Enero de 1973
En un proyecto secreto, dos pilotos de la USAF (Fuerza Aérea Norteamericana) viajan en el tiempo al año 30 de nuestra era, concretamente, a la provincia
romana de la Judea (actual Israel). Objetivo aparente: seguir
los pasos de Jesús de Nazaret
y comprobar, con el máximo rigor, cómo
fueron sus últimos días. ¿Por qué fue condenado a muerte?
¿Quién era aquel Hombre? ¿Se
trataba de un Dios, como aseguran sus seguidores?
Jasón y Eliseo, responsables de la exploración, viven paso a paso las terroríficas horas de la llamada Pasión y Muerte del Galileo.
Jasón y Eliseo, responsables de la exploración, viven paso a paso las terroríficas horas de la llamada Pasión y Muerte del Galileo.
Jasón,
en su diario, es claro y rotundo: «Los evangelistas no contaron toda la verdad.» Los hechos, al parecer, fueron tergiversados, censurados y mutilados, obedeciendo a determinados intereses. Lo que hoy se cuenta sobre los postreros momentos del
Maestro es una sombra de lo que sucedió en realidad.
Jasón se aventura en Nazaret y reconstruye la infancia y juventud
de Jesús. Nada es como se ha
contado.
Fascinados por la figura y el pensamiento de
Jesús de Nazaret,
los pilotos toman una decisión:
acompañarán al Maestro
durante su vida pública o de predicación, dejando constancia de cuanto
vean y oigan. Para ello deben actuar al margen de lo establecido oficialmente por Caballo
de Troya. Y aunque sus vidas se hallan hipotecadas por un mal irreversible —consecuencia del propio experimento—, Jasón y Eliseo se arriesgan en un tercer
«salto»
en
el
tiempo,
retrocediendo al mes de agosto del año 25 de nuestra era.
Te recomiendo que veas primero este vídeo, para que te enteres de los proyectos que EE.UU y otras potencias del mundo han llevado a cabo en secreto. No es imposible que el proyecto Caballo de Troya haya sido realidad. La humanidad vive muy engañada de los experimentos que se planean y ejecutan desde el interior del pentágono.
Para muchas personas el Diario del Mayor (Jasón) es solo una saga, una novela de ciencia ficción y se encargan de desprestigiar la valiente misión de JJ Benítez, escogido por este científico para que lo publicase y lo diera a conocer al mundo, como un derecho que tenemos todos los seres humanos de conocer la verdad de este maravilloso Ser Jesús de Nazaret "Mikael de Nebadon"; quien realiza su séptimo auto-otorgamiento en la materia; el nivel más denso de su creación.
Las enseñanzas de este Hombre-Dios Jesús de Nazaret no fueron dadas exclusivamente para ese tiempo y lugar; sino para todas las generaciones, hasta que logremos encarnar y vivir toda la filosofía que Él transmitió." El que tenga oídos, que oiga".
En este blog iremos entregando poco a poco, los episodios más relevantes de la vida de Jesús, los diálogos que tuvo con Jasón tal cual los narró él en su diario.
Miércoles 5 de abril del año 30
Te recomiendo que veas primero este vídeo, para que te enteres de los proyectos que EE.UU y otras potencias del mundo han llevado a cabo en secreto. No es imposible que el proyecto Caballo de Troya haya sido realidad. La humanidad vive muy engañada de los experimentos que se planean y ejecutan desde el interior del pentágono.
Para muchas personas el Diario del Mayor (Jasón) es solo una saga, una novela de ciencia ficción y se encargan de desprestigiar la valiente misión de JJ Benítez, escogido por este científico para que lo publicase y lo diera a conocer al mundo, como un derecho que tenemos todos los seres humanos de conocer la verdad de este maravilloso Ser Jesús de Nazaret "Mikael de Nebadon"; quien realiza su séptimo auto-otorgamiento en la materia; el nivel más denso de su creación.
Las enseñanzas de este Hombre-Dios Jesús de Nazaret no fueron dadas exclusivamente para ese tiempo y lugar; sino para todas las generaciones, hasta que logremos encarnar y vivir toda la filosofía que Él transmitió." El que tenga oídos, que oiga".
En este blog iremos entregando poco a poco, los episodios más relevantes de la vida de Jesús, los diálogos que tuvo con Jasón tal cual los narró él en su diario.
Miércoles 5 de abril del año 30
Monte
de las aceitunas, huerto de los olivos Gesemanit propiedad del viejo Simón el “leproso”
lugar de la oración de Jesús.
El ambiente era
tenso, los discípulos estaban muy preocupados por la gravísima resolución de
Caifás y sus sacerdotes de arrestar al Maestro.
En
vista de que aquellas últimas horas no estaban resultando tan íntimas y
familiares como deseaba el Maestro, éste tomando la palabra dijo:
“No
debéis permitir que las grandes muchedumbres os engañen. Las que escucharon en
el templo y que parecían creer nuestras enseñanzas, ésas, precisamente,
escuchan la verdad superficialmente. Muy pocos permiten que la palabra de la
verdad les golpee fuerte en su corazón, echando raíces de vida. Los que sólo
conocen el evangelio con la mente y no lo experimentan en su corazón no pueden
ser de confianza cuando llegan los malos momentos y los verdaderos problemas.
“Cuando
los dirigentes de los judíos lleguen a un acuerdo para destruir al Hijo del
Hombre, y cuando tomen una única consigna, entonces veréis a esas multitudes
cómo escapan consternados o se apartan a un lado en silencio.
“Entonces,
cuando la adversidad y la persecución desciendan sobre vosotros, llegaréis a
ver cómo otros, que pensabais que aman la verdad, os abandonan y renuncian al
evangelio.
Habéis descansado hoy como preparación para estos tiempos que se
avecinan… Vigilad, por tanto y rogad para que, por la mañana, podáis estar
fortalecidos para lo que se avecina.
Id
a dormir, hermanos míos y conservad la paz hasta que nos levantemos mañana…Un
día más para hacer la voluntad de Padre y experimentar la alegría de saber que
somos sus hijos.
DIÁLOGO DE JESÚS CON JASÓN
Jesús me sorprendió cuando alimentaba la hoguera. Sentado junto al fuego le miré con curiosidad y pregunté:
Jesús me sorprendió cuando alimentaba la hoguera. Sentado junto al fuego le miré con curiosidad y pregunté:
-Maestro, ¿por qué un hombre como tú necesita de la
oración?
-Dices
bien Jasón. El hombre mientras padece su condición de mortal, busca y necesita
respuestas. Y en verdad te digo que esa sed de verdad sólo puede aplacarla mi
Padre. Ni el poder, ni la fama, ni siquiera la sabiduría, conducen al hombre al
verdadero contacto con el reino del Espíritu. Es por la oración cómo el humano
trata de acercarse al infinito. Mi espíritu empieza a estar afligido y yo
también necesito del consuelo de mi Padre.
-
¿Es que la verdadera sabiduría está en el reino de tu Padre?
-No
…Mi Padre es la Sabiduría.
-Entonces
si yo rezo, ¿puedo saciar mi curiosidad e iluminar mi espíritu?
-Siempre
que esa oración nazca realmente de tu espíritu. Ninguna súplica recibe
respuesta, a no ser que preceda del espíritu. En verdad, en verdad te digo que
el hombre se equivoca cuando intenta canalizar su oración y sus peticiones
hacia el beneficio material propio o ajeno.
Esa comunicación
con
el reino divino de los seres de mi Padre sólo obtiene cumplida respuesta
cuando obedece
a un
ansia de conocimiento o consuelo espirituales. Lo demás
-las
necesidades materiales que tanto os preocupan- no son consecuencia
de
la oración, sino del amor de mi Padre.
¿Por eso has insistido tanto en aquello de buscar el reino de Dios y su justicia?
-Sí, Jasón. El resto siempre se os da por añadidura...
- ¿Y cómo debemos pedir?
-Como si ya se os hubiera concedido. Recuerda que la fe es el verdadero soporte de esa súplica espiritual.
-Dices que la oración -así formulada- siempre obtiene respuesta. Pero yo sé que eso no siempre es así...El Galileo sonrió con benevolencia.
-Cuando las oraciones provienen en verdad del espíritu humano,
a veces son tan profundas
que no pueden recibir contestación hasta que el alma no entra en el
reino de mi Padre.
-No comprendo...
-Las respuestas, no lo olvides, siempre consisten en realidades espirituales. Si el hombre
no ha alcanzado el grado espiritual necesario y aconsejable para
asimilar ese conocimiento emanado del reino, deberá esperar -en este mundo o en otros- hasta que esa evolución le
permita reconocer y comprender las respuestas
que, aparentemente, no recibió en el momento de la petición.
- ¿Esto explicaría ese
angustioso silencio que parece constituir
en ocasiones
la única
respuesta a la oración?
-Sí. Pero no te confundas. El silencio no significa olvido. Como te he dicho, todas las súplicas que nacen del espíritu obtienen respuesta. Todas...
Déjame que te lo explique con un ejemplo: El hijo está siempre en el derecho de preguntar a sus padres, pero éstos pueden demorar las respuestas, a
la espera
de que
el infante
adquiera la
suficiente madurez como para comprenderlas.
» La gran diferencia entre los padres humanos y nuestro Padre verdadero está en que aquellos olvidan a veces que están obligados a contestar, aunque
sea al cabo de los años.
-Según esto, cuando muramos, todos seremos sabios...
-Insisto que la única sabiduría válida en el reino de mi Padre
es
la que brota del amor.
Después de gustar la muerte, nadie será sabio si no lo ha sido antes en vida...
-¿Debo pensar entonces que la demora en la respuesta a mis súplicas
es
señal de mi progresivo avance en el
mundo del espíritu?
Jesús me miró con complacencia.
-Hay infinidad de respuestas indirectas, de acuerdo con la capacidad mental y espiritual del que pide. Pero, cuando una súplica queda temporalmente en blanco, es frecuente presagio de una contestación que llenará, en su día, a un espíritu enriquecido por la evolución.
-¿Por qué resulta todo tan complejo?
-No, querido amigo. El amor no es complicado.
Es
vuestra natural ignorancia la que os precipita a la oscuridad y la que os inclina a una permanente justificación de vuestros errores.
Levanté la vista hacia las estrellas y señalándole aquella maravilla, le dije:
-¿Qué sientes ante esta belleza?
El Galileo elevó también sus ojos hacia el Firmamento y respondió con melancolía:
-Tristeza...
-¿Por qué?
-Si el hombre no es capaz de recibir en su alma la grandeza de esta obra, ¿cómo podrá captar la belleza de Aquél que la ha creado?
-¿Es Dios tan inmenso como dices?
-Más que pensar en la inmensidad de mi Padre, debes creer en la inmensidad de su promesa
divina. Rebasa el
espíritu del hombre y llega a producir vértigo en las legiones celestiales...
-Ya me
lo
explicaste, pero, ¿de verdad el acceso al reino de tu
Padre está al alcance de todos
los mortales?
-El reino de nuestro
Padre -me corrigió Jesús- está en el corazón de todos y cada uno de los
seres humanos. Sólo los que despiertan a la luz del evangelio lo descubren y penetran en él.
-Entonces, ¿todas las religiones, credos o creencias pueden llevarnos a la verdad?
-La verdad es una y nuestro Padre la reparte gratuitamente. Es posible que el gusto y la belleza puedan ser tan caros como la vulgaridad
y la fealdad, pero no sucede lo mismo con la verdad: ésta sí es un don gratuito que duerme en casi todos los humanos, sean o no gentiles,
sean o no poderosos, sean o no instruidos, sean o no malvados...
-¿A quién aborreces
más?
-En el corazón de mi Padre no hay lugar para el odio... Deberías saberlo. Guárdate sólo de los hipócritas, pero no viertas jamás en ellos el veneno de la venganza.
