
El ingeniero, nervioso, esbozó una sonrisa.
E__
Eso... ¿Qué pasa con la «criatura» si termino con una vida?
JN__
Lo más triste y lamentable, querido ángel, no es únicamente que atentes contra
la vida, patrimonio exclusivo de la divinidad, sino que, súbitamente, sin
previo aviso, suspendas la labor de la «chispa». Literalmente: la dejas
huérfana...
E__
En otras palabras: una patada en el trasero del Jefe...
Correcto -rió Jesús-... admitiendo que el «Barbas» tenga trasero. Y matizó:
JN__
Con una acción así se demora, no se suspende, la escalada hacia el Padre.
Dejadme que insista: sois inmortales. Nadie puede privaros de esa herencia.
Ab-bá os la ha entregado por adelantado.
J__
¡Inmortales!
JN__
Sí, Jasón... como suena. Ése es mi mensaje. A eso vengo. ¿Te parece importante?
Y le abrí el corazón: Para gente como yo, perdida y sin horizonte, lo más
importante. Pero necesitado de concreción, de objetivos físicos y palpables,
pregunté:
J__
Está bien, Señor. Te hemos entendido. Todo consiste en descubrir, en buscar al
Jefe. Pero, ¿qué más?, ¿cómo lo materializo?
El Maestro -lo sé- esperaba ansioso esta cuestión. Y pronunció la frase clave:
JN__
Abandónate en sus manos.
__
Le miré atónito.
J__
¿Nada más?
JN__
Nada más. Eso es todo
Pero... El Maestro tenía esa virtud.
Hacía fácil lo difícil. Y se apresuró a vaciar las dudas.
JN__
Él se ha sometido a tu voluntad. Él está
en tu interior, humilde, silencioso y pendiente de tus deseos de prosperar
mental y espiritualmente. Haz tú lo mismo. Entrégate a él. No seas tonto y
aprovecha: abandónate en sus manos. Deja que se haga su voluntad.
No fui capaz de reaccionar. ¿Cómo era posible? ¿Eso era todo? Jesús entró de nuevo en mis atropelladas ideas e intentó apaciguarlas.
JN__
Os haré otra revelación...
JN__
Yo conozco al Padre. Vosotros, todavía no... Os hablo, pues, con la verdad.
¿Sabéis cuál es el mejor regalo que podéis hacerle?
Eliseo y yo nos miramos. Ni idea...
JN__
El más exquisito, el más singular y acertado obsequio que la criatura humana
puede presentar al Jefe es hacer su voluntad. Nada le conmueve más. Nada
resulta más rentable...
Mi hermano, tan perplejo como yo, confundió el sentido de estas palabras.
E__
¿Quieres decir que debemos negarnos a nosotros mismos?
Jesús de Nazaret, comprendiendo, se apresuró a enmendar el error de Eliseo.
JN__
No, yo no he dicho eso. Hacer la
voluntad del Padre no significa esclavitud ni renuncia. Tus ideas son tuyas.
También tus iniciativas y decisiones. Hacer la voluntad de Ab-ba es confiar.
¡Es un estilo de vida! Es saber y aceptar que estás en sus manos. Que Él
dispone. Que Él dirige. Que Él cuida.
J__
Entiendo. Estás diciendo: «es mi voluntad que se haga su voluntad».
JN__
Exacto, Jasón. Tú lo has dicho. Cuando un hijo adopta esa suprema y sublime
decisión, el salto hacia la fusión con la «chispa» interior es gigantesco. Ésa
es la clave. A partir de ahí, nada es igual. La vida cambia. Todo cambia. Y el
Jefe responde...
Nueva pausa. Inspiró profundamente. Con ansiedad. Y dijo algo que jamás
olvidaríamos. Algo que, poco a poco, iríamos verificando.
JN__
El Padre responde y una fuerza benéfica, arrolladora, se pone al servicio de
esa criatura. Cuando el hombre dice «estoy en tus manos» lo da todo. Y Ab-ba
convierte a ese hijo en un gigante. Ni él mismo llega a reconocerse. Es mucho
más de lo que aparentemente es.
J__
¿Una fuerza arrolladora?
De pronto recordé. ¿Qué ocurrió en lo alto del Ravid? Un día, sin previo aviso,
sin razón aparente, nos sentimos llenos, inundados, de una extraña y singular
«fuerza». ¿Era esto a lo que se refería el Galileo? El
Maestro me miró y volvió a negar con la cabeza.
JN__
No, mi perplejo ángel, esa «fuerza» tiene otro origen y otro nombre...
Lo había hecho de nuevo. Acababa de colarse en mi mente...Sonrió
burlón y continuó:
JN__
Esa «fuerza» que tanto os intriga descendió sobre los hombres por expreso deseo
del Creador de este universo. Se llama Espíritu de la Verdad. Pero de ello, si
os parece, hablaremos en su momento.
Eliseo
no aceptó.
E__
¿Tú enviaste a ese Espíritu?
JN__
Así lo prometí. Y creo que lo sabéis de sobra: siempre cumplo.
No
permití que mi amigo desviara al Maestro del tema inicial. Y repetí la
pregunta:
J__
¿Una fuerza arrolladora?
JN__
Sí, Jasón... Ese hombre, el que decide hacer la voluntad del Padre, se llena.
Hasta sus más pequeños deseos se ven cumplidos. Sencillamente, como os he
dicho, despierta a la gloria y al Amor de Ab-ba. Es el gran hallazgo. Su vida,
a partir de ahí, es una continua y gratificante sorpresa. Es el principio de la
más fascinante de las aventuras...