-¿Quién es hipócrita?
-Aquel que predica la vía del reino celestial y, en cambio,
se
instala en el mundo. En verdad te digo que los hipócritas engañan a los simples de corazón y no satisfacen
más que a los
mediocres.
-¿A quién estimas más: a un hombre espiritual o a un revolucionario?
El Maestro sonrió, un tanto
sorprendido por mi pregunta. Y posando su mano izquierda sobre
mi hombro, repuso con firmeza:
-Prefiero al
hombre que actúa con amor...
-Pero, ¿quién puede llegar a amar más?
-Pregunta mejor, ¿quién puede llegar a comprender más?
-¿Quién?
-Aquel que es capaz de amarlo todo. Pero, ¡ojo! Jasón, aquel que ama de verdad no coloca la
palabra «amor» sobre su puerta, tratando de justificarse ante el mundo. Y el que da, tampoco escribe la palabra «caridad» para que todos le reconozcan.
Cuando alguna vez veas esas palabras, desvergonzadamente ostentadas
en
el mundo, no dudes que tienen la única finalidad de enriquecer y ensalzar a cuantos las esgrimen y airean.
» EI reino de mi Padre es semejante a una mujer que llevaba un cántaro lleno de harina. Mientras marchaba por un camino apartado se le rompió el asa y la harina se derramó detrás de ella por el camino. La mujer no se dio cuenta y no supo su desgracia.
Cuando llegó a su casa depositó el cántaro en tierra y lo encontró vacío.
-¡Aquel que es capaz de amarlo todo!... -repetí con un ligero movimiento
de
cabeza-. ¡Qué
difícil es eso...!
-Nada hay difícil para el
que ha aprendido a ceder.
-Pero, ¿qué me dices de las injusticias? ¿También debemos aprender a amar a los que nos humillan o tiranizan?
-Cuando llegue el caso, pide explicaciones a tu hermano, pero nunca le odies. Sólo cuando miréis a vuestros hermanos con caridad podréis sentiros contentos.
-El mayor error de tu mundo -repuso Jesús- es su falta de generosidad. El que conoce y
practica el amor no suele tener necesidad
de perdonar:
siempre está dispuesto a comprenderlo
todo.
-Puede que estés en lo cierto, pero siempre pensé que el gran error de nuestro mundo era su «empacho» tecnológico...
El Nazareno me miró con una inagotable afabilidad.
-Debéis tener paciencia y confiar. La humanidad, a veces, se emborracha y embota con sus
propios hallazgos y triunfos, olvidando que su auténtico estado natural reside en la serenidad de su espíritu. El día que despierte de tan pesado letargo volverá
sus ojos al sendero del amor:
el único que conduce a la verdadera sabiduría.
El cansancio empezaba a apoderarse de ambos y, de mutuo acuerdo, decidimos descansar las escasas horas que restaban ya para el alba.
Sin proponérmelo, había empezado a amar a aquel hombre..
Uno a uno, Jesús fue lavando nuestros pies. Después de las palabras de Pedro, ninguno se atrevió a protestar y en un silencio dramático, el Maestro fue rodeando la mesa, hasta llegar al último de los comensales. Después se vistió la túnica y retornó a su puesto.
Y el rabí -en un tono igualmente confidencial- respondió: “-Ya os lo he dicho: incluso, aquel a quien doy la sopa...” No hubo respuesta de Juan.
Fuente: CABALLO DE TROYA, JJ BENÍTEZ.
Sin proponérmelo, había empezado a amar a aquel hombre..
Jueves
6 de abril del año 30
Hacia las diez y media, el grupo integrado por unas cincuenta
personas- comenzó a ascender por la ladera del Olivete. Al llegar a la cima del monte, el Nazareno
rogó a sus amigos que tomaran asiento y que escucharan sus palabras:
-“Los reinos de este mundo -dijo entre otras cosas-, siendo como son materiales,
pueden estimar a menudo que
es
necesario emplear la
fuerza física para la ejecución y desarrollo de las leyes y del mantenimiento del orden.
En el reino de los cielos los creyentes no recurren al
empleo de la fuerza física. El reino del cielo, siendo como es una hermandad espiritual entre los
hijos de Dios, puede promulgarse únicamente por el poder del espíritu. Esta distinción de procedimiento no anula, sin embargo, el
derecho de los grupos sociales de
creyentes a mantener el orden en sus filas y administrar disciplina entre los miembros ingobernables e
indignos.
No es incompatible ser hijo del reino espiritual y ciudadano del gobierno secular y civil. Es deber del
creyente dar al
César lo que es del
César y a Dios lo que es de Dios...» No puede haber desacuerdo entre estos dos requisitos. A no ser -aclaró Jesús- que resulte
que
un César intenta usurpar
las
prerrogativas de Dios y pida homenaje espiritual y se le rinda culto supremo. En tal caso sólo debéis adorar a Dios, mientras
intentáis iluminar a esos
dirigentes mal guiados. No debéis rendir culto espiritual a los gobernantes
de la tierra. Ni tampoco debéis emplear la fuerza física de los gobiernos terrenales.
»Ser hijos del reino, desde el punto de vista de una civilización avanzada, debe convertiros
en
ciudadanos ideales en los reinos
terrenales. La hermandad y el servicio -no lo olvidéis- son las piedras angulares
del evangelio.
La llamada del amor del reino espiritual debe probar que es efectiva a la hora de destruir el
instinto del odio entre los ciudadanos no creyentes y guerreros
del mundo terreno.
Pero estos
hijos de las tinieblas, con mentalidad material,
nunca sabrán de vuestra luz espiritual, a no ser
que
os acerquéis a ellos. Por ello debéis ser honorables y respetados entre los ciudadanos y
entre los dirigentes de este mundo. Ese servicio social generoso sólo es la consecuencia natural
de
un espíritu que vive en la luz.
»Como hombres mortales sois en verdad ciudadanos de los reinos terrenales
y debéis ser buenos ciudadanos y mucho más cuando habéis vuelto a nacer en el espíritu. Tenéis, por
tanto,
una triple obligación: servir a Dios, servir al hombre y servir a la hermandad de creyentes en
Dios.
»No adoréis a los jefes temporales ni empleéis la fuerza para el fomento del reino espiritual.
Pero manifestaros en un honrado ministerio de servicio amoroso, tanto a los creyentes como a los no creyentes. Es en el evangelio del reino donde reside el poderoso Espíritu de la
Verdad. Yo verteré sobre vosotros ese Espíritu de Verdad y sus frutos serán poderosas palancas sociales que elevarán a las razas de las tinieblas. En verdad os digo que este Espíritu llegará a ser vuestro fulcro, con un poder multiplicador.
» Desplegad sabiduría y mostrad sagacidad en vuestros tratos con los dirigentes civiles no creyentes. Por medio de la discreción, mostraros expertos a la hora de allanar desacuerdos
poco importantes y arreglar fútiles faltas de entendimiento. Buscad, por todos los procedimientos leales, el vivir apaciblemente con todos los hombres. Sed siempre sabios como las serpientes y tan inofensivos como las palomas...»Seréis mejores ciudadanos si sabéis iluminar vuestro espíritu con la verdad del evangelio. Y los dirigentes en los asuntos civiles mejorarán corno resultado
de esta creencia en el reino celestial.
»Mientras los jefes de los gobiernos terrenales
busquen ejercitar la autoridad, como dictadores religiosos,
vosotros
-los que
creéis
en este evangelio-
sólo
podéis esperar
problemas, persecuciones e, incluso, la muerte...Pero yo os digo que esa misma luz
que llevéis al mundo, y hasta la forma en que padezcáis por ella, iluminará finalmente
por sí
misma a toda la humanidad y dará, como resultado, la separación gradual de la política y la religión.
El Galileo volvió a fijar sus ojos en mi. Y continuó:
La persistente predicación de este evangelio
del reino llevará algún día a las naciones a una nueva e increíble liberación, a una libertad intelectual y a la libertad religiosa.»Yo os anuncio ahora que, bajo las próximas persecuciones de los que odian este evangelio
de la alegría y de la libertad, vosotros
floreceréis y el reino de mi Padre prosperará. Pero no os engañéis. Correréis grave
peligro cuando, en
los
tiempos posteriores, la
mayoría de los
hombres hablen bien de los creyentes en el reino y muchos, incluso, ocupando
altos cargos, acepten la buena nueva.
Aprended a ser leales al reino, incluso
en
tiempos
de
paz y prosperidad. No tentéis a los ángeles que os vigilan. No les tentéis a llevaros por caminos sembrados de
dificultades, como amante disciplina, cuando os dejéis arrastrar por la molicie y la vanagloria.
Recordad que estáis encargados de predicar este mensaje, el supremo deseo de hacer la voluntad del Padre, junto con la alegría suprema de la realización de la fe de ser hijos de Dios-
y no debéis dejar que nada desvíe vuestra atención. Haced que toda la humanidad se beneficie del desbordamiento de vuestro amante ministerio espiritual, iluminando la comunión intelectual e inspirando el servicio social. Pero ninguna de estas humanitarias labores deben ocupar el
verdadero objetivo de vuestros corazones: proclamar el evangelio.
»No debéis buscar la promulgación de la Verdad, ni establecer la honradez,
por medio del
poder de los gobiernos civiles ni tampoco por la promulgación de leyes seculares.
»Podéis trabajar para persuadir a las mentes humanas, pero nunca -nunca- debéis atreveros a imponeros. No
olvidéis la gran ley de la justicia humana que os he enseñado: Lo que deseéis que otros os hagan, hacédselo vosotros a ellos...
«Cuando un creyente sea llamado a servir al gobierno
terrenal,
dejad que rinda ese servicio
como ciudadano temporal de dicho gobierno,
aunque tenga que mostrar todos los rasgos y señales ordinarios en la ciudadanía.
Éstos han sido realzados por la ilustración espiritual de la
ennoblecedora asociación de la mente del hombre mortal con el espíritu divino que habita en él.
Si el no creyente llega a cualificarse
como un sirviente civil superior, debéis preguntaros
seriamente si las raíces de la Verdad de vuestro corazón no han muerto por falta de las aguas vivientes de la
comunión espiritual con el servicio social. La conciencia de ser hijos de Dios debe
acelerar toda la vida de servicio a vuestros semejantes.
«No debéis ser místicos pasivos o desvaídos ascetas. No debéis volveros soñadores o
veletas, cayendo en el cómodo letargo de creer que una ficticia Providencia
os
va a proveer,
incluso, de lo necesario para vivir.
"En verdad, debéis ser suaves en vuestros tratos con los mortales que se equivocan. Y pacientes en
vuestras conversaciones con
los
hombres
ignorantes. Y contenidos
ante
la provocación... Pero también debéis
ser
valientes a la hora de defender la honradez y fuertes en la promulgación de la verdad y hasta audaces para
predicar
el
reino. Y deberéis llegar hasta los confines del mundo...
»Esta noticia es una Verdad viviente. Os he dicho que es como la levadura en el pan y como el grano de mostaza. Y ahora os declaro que es como la semilla del ser viviente que, de generación en generación, mientras siga siendo la misma semilla viviente,
se
despliega indefectiblemente
en
nuevas manifestaciones
y crece de forma aceptable, adaptándose a las necesidades peculiares y condiciones de cada
generación. La revelación que os he hecho es una revelación viva...
El Galileo recalcó estas dos últimas palabras con una fuerza indescriptible.
-… Una revelación viva, y es mi deseo que lleve frutos
apropiados a cada individuo y a
cada generación, de acuerdo con las leyes del crecimiento espiritual. Es mi deseo que se
incremente y que tenga un desarrollo.
De generación en generación,
esta buena nueva debe mostrar vitalidad creciente y mayor hondura de poder espiritual. No se debe permitir que llegue a ser un simple recuerdo sagrado,
una
mera tradición sobre mí o sobre los tiempos en los que ahora vivimos...
Aquella mirada profunda y afilada como un puñal se paseó por todos y cada uno de los
oyentes. Y al
llegar a mi, Jesús volvió a repetirlas:
-… No se debe permitir que llegue a ser un simple recuerdo
sagrado, una mera tradición sobre mi
o sobre los tiempos en los que ahora vivimos.
Después, descendiendo a un tono más calmado, prosiguió:
-Y no olvidéis que no hemos dirigido un ataque personal a los individuos ni a la autoridad de los que se sientan en la silla de Moisés. Tan sólo les hemos ofrecido la nueva luz, que ellos han rechazado con tanto vigor. Hemos arremetido contra ellos sólo por su deslealtad espiritual para
con
las mismas verdades que confiesan enseñar y salvaguardar. Hemos chocado con estos establecidos dirigentes y reconocidos jefes sólo cuando se han opuesto directamente a la predicación del reino. E incluso ahora no somos nosotros los que arremetemos contra ellos, sino ellos los que
buscan nuestra destrucción. No estáis para atacar las antiguas formas.
Debéis poner diestramente
la levadura de la nueva Verdad en medio de las viejas creencias. Y dejad que el Espíritu haga su propio trabajo. Dejad que venga la controversia,
sólo cuando aquellos
que
os desprecian os fuercen a ella. Pero, cuando los no creyentes
os
ataquen
intencionadamente, no dudéis en manteneros en una vigorosa defensa de la Verdad que os ha salvado y santificado.
» Recordad siempre amaros el uno al otro. No luchéis con los hombres, ni siquiera con los no creyentes. Mostrad misericordia,
incluso, con los que, despreciativamente, abusen de vosotros. Mostraros ciudadanos leales, honrados artesanos, vecinos merecedores
de alabanza, parientes
devotos, padres comprensivos y sinceros creyentes en la hermandad del reino del Espíritu. Y yo os aseguro que mi
espíritu estará sobre vosotros ahora y siempre, hasta el final del mundo...
LA ÚLTIMA CENA
LA ÚLTIMA CENA
Eran casi las tres de
la tarde de aquel jueves de abril. Los planes para apresar al Maestro están casi ultimados.
El
capitán de la policía del Templo está furioso por la fuga de Lázaro y ha apremiado al Iscariote para que se consume el
arresto.
David Zebedeo
-cada vez más inquieto- se levantó y tiró prácticamente de Jesús, caminando con él en dirección a las tiendas. Trataba de persuadirle para que huyera, poniendo a su servicio más de un centenar de hombres armados que le escoltarían y guardarían hasta llegar a la Perea...Jesús añadió «No dudes de que la voluntad de Dios prevalecerá al final.»
Un emisario de Abner, quien daba protección a
Lázaro en filadelfia, enterado del complot para matar al Maestro, envía un
mensaje a Andrés Zebedeo jefe de los correos. Pedía instrucciones sí. «¿Debía movilizarse con toda su gente y dirigirse a Jerusalén?»
Jesús al
conocer la nota le transmitió a David: “«Dile a Abner que siga adelante con
su labor.
Si marcho
de
vosotros
en carne es
porque puedo
volver en
espíritu. “No
os abandonaré. Estaré con vosotros hasta el
final”.
Apenas se hubo retirado
David de la presencia
de
Jesús cuando el jefe de la intendencia, Felipe, se aproximó al
Maestro y le preguntó:
-Dado que se aproxima la hora de la Pascua, ¿dónde quieres que preparemos la cena? El
Galileo le respondió:
-Vete a buscar a Pedro y a Juan y os daré las instrucciones
para la cena que comeremos juntos esta noche. En cuanto a la Pascua, os hablaré de ello después de la cena...
Jesús de Nazaret estaba al corriente del complot que protagonizaba Judas, así como de sus
manejos para facilitar su captura. Era lógico que, si el Galileo deseaba no ser molestado en el
transcurso
de aquella
cena, adoptase las
necesarias medidas
de precaución.
La cena se realizaría en la casa de los Marcos; Elías
y María Marcos. Aquella familia estaba emparentada con la de Jesús, comulgando plenamente con sus enseñanzas.
Los apóstoles no terminaban de entender por qué el Maestro
había organizado aquella reducida e
inusual cena, a
la que sólo podían asistir sus doce hombres de confianza. Intuían que aquella cena iba a ser un acto muy especial, previo a la inmediata y fulminante captura de su Maestro.
La fiesta de la Pascua judía -también llamada hag ha-massot
o «fiesta de los ácimos»- se celebraba anualmente el 15 de Nisán, correspondiendo con el plenilunio o luna llena de la
primavera.
En aquel
año
30, esta fecha
-15 de Nisán-
cayó en sábado, 8 de abril. El cordero pascual se sacrificaba la víspera (14 de Nisán) y se comía en familia, una
vez oscurecido; es decir, en esta ocasión, el viernes, 7 de abril.
El Galileo celebró, por tanto, la «última cena» el 13 de Nisán o jueves, 6 de abril. El mes de Nisán era el primero del año judío, correspondiendo a nuestros marzo o abril.
El Galileo celebró, por tanto, la «última cena» el 13 de Nisán o jueves, 6 de abril. El mes de Nisán era el primero del año judío, correspondiendo a nuestros marzo o abril.
De acuerdo con las costumbres
judías, esta comida se sustentaba en un plato único -el cordero
o
cabrito-, aderezado
y
acompañado con
una serie de
verduras:
puerros, guisantes, pan ácimo y, como postre,
nueces y almendras tostadas y una pasta -sin levadura- a base de higos secos.
Con el fin de aliviar el sabor de las obligadas yerbas amargas, la madre del pequeño Juan Marcos tenía dispuesta una deliciosa compota o mermelada -llamada «jarôset»- El vino (los comensales debían beber, como mínimo, cuatro copas previamente mezcladas con agua) procedía del Monte de Simeón, de gran prestigio en Israel.
Los nervios y la alegría de la familia al recibir al Galileo y a sus hombres no tuvo límites. Los discípulos -por consejo de Jesús- fueron ascendiendo las escaleras, camino de la estancia
superior, donde se realizaría la cena; mientras tanto el rabí departía con la familia.
Su humor seguía siendo excelente. Nada parecía perturbarle. Hacia las siete, Jesús se retiró, dirigiéndose hacia el cenáculo. Su semblante seguía reflejando una gran jovialidad.
Su humor seguía siendo excelente. Nada parecía perturbarle. Hacia las siete, Jesús se retiró, dirigiéndose hacia el cenáculo. Su semblante seguía reflejando una gran jovialidad.
Al visitar la estancia los doce discípulos donde iba a celebrarse la cena pascual, repararon en los
lavabos, jofainas y «toallas», dispuestos para las obligadas abluciones de pies y manos. La costumbre judía señalaba que, antes de sentarse a la mesa, los comensales debían ser aseados
por los sirvientes o por los propios anfitriones. Esa, repito, era la tradición.
Sin embargo,
las órdenes del Maestro habían sido tajantes: no habría servidumbre en el piso superior.
Desde luego, ninguno estaba dispuesto a lavar los pies de los demás,
ya que eso era misión de la servidumbre. Y todos en silencio se dedicaron
a disimular y evitar el asunto del aseo.
Judas se fue hacia el asiento colocado a la izquierda del que había sido reservado para el
rabí, manifestando su
intención de
acomodarse en él, «como invitado preferido». Juan, en uno de sus
arranques, hizo otro tanto, apoderándose del puesto de la derecha.
Cuando el rabí apareció bajo el marco de la puerta, los doce al verle se hizo un brusco silencio.
Jesús permaneció unos instantes en el umbral. Su rostro se había ido volviendo
paulatinamente serio. Fueron uno minutos tensos. Sin embargo, Jesús fue recobrando su habitual y característica
dulzura. Su voz se
propagó dulce y conciliadora.
“He deseado grandemente comer
esta cena de Pascua con vosotros…Quería hacerlo una vez más antes de sufrir…Mi
hora ha llegado y en lo que concierne a mañana, todos estamos en las manos del
Padre cuya
voluntad he venido a cumplir. No volveré a comer con vosotros hasta que no os
sentéis conmigo en el reino que mi Padre me entregará cuando haya terminado
aquello para lo que me ha enviado a este mundo.”
» Tadeo procedió a servir la primera copa de vino,
mientras el rabí escuchaba y observaba
en silencio.
El Maestro
tras dar las gracias exclamó con voz más severa que la anterior.
“-Tomad esta copa y divididla entre vosotros.
Y cuando la hayáis compartido, pensad que ya no beberé con vosotros el fruto de
la vid... Esta es nuestra última cena...”.. Cuando nos sentemos otra vez será
en el reino que está por llegar.”
una vez apurada la primera copa, la tradición fija que los comensales
deben levantarse procediendo al formulismo de las abluciones. El Maestro no era muy amante de estos
formulismos y
todos aguardaron con expectación.
Jesús desvió entonces su mirada hacia los lavabos, comprobando que, en efecto, no habían sido utilizados; pero tampoco dijo nada.
Y ante la sorpresa general, el rabí se incorporó, caminando silenciosamente hacia las jarras de agua. Todos se miraron extrañados cuando, sin más, se quitó la túnica, ciñéndose uno de los
lienzos alrededor
de la cintura. Después, cargando
con
una jofaina y el agua, dio la vuelta completa a la mesa, llegando
hasta el puesto menos honorífico: el
último el que ocupaba Pedro. Y
arrodillándose con gran humildad y mansedumbre, se dispuso a lavar los pies de Pedro.
Al
verle, los doce nos levantamos
como un solo hombre. Y del estupor pasamos a la vergüenza. Jesús había cargado con el trabajo de un criado
cualquiera, recriminándonos así nuestra mutua falta de consideración y caridad. Judas y Juan bajaron sus ojos, aparentemente
más
doloridos
que
el resto...
-Cuando Simón Pedro
vio a Jesús arrodillado ante él, su corazón se encendió de nuevo y protestó
enérgicamente
y quiso disuadirle. Con una voz temblorosa
e insegura, preguntó:
-Maestro, ¿realmente vas a lavar mis pies?.
“-Puede
que no comprendáis lo que me dispongo a hacer...pero de ahora en adelante,
conoceréis el sentido de todas estas cosas.
Un profundo suspiro escapó de la garganta de Simón Pedro.
-Maestro
nunca me lavarás los pies!
"-Pedro-
replicó Jesús en un tono que no dejaba lugar a dudas-, en verdad te digo, que
si no te limpio los pies, no tomarás parte conmigo en lo que estoy a punto de
llevar a cabo.”
-Entonces,
Maestro, no me laves sólo los pies... También manos y la cabeza.
“-Aquel que ya está limpio sólo necesita que
se le lave los pies. Vosotros, que os sentáis conmigo esta noche,
estáis limpios... Aunque no todos.”
"-Deberíais haber lavado el polvo de vuestros pies antes de sentaros a tomar el alimento conmigo. Además, quiero hacer este servicio para ilustrar un nuevo mandamiento que voy a daros.”
Uno a uno, Jesús fue lavando nuestros pies. Después de las palabras de Pedro, ninguno se atrevió a protestar y en un silencio dramático, el Maestro fue rodeando la mesa, hasta llegar al último de los comensales. Después se vistió la túnica y retornó a su puesto.
No hubo más comentarios durante el tiempo que el Galileo permaneció lavando los pies de sus íntimos, 36 minutos en total.
“ ¿Comprendéis lo que os he hecho?”
“-Me
llamáis "rabí” -añadió en un tono condescendiente- y decís bien, pues lo
soy. Entonces, si el Maestro ha lavado vuestros pies, ¿por qué os negábais a
lavaros los unos a los otros?... ¿Qué lección debéis aprender de esta parábola
en la que el Maestro, tan gustosamente, ha hecho un servicio que vosotros os
habéis negado mutuamente?. En verdad, en verdad os digo que un sirviente no es
más grande que su amo. Ni tampoco es más grande el enviado que aquel que le
envía.