Y remachó con aquella inquietante seguridad:
JN__
Ponerse en sus manos, hacer la voluntad de Ab-ba significa, además, saber...
J__
¿Saber?
JN__
Sí, saber. Obtener respuestas... Por ejemplo, ¿quién soy? En ese momento es
fácil. Eres un hijo del Amor. Un «regalo» del Jefe. Un ser inmortal. Una
criatura nacida en lo más bajo... destinada a lo más alto. Un hombre que
empieza a correr. A correr hacia Él.
J__
Por ejemplo: ¿qué hago aquí?
JN__
Al descubrir al Padre también es fácil... Estás en este mundo para VIVIR.
El ingeniero no pudo contenerse.
E__
Claro, Señor. Obvio...
JN_
No...
Jesús
me señaló y prosiguió:
JN__
Escríbelo con mayúsculas... VIVIR... No he dicho vivir, tal y como vosotros lo
entendéis. Si el Padre os ha puesto aquí es por algo realmente interesante...
Interesante para vosotros. Escuchadme: ¡sois inmortales! Ahora os encontráis
sujetos en esa envoltura carnal pero, en breve, cuando entréis en los mundos
que os tengo reservados, este cuerpo sólo será un recuerdo. Un recuerdo cada
vez más difuso... ¡VIVID, pues, la presente experiencia! ¡VIVID con intensidad!
¡VIVID con amor! ¡Con sentido común! ¡Con alegría! Y recordad que sólo tenéis
esta oportunidad. Después, tras la muerte, VIVIRÉIS de otra forma...
Mi hermano y yo, impulsados por mil preguntas, nos pisamos las palabras. Pero
Jesús, haciendo caso omiso, siguió a lo suyo.
JN__
Por ejemplo: ¿cuál es mi futuro? Supongo que ya lo habéis adivinado.
Lo sé, comentó, riéndose de sí mismo, me repito mucho... Insisto: vuestro
destino es Él. No hay otra dirección. Vuestro futuro es llegar a Él. Ser como
Él. Ser perfectos. Conocerle. Trabajar hombro con hombro...
E__
¿Seremos socios?
JN__
Querido «destrozapatos», si decides ponerte en sus manos, si optas por hacer su
voluntad... ¡ya eres su socio! Él hará en ti maravillas. Él te cubrirá con un Amor que te levantará del suelo. Y tus miedos,
escucha bien, desaparecerán...
La
noche, como nosotros, se quedó quieta. Absorta. Entusiasmada. Más aún: yo diría
que esperanzada...Sencillamente, nos tenía atrapados. Él lo sabía y cerró el
círculo.
JN__
... Si tu corazón se abre y se hace aliado de la vida, si te abandonas a su
voluntad, nada, dentro o fuera de ti, te hará temblar. Como un prodigio, tu
alma caminará segura. Nada, querido ángel, ¡nada te hará retroceder! Y esa
sensación, ese sentimiento de seguridad te escoltará hasta el fin de tus días.
JN__
«Pero no os equivoquéis. Al mismo tiempo que ese afortunado hombre crece, así
desaparece...
J__
No entiendo.
JN__ Es
fácil, querido «pinche». El Amor que se derrama desde el Padre es turbulento.
No sabe del reposo. Y deberás irradiarlo. Compartirlo. Catapultarlo. No es de
tu propiedad. Pues bien, un día, sin previo aviso, caerás en la cuenta de algo
igualmente maravilloso: ¡no existe!, ¡has desaparecido para ti mismo! ¡No
cuentas! ¡No exiges! ¡No precisas! ¡No reclamas!
Y rubricó la revelación con la mejor de sus sonrisas.
¡Habrás triunfado! En ese momento, al fin, habrás comprendido, querido «socio»
...
J__¿Y
qué pasa si me guardo ese Amor para mí mismo?
JN__
Escurriría, sin remedio, por la sentina del buque. Sería una lástima. Tendrías
que empezar de nuevo... Aquel que
intenta encarcelar la verdad..., la pierde. Sois hermanos. Y te diré más:
eso que propones no sucede jamás en un auténtico «socio». Te lo dije: se trata
de un viaje sin retorno. Si Él te «toca» ... nada es igual.
J__
¡Socios de un Dios!
E__
En efecto, Jasón. Y todo depende de tu voluntad... Si dices «sí», si te
abandonas en sus manos, si te dejas gobernar por ese «piloto» interior,
romperás las barreras que te limitan. Y tu capacidad de asombro será desbordada
una y otra vez. Todo, a tu alrededor, estará a tu servicio. Tú «sí» es el «sí»
de Ab-bá. En palabras sencillas: habrás encontrado una mina de oro...
El ingeniero, eufórico, le interrumpió.
E__
¡Aunque sea de carbón, Maestro!
Jesús rió con ganas. Después, terminando la inconclusa frase, nos dejó
boquiabiertos.
JN__
... Habréis encontrado una mina de oro... ¡que funciona sola!
Y preguntó:
JN__
¿Os animáis?... ¡Es gratis!
Entonces, señalando la casi extinguida fogata, se apresuró a comentar:
JN__
Pensadlo. Ya me diréis... Mejor dicho, se lo diréis a Él... Y ahora...
descansad.
Y añadió socarrón:
JN__
Si podéis...
Fuente/ CABALLO DE TROYA