Habéis
visto cuál ha sido la forma de mi servicio en vida. Bendito sea quien tenga la
graciosa valentía de hacer otro tanto. Pero ¿por qué sois tan lentos en
aprender que el secreto de la grandeza en el reino del espíritu nada tiene que
ver con los métodos del mundo de lo material? Cuando llegué a esta habitación,
no sólo rehusabais lavaros los pies unos a otros sino que, además, discutíais
sobre quién debe ocupar los lugares de honor en torno a mi mesa.
Esos
honores los buscan los fariseos.., y los niños. Pero no será así entre los
embajadores del reino celestial. ¿Es que no sabéis que no puede haber lugar de
preferencia en mi mesa? ¿No comprendéis que os amo a cada uno de vosotros como
al resto? El lugar más próximo a mí puede no significar nada en relación a
vuestro puesto en el reino de los cielos. No ignoráis que los reyes de los
gentiles tienen poder y señorío sobre sus súbditos y que, incluso, son llamados
benefactores. En el reino de los cielos no será así.
Si alguno
de vosotros quiere tener la preferencia, que sepa renunciar al privilegio de la
edad. Y si otro desea ser jefe, que se vuelva sirviente. ¿Quién es más grande:
el que se sienta a comer o el que sirve? ¿No se considera al primero como al
principal? Y, sin embargo, observad que yo estoy entre vosotros como el que
sirve... “En verdad, en verdad os digo que si así actuáis, haciendo conmigo la
voluntad de mi Padre, entonces sí tendréis un lugar, a mi lado, en el poder.”
“Ya os he dicho cuánto deseaba celebrar esta
cena con vosotros Y sabiendo en qué forma las demoníacas fuerzas de las
tinieblas han conspirado para llevar a la muerte al Hijo del Hombre, tomé la
decisión de cenar con vosotros, en esta habitación secreta y un día antes de la
Pascua...” ya que, mañana, a esta misma hora, no estaré con vosotros.”
“-... Os he dicho en repetidas ocasiones que
debo volver al Padre. Ahora ha llegado
mi hora, aunque no era necesario que uno de vosotros me traicionase, poniéndome
en manos de mis enemigos.”
Uno a uno los discípulos empezaban a tomar
conciencia de la existencia de un renegado en el seno del grupo. Aquello fue
tan grave e inesperado que necesitaron varios minutos para reaccionar. Al fin,
uno tras otro, con temor, formularon la misma pregunta:.“-¿Soy yo?” -todos ellos sin respuesta por parte del
Nazareno-
Tras el undécimo referido ¿soy yo? Jesús repitió de nuevo: “-Es necesario que
vaya al Padre. Pero, para cumplir su voluntad, no era preciso que uno de
vosotros se convirtiera en traidor. Esto es fruto de la maldad de uno que no ha
conseguido amar la Verdad... ¡Qué engañoso es el orgullo que precede a la caída
espiritual! Un viejo amigo, que incluso, ahora, come mi pan, está deseoso de
traicionarme. Incluso ahora que hunde su mano conmigo en el plato.
Los
comentarios entre los discípulos se generalizaron y ésta, casi con toda
seguridad, fue la razón de que ninguno de los once prestara atención a un
inmediato y lacónico coloquio entre el Iscariote y Jesús.
Judas
-reclinado a la izquierda del Maestro- preguntó a su vez, aunque en un tono
difícilmente perceptible para el resto: “-¿Soy yo?” el rabí hundió un trozo de pan
en el plato de hierbas que tenía frente a él, ofreciéndoselo al traidor.
Jesús -también a media voz- respondió con su
fatídico... “ Tú lo has dicho!”
Juan Zebedeo -tumbado a la derecha del Maestro
le pregunta casi al oído. “-¿Quién es?... Debemos saber quién es infiel a su
creencia.”
Y el rabí -en un tono igualmente confidencial- respondió: “-Ya os lo he dicho: incluso, aquel a quien doy la sopa...” No hubo respuesta de Juan.
En la
sala proseguía la batalla dialéctica. Los cuchicheos y las peregrinas hipótesis
de los apóstoles fueron zanjados de golpe por Jesús.
“-Me
apena -les manifestó- que este mal haya llegado a prosperar. Esperaba, incluso
hasta esta hora, que el poder de la Verdad triunfase sobre las decepciones del
mal. Pero estas victorias no se ganan sin la fe y un sincero amor por la
Verdad. No os hubiera dicho esto en nuestra última cena, de no ser porque deseo
advertiros y prepararos acerca lo que está ahora sobre nosotros...”
Os he hablado de esto porque deseo que
recordéis, después que me haya ido, que sabía de todas estas malvadas
conspiraciones y que os advertí de la traición. Y lo
hago sólo para que podáis ser más fuertes Frente a las tentaciones y juicios que
tenemos justamente delante.”
Jesús se dirigió a Judas, y en tono imperativo
y alto le dijo: “-Lo que has decidido hacer... hazlo pronto.”
Pero El
Iscariote no abrió la boca. Se levantó de su asiento y se fue.
Todos dieron por hecho que el encargo del
Maestro -”lo que has decidido hacer..., hazlo pronto”- guardaba relación con su
cotidiano menester como pagador o “habilitado”. Y no concedieron demasiada
importancia a la precipitada salida del Iscariote.
Acto seguido, El discípulo encargado de esta
ceremonia sirvió la “tercera Copa” o “de la bendición”
De
acuerdo con la tradición y con su propia costumbre, Jesús bendijo la copa; su
voz llenó de nuevo el silencio
“-Tomad esta copa y bebed todos de ella...
Esta será la copa de mi recuerdo. Esta es la copa de la bendición de un nuevo
designio divino de gracia y verdad. Este será el emblema de la otorgación y del
ministerio del divino Espíritu de la Verdad.”
De la
solemnidad, el rabí pasó a la tristeza.
“-... Ya no beberé con vosotros hasta
que no lo haga en una nueva forma, en el reino eterno de mi Padre.”
Después de dar las gracias, distribuyeron el
pan entre todos.
“-Tomad este pan y comedlo -les anunció el
Maestro-. Os he manifestado que soy el pan de la vida, que es la vida unificada
del Padre y del Hijo en un solo don. La palabra del Padre, tal como fue
revelada por el Hijo, es realmente el pan de la vida.”
“-Cuando hagáis estas cosas, recordad la vida
que he vivido en la Tierra y regocijaos porque continuaré viviendo con
vosotros. No luchéis para averiguar quién es el más grande entre vosotros. Sed
como hermanos. Y cuando el reino crezca hasta alcanzar numerosos grupos de
creyentes, no luchéis tampoco por esa grandeza o por buscar el ascenso entre
tales grupos. Y tan a menudo como hagáis esto, hacedlo en memoria mía. Y cuando
me recordéis, primero mirad atrás: a mi vida en la carne. Y recordad que una
vez estuve con vosotros. Entonces, por la fe, percibid que todos cenaréis
alguna vez, conmigo, en el reino eterno del Padre. Esta es la nueva Pascua que
os dejo: la palabra de la eterna verdad, mi amor por vosotros y el
derramamiento del Espíritu sobre la carne...”
A una señal del Maestro, los once se
levantaron y entonaron el Salmo 118:
” La voz del Cristo, recia y sostenida se
impuso desde el principio, eclipsando y conduciendo las de sus hombres. “...
Pero Jesús les indicó que se sentaran.
“-Recordáis bien cuando os envié sin bolsa ni cartera e, incluso, os advertí
que no lleváseis ropa de repuesto.
"Todos recordaréis que nada os faltó. Sin embargo, ahora los tiempos son
difíciles. Ya no podéis depender de la buena voluntad de las multitudes. Por
tanto, en adelante, aquel que tenga bolsa, que la lleve. Cuando salgáis al
mundo a proclamar este evangelio, haced provisión para vuestro sustento, como
mejor os parezca. He venido a traer la paz pero, por un tiempo, ésta no
aparecerá.”
"Ha llegado el tiempo en que el Hijo del Hombre será glorificado y el Padre, en Él...”
"Ha llegado el tiempo en que el Hijo del Hombre será glorificado y el Padre, en Él...”
“Amigos míos: voy a estar con vosotros sólo un
poco más. Pronto me buscaréis, pero no me hallaréis, pues voy a un lugar al
que, esta vez, no podéis venir. Cuando hayáis terminado vuestro trabajo en la
Tierra, al igual que yo he concluido el mío, entonces vendréis a mí en la misma
forma en que yo me preparo ahora para ir al Padre “-En muy poco tiempo voy a
dejaros... Ya no me veréis en la Tierra, pero todos me veréis en el tiempo
venidero, cuando ascendáis al reino que me ha dado mí Padre.
”Herida por la tristeza, su voz se vino
abajo. Y los once, aunque sin demasiada decisión, se enzarzaron en una nueva
disputa, pujando por desvelar el misterioso significado de aquellas frases.
Jesús de Nazaret les dejó hablar y, al cabo de
unos minutos, les dirigió unas palabras
“Cuando os referí una parábola, señalando
cómo debéis estar deseosos de serviros los unos a los otros, os dije también
que deseaba daros un nuevo mandamiento. Lo haré ahora ya que estoy a punto de
dejaros. Conocéis perfectamente el mandamiento que ordena amaros recíprocamente
y a vuestro prójimo como a vosotros mismos..."; Sin embargo, no estoy del
todo satisfecho, incluso con esta sincera devoción por parte de mis hijos.
Deseo que hagáis mayores actos de amor en el reino de la hermandad de los
creyentes. Por eso, he aquí mi nuevo mandamiento: que os améis los unos a los
otros como yo os he amado."
“Si así lo hacéis, los hombres sabrán que
sois mis discípulos “-... Con este nuevo mandamiento no cargo vuestras almas
con un nuevo peso. Al contrario: os traigo nueva alegría y hago posible que
experimentéis un nuevo placer, al conocer las delicias de la donación, por el
amor, hacia vuestro prójimo.
Yo mismo estoy a punto de experimentar el
supremo regocijo (aun cuando soporte una pena exterior), con la entrega de mi
afecto por vosotros y por el resto de los mortales.” "Cuando os invito a
amaros los unos a los otros, tal y como yo os he amado, os presento la suprema
medida del verdadero afecto. Ningún hombre puede alcanzar un amor superior a
éste: el de dar la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos y continuaréis
siéndolo si tan sólo deseáis hacer lo que os he enseñado. Me habéis llamado
Maestro, pero yo no os llamo sirvientes.
Si os amáis los unos a los otros como
yo os estoy amando, entonces seréis mis amigos y yo os hablaré alguna vez de
aquello que mi Padre me ha revelado. No sois vosotros quienes me habéis
elegido, sino yo. Y os he ordenado que salgáis al mundo para entregar el fruto
del servicio amoroso a vuestros semejantes, de la misma forma que yo he vivido
entre vosotros y os he revelado al Padre. Ambos trabajaremos con vosotros y
experimentaréis la divina plenitud de la alegría si tan sólo obedecéis este
nuevo mandamiento: amaros unos a otros como yo Os he amado.”
“Si compartís el
regocijo del Maestro, debéis compartir su amor. Y compartir su amor significa
que habéis compartido su servicio. Tal experiencia de amor no os libra de las
dificultades de este mundo. Pero, ciertamente, hace "nuevo" al viejo
mundo...“
“-Recordad: es lealtad lo que yo pido. No
sacrificio. La conciencia de sacrificio implica la ausencia de ese afecto
incondicional, que hubiera hecho de dicho servicio amoroso una suprema alegría.
La idea de deber u obligación significa que, mentalmente, os convertís en
sirvientes, perdiendo así la poderosa sensación de practicar vuestro servicio
como amigos y para los amigos. La amistad trasciende el significado del deber y
el servicio de un amigo hacia otro jamás debe calificarse como sacrificio. El
Maestro os ha enseñado que sois los hijos de Dios. Os ha llamado hermanos y
ahora, antes de partir, os llama sus
amigos. “
Jesús
mientras caminaba de un extremo a otro del salón, les dirigió la
siguiente parábola:
“-Yo soy la verdadera cepa y mi Padre, el labrador. Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Mi Padre sólo pide que deis mucho fruto. La viña sólo se poda para aumentar la fertilidad de sus ramas. Todos los sarmientos que brotan de mí y que no dan fruto, mi Padre los arrancará. En cambio, aquellos que lleven fruto, el Padre los limpiará para que multipliquen su riqueza".
Ya estáis limpios, a través de las palabras que os he dirigido, pero debéis continuar limpios. Debéis morar en mí y yo en vosotros. Si es separado de la cepa, el sarmiento morirá. Así como la rama no puede llevar fruto si no mora en la viña, así vosotros no podéis rendir los frutos del amor si no moráis en mi. Recordad: yo soy la verdadera cepa y vosotros los sarmientos vivientes. El que vive en mí, y yo en él, dará mucho fruto y experimentará la suprema alegría de la cosecha espiritual. Si mantenéis esta conexión viviente y espiritual conmigo, vuestros frutos serán abundantes. Si moráis en mí y mis palabras en vosotros, podréis comunicaros libremente conmigo. Entonces, mi espíritu viviente os infundirá de tal forma que podréis solicitar lo que queráis.
“-Yo soy la verdadera cepa y mi Padre, el labrador. Yo soy la vid y vosotros los sarmientos. Mi Padre sólo pide que deis mucho fruto. La viña sólo se poda para aumentar la fertilidad de sus ramas. Todos los sarmientos que brotan de mí y que no dan fruto, mi Padre los arrancará. En cambio, aquellos que lleven fruto, el Padre los limpiará para que multipliquen su riqueza".
Ya estáis limpios, a través de las palabras que os he dirigido, pero debéis continuar limpios. Debéis morar en mí y yo en vosotros. Si es separado de la cepa, el sarmiento morirá. Así como la rama no puede llevar fruto si no mora en la viña, así vosotros no podéis rendir los frutos del amor si no moráis en mi. Recordad: yo soy la verdadera cepa y vosotros los sarmientos vivientes. El que vive en mí, y yo en él, dará mucho fruto y experimentará la suprema alegría de la cosecha espiritual. Si mantenéis esta conexión viviente y espiritual conmigo, vuestros frutos serán abundantes. Si moráis en mí y mis palabras en vosotros, podréis comunicaros libremente conmigo. Entonces, mi espíritu viviente os infundirá de tal forma que podréis solicitar lo que queráis.
El
Padre garantizará nuestra petición. así es glorificado el Padre. Que la cepa
tenga muchas ramas vivientes y que cada sarmiento proporcione mucho fruto.
Cuando el mundo vea esas ramas vivas y cargadas de fruto (es decir, a mis
amigos que se aman como yo les he amado), los hombres sabrán entonces que sois
en verdad mis discípulos. Como mi Padre me ha amado, así os he amado. Vivid en
mi amor, al igual que yo vivo en el del Padre. Si hacéis como os he enseñado,
moraréis en mí y, tal y como he prometido, en su amor.”
Los
discípulos seguían sin comprender. El Maestro guardó un par de minutos de
silencio, pero siguió paseando por la estancia, escuchando las dispares
opiniones de sus hombres sobre el mensaje de la cepa y los sarmientos.
Finalmente, deteniéndose frente a la puerta, solicitó silencio, insistiendo una
vez más sobre su inminente partida: “-Cuando os haya dejado, no os desalentéis
ante la enemistad del mundo. No decaigáis cuando creyentes de débil corazón se
vuelvan, incluso, contra vosotros y unan sus manos a las de los enemigos del
reino.
Si el
mundo os odia, recordad que me odió a mí antes que a vosotros. Si fueseis de
este mundo, entonces el mundo amaría lo suyo propio. Pero, como no lo sois, el
mundo se niega a amaros. Estáis en este mundo, pero vuestras vidas no deben ser
de este mundo. Os he escogido de entre el mundo para representar el espíritu de
otro mundo. Recordad siempre mis palabras: el sirviente no es más grande que su
amo. Si se atreven a perseguirme, también os perseguirán a vosotros. Si mis
palabras ofenden a los no creyentes, también las vuestras ofenderán a los sin
Dios. Os harán todo esto porque no creen en mí ni en el que me envió. Por eso
sufriréis muchas cosas en nombre de mi evangelio.
Pero,
cuando soportéis estas tribulaciones, recordad que yo también sufrí antes que
vosotros en el nombre de este evangelio del reino celestial.” “Muchos de los
que os asalten son ignorantes de la luz del cielo. Esto, en cambio, no es así
para algunos que ahora nos persiguen. Si no les hubiésemos enseñado la Verdad
podrían hacer cosas extrañas, sin caer en la condena. Pero ahora, puesto que
han conocido la luz y se han atrevido a rechazarla, no tienen excusa para su
actitud. El que me odia, odia a mi Padre. No puede ser de otro modo. Del mismo
modo que la luz os salvará, si es aceptada, os condenará si, a sabiendas,
resulta rechazada.” “¿Y qué he hecho yo para que estos hombres me odien con
tanto ahínco? Nada, salvo ofrecerles la hermandad en la Tierra y la salvación
en el cielo. ¿Es que no habéis leído en la Escritura.” Y me odiaron sin una
causa.” “Pero no os dejaré solos en el mundo. Muy pronto, después que me haya
ido, os enviaré un Espíritu ayudador.
Tendréis entonces con vosotros a uno que
tomará mi lugar. Uno que continuará enseñando el camino de la Verdad y que,
incluso, os consolará.”
“No permitáis que se turben vuestros
corazones. Creéis en Dios. Continuad creyendo también en mi. Aunque yo debo
dejaros, no estaré lejos de vosotros. Ya os he dicho que en el universo de mi
Padre hay muchos lugares donde quedarse. Si esto no fuera verdad, no os hubiese
hablado repetidamente sobre ello. Voy a volver a esos mundos de luz: estaciones
en el cielo del Padre, a las que alguna vez ascenderéis. Desde estos lugares
vine a este mundo y ahora ha llegado el
momento en el que debo volver al trabajo de mí Padre en las esferas de lo
alto.”
“Por tanto, si voy antes que vosotros al reino
celestial del Padre, tened la seguridad de que enviaré por vosotros para que podáis estar conmigo en
los lugares que fueron preparados para los hijos mortales de Dios, antes de que
existiese este mundo.
“Aunque
deba dejaros seguiré presente en espíritu. Finalmente, estaréis conmigo, en
persona, cuando hayáis ascendido hasta mí, en mi universo, así como yo estoy a
punto de ascender a mi Padre, a su universo mayor. Y lo que os digo es eterno y
verdadero, aunque ahora no lo comprendáis del todo. Yo voy al Padre y, aunque
ahora no podáis seguirme, ciertamente lo haréis en épocas venideras.”
Maestro dijo Tomás, no sabemos a dónde vas. No
conocemos el camino. Pero, si nos lo muestras, esta misma noche te seguiremos
“-Tomás, yo soy el camino, la Verdad y la
vida. Ningún hombre va al Padre si no es a través mío. Todos los que encuentran
al Padre, primero me encuentran a mí. Si me conocéis, conocéis el camino hacia
el Padre. Y vosotros me conocéis porque habéis vivido conmigo y ahora me veis.”
Felipe dirigiéndose al rabí, habló así:.“-Maestro,
muéstranos al Padre y todo cuanto has dicho quedará claro." El Nazareno
replicó en un tono de evidente decepción: “-Felipe, ¿he estado tanto tiempo
contigo y aún no me conoces? De nuevo os declaro: quien me haya visto a mi ha
visto al Padre. ¿Cómo puedes decir entonces "muéstranos al Padre"?
¿No crees que yo estoy en el Padre y El en mi? ¿No os he enseñado que las
palabras que yo hablo no son mías sino del Padre? Yo hablo por el Padre y no
por mi mismo. Estoy en este mundo para hacer su voluntad y eso es lo que he
hecho. Mi Padre mora en mi y actúa a través mío. Creedme cuando digo que el
Padre está en mí y que yo estoy en El. O, si no, creed al menos en nombre de la vida
que he llevado y en nombre de mis obras.”
Cuando haya ido al Padre y después que Él
acepte el trabajo que he hecho en la Tierra para vosotros y yo reciba la
soberanía final de mi propio dominio, entonces diré a mi Padre: habiendo dejado a mis hijos solos sobre la Tierra, de
acuerdo con mi promesa, les envío otro enseñante. Y cuando el Padre lo apruebe,
yo verteré el Espíritu de la Verdad sobre toda la carne.
El Espíritu de mi
Padre está ya en vuestros corazones y, cuando llegue ese día, también me
tendréis a mi con vosotros, así como ahora tenéis al Padre. Este nuevo don es
el Espíritu de la Verdad viviente. Los no creyentes no escucharán sus
enseñanzas, pero los hijos de la luz lo recibirán con agrado y con todo su
corazón.
Y
conoceréis a este Espíritu cuando venga, de la misma forma que me habéis
conocido a mí. Y recibiréis este don en vuestros corazones y Él morará en
vosotros. ¿Os dais cuenta, por tanto, que no voy a dejaros sin ayuda y sin
guía? No os dejaré en la desolación. Hoy sólo puedo estar con vosotros en
persona. En los tiempos venideros estaré con vosotros y con el resto de los
hombres que deseen mi presencia, donde quiera que estéis y con cada uno al
mismo tiempo. ¿No os dais cuenta que es mejor para mí que me marche y que os
deje en la carne para que pueda estar con vosotros en espíritu?”
“Dentro de unas pocas horas, el mundo no me
verá más. Pero continuaréis conociéndome en vuestros corazones hasta que os
envíe al nuevo enseñante: al Espíritu de la Verdad. así como he vivido con
vosotros en persona, así viviré entonces en vosotros: seré uno con vuestras
experiencias personales en el reino del espíritu. Y, cuando haya llegado el
momento de que esto suceda, sabréis ciertamente que yo estoy en el Padre y que,
mientras vuestra vida está oculta con el Padre en mí, yo también estaré con
vosotros. He amado al Padre y mantenido su palabra. Me habéis amado y
mantendréis mi palabra. así como mi Padre me ha dado de su espíritu, así os
daré yo del mío.
Y este Espíritu de Verdad que yo otorgaré
sobre vosotros os guiará y confortará y, finalmente, os conducirá a toda la
Verdad.” “Os digo estas cosas para que podáis prepararos mejor y soportar las
pruebas que están ahora frente a nosotros. Cuando ese nuevo día llegue, seréis
habitados por el Hijo y por el Padre. Y estos dones del cielo trabajarán
siempre el uno con el otro, al igual que el Padre y yo hemos forjado sobre la
Tierra, y ante vuestros ojos, al Hijo del Hombre como a una sola persona. Este Espíritu amigo os traerá a la memoria
todo cuanto os he enseñado
Judas
de Alfeo- se atrevió a levantarse y a preguntar: “-Maestro... siempre has
vivido entre nosotros como un amigo. ¿Cómo te conoceremos cuando ya no te
manifiestes a nosotros, sino a través de ese espíritu? Si el mundo no te ve,
¿cómo estaremos seguros de ti? ¿Cómo te mostrarás a nosotros?”
“-Hijitos míos
yo me marcho; vuelvo al Padre. Dentro de muy poco ya no me veréis como lo
hacéis ahora, como carne y sangre. Y en muy poco tiempo os enviaré a mi
Espíritu, que es igual a mí, excepto por este cuerpo material. Este nuevo
enseñante es el Espíritu de la Verdad, que vivirá con cada uno de vosotros, en
vuestros corazones. Por tanto, todos los hijos de la luz serán uno. De esta
forma, tanto mi Padre como yo podremos vivir en las almas de cada uno de
vosotros y también en los corazones de los otros hombres que nos aman y que hacen
realidad ese amor, amándose unos a otros como yo, ahora, os estoy amando.”
"-Os digo todo esto para que podáis estar
preparados frente a lo que os aguarda y no caigáis en el error. Las autoridades
no se contentarán con arrojaros fuera de las sinagogas. Os aviso: se acerca la
hora en que aquellos que os maten crean que están haciendo un servicio a Dios.
Os harán todo esto porque no conocen al Padre. Y han rehusado conocerle porque
han rehusado recibirme. Y ellos rehúsan recibirme cuando os rechazan. Os cuento estas cosas por adelantado para que,
cuando os llegue la hora, como ha llegado ahora la mía, podáis reconfortaros al
recordar que todo me era conocido y que mi Espíritu estará con vosotros en
todos vuestros sufrimientos.
Era con
este fin por el que he estado hablando tan claramente desde el comienzo.
Incluso os he advertido que los enemigos de un hombre pueden ser los de su
propia casa. Aunque este evangelio del reino nunca deja de traer gran paz al
alma del creyente, no traerá paz a la Tierra hasta que el hombre se muestre
deseoso de creer en mi enseñanza con todo su corazón, estableciendo la práctica
de hacer la voluntad del Padre como el propósito principal de toda vida
mortal.” “Y ahora que os dejo, viendo que ha llegado la hora en que estoy a punto
de ir al Padre, estoy sorprendido de que ninguno de vosotros me haya
preguntado: "¿Por qué nos dejas?"” “De todas formas, sé que os hacéis
estas preguntas en vuestros corazones. Os hablaré con claridad. Como un amigo a
otro... “
Es en
verdad provechoso para vosotros que yo me marche. Si no me fuera, el nuevo
enseñante no podría venir a vuestros corazones. Debo ser despojado de este
cuerpo mortal y restituido a mi lugar, en lo alto, antes de que pueda enviar a
ese espíritu enseñante. Y cuando mi Espíritu venga a morar en vosotros, El
iluminará la diferencia entre el pecado y la rectitud y os hará capaces de
juzgar sabiamente.
“-Aún
tengo mucho que deciros, aunque veo que ya no os tenéis en pie. Cuando el
Espíritu venga, Él os conducirá finalmente a toda la Verdad, haciéndoos pasar
por las muchas moradas del universo de mi Padre. Este Espíritu no hablará de sí
mismo. Os mostrará lo que el Padre ha revelado al Hijo e, incluso, las cosas
venideras. El me glorificará, así como yo lo he hecho con el Padre. Él viene
después de mí y os revelará mi verdad. Todo lo que el Padre tiene en este
dominio es ahora mío. Por tanto, este nuevo enseñante tomará de lo que es mío y
os lo manifestará.” “Dentro de muy poco os dejaré, aunque por poco tiempo.
Después, cuando volváis a verme, yo estaré ya camino de mi Padre. Entonces,
incluso, no me veréis por mucho tiempo
¿En breve voy a dejaros y, cuando me veáis,
será por poco tiempo, pues estaré camino del Padre? “-¿Os preguntáis qué quise
decir cuando hablé de que dentro de muy poco no estaría ya con vosotros y que,
cuando me viéseis otra vez, estaría de camino a mi Padre? Os he hablado
claramente El Hijo del Hombre debe morir, pero se volverá a levantar. ¿Es que
no podéis discernir el significado de mis palabras? Primero os apenaréis. más
tarde, cuando estas cosas hayan sucedido, os regocijaréis con todos aquellos
que lo comprendan.
Una mujer está verdaderamente afligida a la hora del parto.
Pero, una vez libre del hijo, olvida de inmediato su angustia ante la alegría
de saber que ha traído un hombre al mundo. Y así estáis: a punto de afligiros
ante mi partida. Pero pronto os volveré a ver y, entonces, vuestra tristeza se
convertirá en regocijo. Y recibiréis una nueva revelación sobre la salvación de
Dios. Una revelación que ningún hombre podrá arrebataros.
Y todos los mundos serán benditos en esta
misma revelación de vida, al llevar a cabo el derrocamiento de la muerte. Hasta
ahora habéis hecho todas vuestras peticiones en nombre de mi Padre. Después de
que volváis a verme, también podréis pedir en mi nombre y yo os oiré.” “Aquí
abajo os he enseñado en proverbios y os he hablado en parábolas. Lo hice así porque sólo erais niños en el
espíritu. Pero ha llegado el tiempo en que os hablaré claramente con respecto
al Padre y a su reino. Y lo haré porque el mismo Padre os ama y desea ser
plenamente revelado a vosotros. El hombre mortal no puede ver al Padre
espíritu. Por eso he venido al mundo: para mostrároslo. Cuando el crecimiento
del Espíritu os perfeccione, entonces veréis al mismo Padre.
Durante quince o veinte minutos, departieron
amistosamente, rememorando algunas de las experiencias de su vida en común.
Después, todos ocuparon sus respectivos puestos.
-El Maestro, en pie, les habló así: “-Mientras
permanezco con vosotros, bajo la forma de carne, no puedo ser más que un
individuo en medio del mundo. Pero, cuando haya sido liberado de esta
investidura de naturaleza mortal, podré volver como Espíritu y morar en cada
uno de vosotros y en los otros creyentes en este evangelio del reino. Así, el
Hijo del Hombre se volverá una encarnación espiritual en las almas de todos los
creyentes verdaderos.” "Cuando haya vuelto a vosotros en Espíritu podré
guiaros mejor a través de esta vida y de las muchas moradas de la vida futura,
en el cielo de los cielos. “La vida en la eterna creación del Padre no es
un descanso, una ociosidad sin fin... o una egoísta comodidad, sino una incesante
progresión en gracia, verdad y gloria.
Cada
una de las muchas moradas en la casa de mi Padre es un lugar de paso, una vida
diseñada para que os sirva de preparación para la siguiente. Y así, los hijos
de la luz seguirán de gloria en gloria hasta que alcancen el estado divino (en
el que serán espiritualmente perfectos), al igual que el Padre es perfecto en
todas las cosas."
“-Si me
seguís cuando os deje, poned vuestros más ardientes esfuerzos en vivir de
acuerdo con el Espíritu de mis enseñanzas y con el ideal de mi vida: hacer la
voluntad de mi Padre. Haced esto en lugar de intentar imitar mi natural vida en
la carne...” “El Padre me envió a este mundo, pero sólo unos pocos han elegido
recibirme en plenitud.
Yo verteré
mi Espíritu sobre toda carne, pero no todos los hombres elegirán recibir a este
nuevo enseñante como guía y consuelo de su alma. Sin embargo, los que lo reciban
se verán iluminados, limpios y
confortados. Y este Espíritu de la Verdad se transformará en ellos en un
pozo de agua viva, manando a la vida eterna.” “Y ahora, puesto que estoy a
punto de dejaros, quiero transmitiros palabras de consuelo. Os dejo la paz. Mi
paz os doy. Y doy estos dones, no como los da el mundo, por medidas. Doy a cada
uno de vosotros todo lo que seáis capaces de recibir. No permitáis que vuestro
corazón se turbe, ni que se muestre temeroso. Yo he superado al mundo y en mí,
todos triunfaréis por la fe. Os he advertido que el Hijo del Hombre será
muerto, pero os aseguro que volveré antes de ir al Padre, aunque sólo sea por
un poquito.
Y después que haya ascendido al Padre, con
seguridad enviaré al nuevo enseñante para que habite en vuestros mismos
corazones. Y cuando veáis que llega el momento en que todo esto ocurre, no os
consternéis. Creed. Tanto más cuanto que lo sabíais con antelación. Os he amado
con gran afecto y no os dejaría, pero es la voluntad del Padre. Mi hora ha
llegado.” “No dudéis de estas verdades, aunque os halléis dispersos en el
extranjero a causa de las persecuciones o abatidos por muchas penas. Cuando os
sintáis solos en el mundo, yo sabré de vuestra soledad, de la misma forma que
vosotros sabreis de la mía cuando dejéis al Hijo del Hombre en manos de sus
enemigos. La diferencia es que yo nunca estoy solo. El Padre siempre está conmigo.
Incluso en esos momentos rogaré por vosotros. Os he dicho todas estas cosas
para que podáis tener paz y la tengáis abundantemente.
En este mundo tendréis tribulaciones, pero
estad de buen humor. Yo he triunfado en el mundo y os he mostrado el camino hacia
la eterna alegría y hacia el servicio eterno. No dejéis que se turbe vuestro
corazón... ni le dejéis tener miedo.
El Maestro fue a situarse frente al diván
ocupado por Juan Zebedeo. Éste se levantó al punto. Y el Galileo, en un cálido
y entrañable tono, le dirigió las siguientes palabras de despedida: “-Tú, Juan,
eres el más joven de mis hermanos. Has estado muy cerca de mí y, aunque os amo
a todos con el mismo afecto que un padre tiene por sus hijos, fuiste designado
por Andrés como uno de los tres que siempre debía estar cerca de mi.
Además de esto has actuado por mí mismo y
debes continuar así, trabajando en favor de los asuntos relacionados con mi
familia en la Tierra. Yo voy al Padre, Juan, teniendo plena confianza en que
seguirás velando por aquellos que son míos en la carne. Cuida que su presente
confusión, respecto a mi misión, de ninguna manera te impida darles toda la
simpatía, consejo y ayuda que, lo sabes, yo les daría si debiese permanecer en
la carne.” “Y ahora, mientras entro en las horas finales de mi carrera en la
Tierra, permanece cerca, a mano, para que pueda dejar cualquier mensaje a mi
familia.
Por lo
que respecta a mi obra, puesta en mis manos por el Padre, está terminada, con
excepción de mi muerte en la carne. Y estoy preparado para beber esta última
copa. “En cuanto a las responsabilidades dejadas por José, mi padre en la
Tierra, así como yo las he atendido durante mi vida, ahora dependo de ti para
que actúes en mi lugar, resolviendo estos asuntos. Y te he elegido para que
hagas esto por mí, Juan, porque eres el más joven y, por tanto, es probable que
sobrevivas a los otros apóstoles.”
“- Una vez te llamé a ti y a tu hermano hijos
del trueno. Comenzaste con nosotros con una mente recia e intolerante. Pero has
cambiado mucho desde que me rogaste que hiciera caer fuego del cielo contra los
ignorantes e irreflexivos no creyentes. Y aún debes cambiar más. Tienes que
llegar a ser el apóstol del nuevo mandamiento que os he dado esta noche. Dedica
tu vida a enseñar a tus hermanos a amarse los unos a los otros como yo os he
amado.”
Cuando
hubo terminado, un incontenible gimoteo empañó el silencio de los allí
reunidos. Juan estaba llorando. Y con la voz entrecortada, respondió: “-Y así
lo haré, Maestro. Pero ¿cómo puedo aprender a amar a mis hermanos?”
“-Aprenderás a amar más a tus hermanos cuando aprendas a amar primero a su
Padre del cielo y cuando llegues a estar verdaderamente interesado en el
bienestar de todos ellos.., en el tiempo y en la eternidad.
Y todo
este interés humano se ve favorecido con el servicio generoso, con la
comprensión, con la simpatía y con el perdón ilimitado. Ningún hombre
despreciará tu juventud. Pero te exhorto a que concedas siempre la debida
consideración al hecho de que la vejez representa, normalmente, experiencia. Y
nada en los asuntos del hombre puede reemplazar a la auténtica experiencia.
Esfuérzate en vivir apaciblemente con todos los hombres. En especial con tus
amigos en la hermandad del reino celestial. Y recuerda siempre, Juan: no luches
con las almas que podrías ganar para el reino.”
Jesús se dirigió al diván de Simón el Zelote;
pero antes pasó por el Diván de Judas, permaneciendo allí unos segundos quieto,
inmóvil y en silencio. Fue un momento de
suma tristez para el Maestro.
-Tú eres un verdadero hijo de Abraham. ¡Pero
cuánto tiempo he tratado de convertirte en un hijo del reino celestial!... Te
quiero y también todos tus hermanos. Sé que me amas, Simón, y que amas también
el reino, pero continúas intentando que este reino sea de acuerdo con tu gusto.
Sé muy bien que, finalmente, comprenderás la naturaleza espiritual y el
significado de mi evangelio y que realizarás un valiente trabajo en su
proclamación. Pero estoy preocupado por lo que pueda ocurrirte cuando me vaya.
Me alegraría saber que no dudarás. Sería feliz si pudiese saber que, después
que vaya al Padre, no dejarás de ser mi apóstol y que te comportarás
aceptablemente como embajador del reino celestial.”
“-Maestro, no temas por mi lealtad. He vuelto
la espalda a todo para poder dedicar mi vida al establecimiento de tu reino en
la Tierra y no fallaré. Hasta ahora he sobrevivido a todas las decepciones y no
te abandonaré.”
El Maestro replicó con cierta crudeza: “-Es
realmente refrescante oírte hablar así en un momento como éste. Pero, mi buen
amigo, todavía no sabes de lo que estás hablando. Ni por un momento dudaría de
tu lealtad o devoción. Sé que no vacilarías en ir adelante en la lucha y en
morir por mí, como lo harían éstos...”
Pero no se requerirá eso de vosotros. Os he dicho repetidamente que mi
reino no es de este mundo y que mis discípulos no lucharán para llevar a cabo
su establecimiento. Os lo he dicho muchas veces, Simón, pero no queréis enfrentaros a la verdad. No estoy preocupado
por vuestra lealtad hacia mí o hacia el reino. Pero ¿qué haréis cuando me
marche y despertéis al fin y os deis cuenta que no habéis comprendido el
significado de mi enseñanza y que tenéis que ajustar vuestros conceptos erróneos
a otra realidad?”
“-Ninguno de mis apóstoles es más sincero y
honesto de corazón que tú, pero ninguno estará tan abatido y perturbado como tú
después que yo me vaya. Durante tu desaliento, mi espíritu morará en ti y
éstos, tus hermanos, no te abandonarán. No olvides lo que te he enseñado sobre
la relación entre los ciudadanos del mundo y la "ciudadanía" de los
otros hijos: los del reino de mi Padre. Medita bien todo lo que te he dicho
sobre dar al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios y a mí lo que
es mío. Dedica tu vida, Simón, a mostrar cuán aceptablemente puede el hombre
mortal cumplir mi precepto referente al reconocimiento simultáneo del deber
temporal para con los poderes civiles y el servicio espiritual en la hermandad
del reino.
Si eres enseñado por el Espíritu de la Verdad,
nunca habrá conflicto entre las obligaciones que impone la ciudadanía de la
Tierra y las de ser hijos del cielo.., a no ser que los dirigentes temporales
pretendan de vosotros el homenaje y adoración que sólo pertenecen a Dios. Y
ahora, Simón, cuando veas finalmente todo esto, te hayas sacudido la depresión
y salgas adelante, proclamando con gran poder esta buena nueva, nunca olvides
que yo estaba contigo, incluso en toda tu época de descorazonamiento y que continuaré
contigo hasta el mismo fin.
Siempre serás mi apóstol y, cuando llegues a
ver con el ojo del Espíritu y sometas plenamente tu voluntad a la del Padre del
cielo, entonces volverás a trabajar como mi embajador. A pesar de tu lentitud
en comprender las verdades que te he enseñado, nadie te quitará la autoridad
que te he dado. Así, Simón, te aviso una vez más: los que luchan con la espada,
mueren con la espada. Sin embargo, los que trabajan en el Espíritu consiguen la
vida eterna en el reino y la paz y la alegría en la Tierra.
Cuando
la misión encomendada a tus manos haya sido terminada en el mundo, tú, Simón,
te sentarás conmigo en mi reino. Y verás realmente el reino por el que has
suspirado. Pero no será en esta vida. Continúa creyendo en mí y en lo que te he
revelado y recibirás el regalo de la vida eterna.”
A
continuación, el Maestro se situó frente a Mateo Leví. “-Ya no te corresponderá
cuidar de la caja del grupo apostólico. Pronto, muy pronto, todos os
dispersaréis. No os será permitido disfrutar siquiera del reconfortante y
continuo apoyo de uno solo de vuestros hermanos. Cuando vayáis predicando este
evangelio del reino tendréis que buscar nuevos compañeros. Os he enviado de dos
en dos durante el tiempo de entrenamiento, pero, ahora que os dejo, después que
os hayáis recuperado del golpe, iréis solos y hasta los confines de la Tierra,
proclamando esta buena noticia: que los mortales vivificados en la fe son los
hijos de Dios.”
Pero, Maestro, ¿quién nos enviará y cómo
sabremos a dónde ir? ¿Nos enseñará Andrés el camino?” “-No, Leví - Andrés ya no
os dirigirá en la proclamación del evangelio. En verdad, continuará como
vuestro amigo y consejero hasta el día en que llegue el nuevo maestro.
Entonces, el Espíritu de la Verdad os guiará al extranjero para que trabajéis
por la ampliación del reino.
Muchos cambios han sobrevenido sobre vosotros
desde aquel día, en la casa de aduanas, cuando, por primera vez, empezasteis a
seguirme. Pero muchos más deben ocurrir antes de que podáis contemplar la
visión de una hermandad en la que gentiles y judíos se sienten en asociación
fraternal. Pero seguid adelante en vuestras prisas por ganar a vuestros
hermanos judíos. Cuando estéis totalmente satisfechos, volved entonces con
fuerza hacia los gentiles. De una cosa puedes estar seguro, Leví: has ganado la
confianza y el afecto de tus hermanos. Todos te quieren.
“-Leví,
sé de tus ansiedades, sacrificios y trabajos para mantener llena la caja. Tus
hermanos no lo han sabido. Y me siento contento de que, aunque el que lleva la
bolsa no está, el embajador publicano esté aquí, en mi reunión de despedida,
con los mensajeros del reino. Ruego porque puedas discernir el significado de mi enseñanza con los ojos del
espíritu.
Y
cuando el nuevo maestro llegue a tu corazón, sigue adelante. Él te guiará. Y
muestra a tus hermanos y a todo el mundo lo que el Padre puede hacer con un
odiado recaudador de impuestos, que se atrevió a seguir al Hijo del Hombre y a
creer en el nuevo reino. Incluso desde el principio, Leví, te quise como quise
a estos otros galileos.
Sabiendo entonces muy bien que ni el Padre ni
el Hijo tienen en cuenta a las personas, mira de no hacer esas distinciones
entre los que lleguen a ser creyentes en el evangelio a través de tu
ministerio. Y así, Mateo, dedica toda tu vida de servicio futuro a mostrar a
los hombres que Dios no tiene en cuenta la posición de las personas. Que, a la
vista del Padre y en la hermandad del reino, todos los humanos son iguales,
todos son hijos de Dios.”
El Maestro se encaminó hacia Santiago Zebedeo,
el hermano de Juan, diciéndole:
“-Santiago, cuando tú y tu hermano pequeño llegasteis
una vez hasta mí, buscando preferencias en los honores del cielo y os respondí
que esos honores eran otorgados por el Padre, os pregunté si seríais capaces de
beber mi copa. Los dos respondisteis que sí.
Aunque
ni entonces ni ahora estéis preparados para ello, pronto estaréis dispuestos
para tal servicio, a causa de la experiencia que estáis a punto de atravesar.
Por aquel comportamiento reñiste a tus hermanos. Si todavía no te han perdonado
del todo, lo harán cuando vean que bebes mi copa.
Tanto si tu ministerio es largo o corto,
conserva tu alma en paz. Cuando el nuevo maestro venga, deja que te enseñe el
equilibrio de la compasión y esa amable tolerancia que nace de la sublime
confianza en mí y en la perfecta sumisión a la voluntad del Padre.
Dedica
tu vida a demostrar afecto humano y dignidad divina combinados. Y todos los que
vivan así revelarán la buena nueva, incluso en la forma de su muerte. Tú y tu
hermano Juan iréis por distintos caminos y uno de vosotros puede que se siente
conmigo en el reino eterno mucho antes que el otro...”
“-Os
ayudaría mucho saber que la verdadera sabiduría comprende discreción y coraje a
un mismo tiempo. Aprenderéis sagacidad, para que acompañe a vuestra
agresividad. Llegarán supremos momentos en los que mis discípulos no dudarán en
dar sus vidas por este nuevo reino; pero, en las demás circunstancias, en las
ordinarias, será mejor aplacar la ira de los no creyentes para que podáis vivir
y continuar predicando las buenas noticias.
Mientras tengáis fuerzas, vivid largamente
para que vuestra labor sea fructífera en almas ganadas para el reino
celestial.”
Jesús caminó hasta el final de la mesa. allí
se encontraba Andrés,
“Andrés,
me has representado con fidelidad como cabeza de los embajadores del reino
celestial. Aunque hayas dudado muchas veces y en otras ocasiones. Hayas
manifestado una clara y peligrosa timidez, así y con todo, siempre has sido
sinceramente justo en tus relaciones con tus compañeros.
Desde
tu ordenación y la de tus hermanos como mensajeros del reino has sabido
gobernarte a ti mismo en los asuntos administrativos del grupo. En ningún otro
asunto temporal he actuado para dirigir o influir tus decisiones. Y lo hice así
para enseñarte, con vistas a tus deliberaciones en los grupos futuros. En mi
universo y en el universo de los universos de mi Padre, a nuestros
hijos-hermanos se les trata como individuos en todas sus relaciones
espirituales. Pero en las de grupo procuramos que exista una dirección.
Nuestro
reino es un reino de orden y, donde dos o más criaturas actúen en cooperación,
siempre existe esa autoridad.” “Y ahora, Andrés, puesto que eres el jefe de tus
hermanos por la autoridad de mi nombramiento y puesto que así has servido, como
mi representante personal, ya que estoy a punto de marcharme e ir a mi Padre,
te libero de toda responsabilidad en lo concerniente a los asuntos temporales y
administrativos.
De
ahora en adelante puedes no ejercer jurisdicción sobre tus hermanos, excepto la
que hayas ganado por tu capacidad como líder espiritual y que ellos reconozcan
libremente. Desde este momento puedes no ejercer ninguna autoridad sobre tus
hermanos, a no ser que ellos te la restauren. Pero esta liberación como cabeza
administrativa del grupo de ninguna manera disminuye tu responsabilidad moral
para hacer todo lo que esté en tu mano respecto al mantenimiento de la unión de
todos éstos en el periodo de prueba que se avecina.
De
ahora en adelante sólo ejerceré autoridad espiritual sobre y entre vosotros.”
“Si tus hermanos desean retenerte como consejero, te digo que debes hacer todo
lo que puedas para promocionar la paz y la armonía, tanto en los asuntos
temporales como espirituales entre los grupos de sinceros creyentes en el reino.
Dedica el resto de tu vida a impulsar los aspectos prácticos del amor fraterno.
Sé amable con mis hermanos en la carne. Manifiesta una devoción amorosa e
imparcial a los griegos del oeste y a Abner, del este. Aunque éstos, mis apóstoles,
van a ser esparcidos muy pronto por los cuatro confines de la Tierra para
proclamar la buena nueva de la salvación, debes mantenerles unidos durante el
tiempo de prueba que se avecina. En esa época debéis aprender a creer en esta
buena nueva sin mi presencia personal.
Y así, Andrés, aunque no recaigan en ti las
grandes labores que ven los hombres, conténtate con ser el maestro y consejero
de los que las hacen. Sigue adelante con tu trabajo en la Tierra hasta el final
y así continuarás este ministerio en el reino eterno. ¿No te he dicho muchas
veces que tengo otras ovejas que no son de este rebaño?”.
A los gemelos Alfeo les anunció: “-Hijitos
míos. Vosotros sois uno de los tres grupos de hermanos que eligió seguirme...
Los seis habéis trabajado bien y en paz con vuestra propia carne y sangre. Pero
nadie lo ha hecho mejor que vosotros. Se avecinan tiempos duros... Puede que no
comprendáis todo lo que va a suceder, pero no dudéis que una vez fuisteis
llamados para la tarea del reino. Por algún tiempo no habrá multitudes a
quienes dirigir. Pero no os descorazonéis. Cuando vuestro trabajo en esta vida
haya concluido, os recibiré en lo alto y allí, en la gloria, hablaréis de
vuestra salvación a los ejércitos seráficos y a las multitudes de los altos Hijos
de Dios.
Dedicad
vuestra vida a engrandecer las tareas triviales. Mostrad a todos los hombres y
a los ángeles cuán alegre y valiente puede llegar a ser el hombre mortal. Y
tras vuestra época al servicio de Dios, volved a las labores de los días
pasados.
Si, por
el momento, veis concluido vuestro trabajo en los asuntos exteriores del reino,
volved a las faenas cotidianas. Y hacedlo con la nueva luz de la experiencia de
saberos hijos de Dios.
A
vosotros, que habéis trabajado conmigo, todo se os ha hecho sagrado. Toda labor
terrenal ha llegado a ser un servicio al Dios Padre. Y cuando oigáis noticias
de los hechos de vuestros anteriores compañeros apostólicos, regocijaros con
ellos y continuad vuestra labor diaria como los que esperan en Dios y sirven mientras
esperan. Habéis sido mis apóstoles y
siempre lo seréis y os recordaré en el reino que ha de llegar.”
Felipe fue el siguiente. En pie, como el
resto, escuchó atentamente a su rabí: “-Felipe, me has formulado muchas y locas
preguntas. Y he hecho lo posible para responder a todas ellas. Ahora contestaré
a la última que ha surgido en tu muy honesta, aunque poco espiritual mente.
Todo el tiempo he estado acudiendo a ti, mientras te preguntabas: "Qué
haré si el Maestro se marcha y nos deja solos en el mundo?" ¡Oh, tú,
hombre de poca fe! Y así y con todo, tienes casi tanta como muchos de tus
hermanos... Has sido un buen sirviente, Felipe.
Nos
fallaste pocas veces. Y uno de los fallos lo utilizamos para manifestar la
gloria del Padre...” Tu oficio de servidor está a punto de concluir, deberás
hacer el trabajo para el que fuiste llamado: la predicación de la buena nueva.
Felipe,
siempre has querido que se muestren las cosas. Pronto verás grandes hechos.
Puesto que has sido sincero, incluso en tu visión material, vivirás para ver
cumplidas mis palabras. Y entonces, cuando seas bendecido con visión
espiritual, sigue adelante en tu trabajo, dedicando tu vida a la conducción de
la Humanidad hacia la búsqueda de Dios y de las realidades espirituales, pero
con los ojos de la fe; no con los de la mente material.
Recuerda, Felipe, tienes una gran misión en la
Tierra. El mundo está lleno de hombres que miran la vida como tú lo has hecho.
Tienes un gran trabajo por hacer, y, cuando esté terminado, vendrás a mí, en mi
reino y tendré gran placer en enseñarte lo que no ha visto el ojo, escuchado el
oído ni concebido la mente mortal.
Entretanto, sé como un niño pequeño en el
reino del Espíritu y permíteme, como Espíritu del nuevo maestro, guiarte hacia
el reino espiritual. De esta forma podré hacer mucho por ti: lo que no pude
llevar a cabo cuando permanecí contigo como un mortal.
Y recuerda siempre, Felipe: quien me haya
visto, ha visto al Padre.”
Los pasos del Maestro se dirigieron al
siguiente diván: el de Bartolomé o Natanael Y le habló así: “-Natanael, has
aprendido a vivir por encima de los prejuicios y a practicar una tolerancia
cada vez mayor, puesto que te hiciste mi apóstol. Pero aún hay mucho que
aprender. Has sido una bendición para tus compañeros, siempre amonestados con
tu sinceridad. Cuando me haya ido, puede que tu franqueza interfiera en las
relaciones con tus hermanos, tanto con los antiguos como con los nuevos. Debes
aprender que incluso la expresión de un buen pensamiento tiene que ser modulada
de acuerdo con el nivel intelectual y el desarrollo espiritual del que escucha.
La
sinceridad es más útil en las tareas del reino cuando se casa con la
discreción.” “Sí aprendieses a trabajar con tus hermanos podrías finalizar
muchas más cosas. Pero si te encuentras a ti mismo en la búsqueda de aquellos
que piensan como tú, en ese caso, dedica tu vida a demostrar que el discípulo
conocedor de Dios puede llegar a ser un constructor del reino, incluso cuando
esté solo y separado de sus hermanos creyentes. Sé que serás fiel hasta el
final. Y algún día te daré la bienvenida al amplio servicio de mi reino, en lo
alto.”
Bartolomé se dirigió entonces al rabí,
preguntándole: “-He escuchado tus enseñanzas desde la primera vez que me
llamaste al servicio de este reino. Pero, honestamente, no puedo comprender
todo el significado de lo que nos dices. No sé qué más debemos esperar. Y creo
que la mayoría de mis hermanos están perplejos, al igual que yo, aunque dudan
en confesar su confusión. ¿Puedes ayudarme?”
“-Amigo mío -respondió el Cristo al instante-,
no es extraño que te encuentres perplejo en tu intento por comprender el
significado de mis enseñanzas espirituales. Arrastráis el preconcepto de la
tradición judía y os empeñáis en interpretar mis palabras de acuerdo con las enseñanzas
de los escribas y fariseos. Os he enseñado por la palabra de mi boca y he
vivido mi vida entre vosotros. He hecho lo posible para alumbrar vuestras
mentes y liberar vuestras almas, pero lo que no habéis conseguido hasta ahora
por mis enseñanzas, debéis adquirirlo de la mano de ese maestro de maestros: la
experiencia real.
En esa
nueva andadura, yo iré por delante y el Espíritu de la Verdad estará con
vosotros. No temáis. Lo que ahora no podéis comprender, el nuevo maestro,
cuando haya venido, os lo revelará en esta vida y en vuestro aprendizaje en el
tiempo sin tiempo.”
Jesús dirigió entonces su voz hacia el centro
de la mesa: “-No os turbéis porque no podáis asimilar todo el significado de
esta buena nueva. No sois más que hombres finitos y mortales y lo que os he
enseñado es infinito, divino y eterno. Sed pacientes. Tened valor. Tenéis las
edades eternas ante vosotros. En ellas continuaréis vuestra progresiva
perfección, así como vuestro Padre del Paraíso es perfecto.
Jesús caminó hacia Tomás Y le dijo: “-Tomás. A
menudo te ha faltado la fe. Sin embargo, a pesar de esos momentos de duda,
nunca has carecido de coraje. Sé muy bien que los falsos profetas y maestros no
te engañarán. Después que me haya ido, tus hermanos apreciarán mucho más tu
forma crítica de ver y enjuiciar las enseñanzas.
Y
cuando todos os disperséis por los confines de la Tierra, recuerda que aún eres
mi embajador. Dedica tu vida a la gran obra de mostrar cómo la mente crítica
material puede triunfar sobre la inercia de la duda intelectual, cuando se
enfrenta con la demostración de la manifestación de la verdad viva.”
“Tomás, estoy contento de que te hayas unido a
nosotros. Y sé que, tras un corto período de perplejidad, seguirás adelante, en
el servicio del reino. Tus dudas han confundido a tus hermanos, pero no a mí.
Tengo confianza en ti e iré delante tuyo a los más remotos lugares de la
Tierra.”
Y Jesús, lentamente, fue a situarse frente a
uno de sus hombres más difíciles y queridos: Simón Pedro.
“-Pedro, sé que me amas. Y sé que dedicarás tu
vida a la proclamación pública de este evangelio del reino a judíos y gentiles.
Pero estoy apenado... Tus años de tan firme asociación conmigo no te han
ayudado lo suficiente a pensar antes de hablar...
“-... ¿Qué experiencia debes vivir para que
aprendas a ser cauteloso con tu boca? ¡Cuántos problemas nos has dado por tu
irreflexión y por tu presuntuosa confianza en ti mismo! Y estás destinado a
crearte muchos más si no dominas esa debilidad. Sabes que, a pesar de ese
defecto, tus hermanos te aman. Y debes entender igualmente que esa debilidad de
ningún modo disminuye mi afecto hacia ti. Pero te resta eficacia y multiplica
tus problemas.
Sin duda, la experiencia que pasarás esta
noche te será de gran ayuda. Y lo que ahora te digo, Simón Pedro, sirve también
para todos los aquí reunidos: esta noche correréis grave peligro de tropezar
conmigo. Sabéis que está escrito: "El Pastor será castigado y las ovejas
esparcidas fuera." Cuando esté ausente habrá el riesgo de que algunos de vosotros
sucumbáis ante la duda y tropecéis por lo que a mí me suceda. Pero ahora mismo
os prometo que volveré por un corto tiempo y que, entonces, entraré en
Galilea.”
Pedro no tardó en replicar: “-No importa si
todos mis hermanos sucumben ante la duda por tu causa. Prometo que no tropezaré
con nada que tú puedas hacer. ¡Iré contigo! ¡Y, si es necesario... moriré por
ti!”
“-Pedro, en verdad, en verdad te digo que esta
noche no cantará el gallo antes de que me hayas negado... tres o cuatro veces.”
lo que no has conseguido aprender de tu pacífica unión conmigo, lo asumirás
entre problemas y penas.
Y
cuando hayas entendido esta necesaria lección, deberás reconfortar a tus
hermanos y seguir adelante, llevando una vida entregada a la predicación.
Aunque puedas ir a prisión y, quizá, seguirme, pagando el precio supremo por el
amoroso servicio en la construcción del reino del Padre.”
“-Pero
recuerda mí promesa: cuando haya resucitado, me quedaré con vosotros un tiempo
antes de ir al Padre. Incluso esta noche haré súplicas para que os fortalezca
ante lo que debéis soportar. Os amo a todos con el amor con que el Padre me ama
y, por tanto, de ahora en adelante, debéis amaros los unos a los otros como yo
os he amado.”
El grupo se puso en pie y, dirigidos por Jesús
de Nazaret, entonó un cántico. Hacia las 22.30 horas de aquel jueves, 6 de
abril del año 30, una vez finalizado el himno, los apóstoles empezaron a bajar
hacia el piso inferior, Jesús fue el último. Se despidieron de la familia de
los Marcos y emprendieron el camino de regreso al campamento. “La última cena”
había concluido.
Las mujeres y los cuarenta o cincuenta discípulos que aguardaban en el campamento recibieron al Maestro y a sus apóstoles con gran alegría. Pero aquel entusiasmo
no tardaría en
venirse abajo. La causa, una vez más, fue Judas.
Al cerciorarse de que el Iscariote tampoco había hecho acto de presencia
en
Getsemaní,
algunos de los hombres del Nazareno empezaron a sospechar que la alusión del Maestro durante la cena, sobre una inminente traición, tenía mucho que ver con el desaparecido.
Fuente: CABALLO DE TROYA, JJ BENÍTEZ.